Edición Nro. 2102 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 1 de febrero de 2019
 
 
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TURBINAS ARGENTINAS - ENFOQUES COMPARTIDOS f
Enrique Guillermo Avogadro
¡Falta envido y truco!
  • “Cuántas veces a un envido con un cuatro dije '¡Quiero!'... y otra vez me fui a baraja teniendo las treinta y tres”
    Celedonio Flores
En las mesas en que se resuelve la actualidad, dos jugadores acaban de cantar el mayor desafío a sus respectivos rivales. Me refiero, obviamente, a Venezuela y a la Argentina.
En tierras bolivarianas, Juan Guaidó, el jovencísimo -35 años- Presidente de la Asamblea Nacional, se proclamó Presidente de la República interino y, rápidamente, fue reconocido como tal por todos los países, con la clara excepción de Rusia, China, Cuba, Irán, Turquía, Nicaragua, México, Bolivia y Uruguay, que tienen motivos distintos para no hacerlo.

 Vladimir Putin, el actual zar tan venerado por su pueblo, porque ha conseguido poner una pata militar en el continente americano, algo que le fue negado a Nikita Kruschev por John F. Kennedy, que se mantuvo firme durante la crisis de los misiles en Cuba; Xi Jinping, por su marcado interés en las materias primas venezolanas en su disputa con los EEUU; Miguel Díaz-Canel, por su dependencia de la caridad de Nicolás Maduro para sobrevivir malamente; Hasán Rohaní, por su antigua relación nuclear con el chavismo, triangulando aplicaciones y materiales argentinos; Recep Tayyip Erdoğan, por su peculiar y cuestionado régimen; Daniel Ortega, porque ve en Caracas un espejo que anticipa lo que sucederá en Managua; y Andrés Manuel López Obrador, Evo Morales y Tabaré Vázquez, porque son los últimos sobrevivientes de los gobiernos de izquierda que hasta ayer imperaban en la región.
La situación en la República Bolivariana tiene un final abierto, pero no creo que se produzca en lo inmediato el indispensable regreso a la normalidad democrática cuya ausencia, sostenida por la salvaje represión a la oposición, ha sumido a la población en una verdadera catástrofe humanitaria.
Porque, en mi opinión, las fuerzas armadas se encuentran divididas en tres facciones, que se anulan recíprocamente su capacidad de reacción, en uno u otro sentido: los pro-cubanos (que controlan hasta el famoso SEBIN), los narco-generales del Cartel de los Soles y los generales nacionalistas y chavistas convencidos, no vinculados a la corrupción gubernamental, que ven con enorme preocupación la penetración de las instituciones militares por los “asesores” isleños. Y a ello hay que sumar la siniestra complicación que representa la presencia de los narco-guerrilleros colombianos del ELN.
Me parece inviable una intervención extranjera para desalojar del poder al tirano ya que, como dije, Rusia está ahora dispuesta a enfrentar a Donald Trump, con las consecuencias que ello implica, si éste –tal vez acuciado por sus propios problemas- decidiera dar luz verde a una acción continental en tal sentido.
Así, hay pocas probabilidades de encontrar una salida sin tragedia: habrá mayor actividad en las calles de los seguidores de Guaidó, que ha logrado reunificar a la oposición, hasta que algún acontecimiento puntual haga estallar una guerra civil, que seguramente sería salvaje, sangrienta y con un resultado de difícil pronóstico.
Para agravar el drama, el masivo éxodo de venezolanos, que ya alcanza a los cuatro millones, ha hecho que se fueran los más preparados, quienes mejores oportunidades tenían de instalarse en otro país con buenos trabajos. La contracara es, claro, que el país ha perdido a sus profesionales más aptos, lo cual dificultará enormemente la reconstrucción.
Mauricio Macri, con un coraje que se le desconocía, también desafió a la oposición y firmó el famoso decreto de necesidad y urgencia para extinguir el dominio de los bienes producto del crimen y de la corrupción. La longitud de esta nota no permite su análisis jurídico, un tema que, por lo demás, ha llenado páginas enteras en los medios de prensa, pero sí habilita una pregunta política: cuando el DNU sea analizado por el H° Aguantadero, ¿cuántos legisladores tendrán los redaños indispensables para oponerse a su vigencia, en pleno año electoral, cuando toda la sociedad venía reclamando a gritos la sanción de una ley así?
El otro aspecto que debe destacarse es la monumental hipocresía de los sabios constitucionalistas y de los kirchneristas más recalcitrantes cuando manifiestan su oposición a la indispensable aplicación retroactiva de la norma. Y digo esto porque no vi a esos grandes cráneos del derecho –con mínimas excepciones- rasgarse las mismas vestiduras cuando Néstor Kirchner, para perseguir hasta la muerte a quienes derrotaron militarmente a la subversión, demolió los principios básicos de la civilización occidental con la complicidad necesaria de la Corte Suprema.
No sólo hizo que se anularan los indultos, se derogaran las leyes de “obediencia debida” y “punto final”, sino que desapareciera el Código de Justicia Militar para que los imputados fueran juzgados por las leyes civiles (inaplicables en tiempos de guerra), se reemplazaran los jueces naturales, se desconociera la presunción de inocencia y se invirtiera impunemente la carga de la prueba, se aplicaran retroactiva y forzadamente leyes y tratados internacionales, y se negara el principio de la ley más benigna y, para ello, hasta se sancionara hace poco tiempo una “correcta interpretación” posterior, convalidada por la mayoría de la misma Corte.
Finalmente, dos avisos parroquiales: El PAD sigue adelante, y la concentración para reclamar una Justicia seria, independiente, rápida y eficaz será en marzo, pero no en Comodoro Py, con su acceso tan dificultado por las obras del Paseo del Bajo, sino ante el Palacio (Talcahuano 550, C.A.B.A.) y las sedes judiciales del interior del país.

