De izquierda a derecha, intermedios opinantes y pseudocríticos, todos callan ante el obsequio que hiciera en 2011 a LAN (hoy LATAM) el gobierno de Alan García vía un Memorándum de Entendimiento Aéreo peruano-chileno. Puede entenderse que algunos, los proditores que hicieron que esta traición fuera posible, se callen la boca. Pero ¿y el resto? Sí “ven” claudicaciones pero ésta, exclusivamente ésta, la “ignoran” y guardan mutis culposo.
¿Carece el regalito de segmentos de quinta libertad aeronáutica, ventajas exclusivas para LAN/LATAM, de importancia para el Perú y su holgazana casta política en el gobierno, Congreso, burocracia, clubes electorales? Me atrevo a sugerir que el mutis tiene que ver con alguna suerte de bono1.
Quienes miran con disimulo, diplomáticos, políticos, periodistas, “formadores de opinión”, columnistas, “internacionalistas”, “estrategas”, “politólogos” a la carta y gobernantes con miopía extrema, son simplemente apóstatas y merecen apenas el desprecio. La soberanía espiritual de una nación es irrenunciable y no se compra con dólares o pasajes gratis o con claudicaciones vomitivas.
La tragedia peruana no está sólo en sus malos contratos sino en quiénes han llevado a cabo tales determinaciones lesivas contra la honra y dinero del Perú. Pelotones de parlamentarios, parvadas de cancilleres, taifas de vendepatrias anidan sus existencias en permanente emboscada contra los sagrados intereses soberanos de la Patria. En medios de comunicación hay quienes practican la puñalada y la barnizan o disimulan levantando otros no menos y aleves crímenes de lesa Nación.
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