 




ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.



Crónica de estos tiempos

Engaño y corrupción

  • No basta ser el gobierno menos corrupto de América Latina. ¡Qué consuelo semejante "blasón"!
Engañaron al pueblo, le mintieron con alevosía a sus propios votantes.
Prometieron públicamente y con fervor religioso, antes y después de acceder a la Presidencia de la República, moderar el gasto del Estado, evitar el despilfarro, no aumentar los impuestos ni crear otros nuevos, y reducir a su mínima expresión el uso de la locomoción oficial.
A vuelo de pájaro, también prometieron que la Educación sería profesionalizada, y que serían construidas y entregadas en el período decenas de miles de viviendas.
En materia de hurtos y rapiñas el gobierno prometió reducirlas en un mínimo de 30%, cuando en los hechos, entre 2015 y 2018 las rapiñas crecieron un 36,7%, mientras que los hurtos aumentaron 33,6%. Los homicidios, en tanto, treparon 40%.
Igualmente prometieron que sería detenida la emigración de las familias, cuando es público y notorio que se fueron del país decenas de miles de uruguayos entre 2005 y 2018, en intercambio inválido de figuritas con venezolanos y cubanos desposeídos que en oleadas llegan al país desesperando un plato de comida.
Aseguraron que no habría más ajustes fiscales, y que sería absolutamente trasparente la gestión pública. No se acudiría al rescate de las empresas fundidas; se velaría por el cuidado ambiental, y se reduciría el déficit de las empresas del Estado. Nada de esto se hizo.
Aplicaron a rajatabla la frase atribuida a Maquiavelo: “el fin justifica los medios”, y se alzaron con el gobierno a costillas de la credibilidad popular, la mejor gala de un pueblo sufrido y manso.
Uniformaron la pobreza, le dieron statu quo; están destruyendo la clase media, y fomentan a más no poder la holganza y la vagancia en todo el país.
Facilitan la política de desculturización, apta para sus fines inconfesables, tardíamente descubiertos.
Alientan de mil maneras la deserción estudiantil; por omisión e ineptitud la delincuencia organizada, el auge del narcotráfico, y a sabiendas el crecimiento descontrolado de los asentamientos, villas y miserias, en cumplimiento de una política de expansión tutelada y financiada, imprescindible para su prevista continuación en el poder.
La sucesión de huelgas docentes afecta en grado superlativo la educación primaria y secundaria, al punto que los estudiantes egresan de la escuela sin saber leer con fluidez, y menos restar, multiplicar y dividir. Y del primer ciclo secundario sin comprender lo que leen.
El gobierno continúa despilfarrando a troche y moche los dineros públicos, y sigue gastando, impávido ante el reclamo popular y la crítica generalizada, muy por encima de las posibilidades nacionales.
Y hay que decirlo con todas las letras: roban impunemente al ciudadano, al punto que en el Palacio Legislativo anida la gavilla. Lo peor, que constituimos un país que soporta una carga impositiva terrible, con el agravante de que los servicios públicos contribuyen al estropicio ciudadano con el desparpajo de aplicar en sus  facturas renovados gravámenes impositivos que desdibujan su cometido social.
Las tarifas de la electricidad, gas, naftas y teléfonos son las más caras de la región, y compiten para alcanzar a ser las más onerosas del mundo.
Endeudaron con irresponsabilidad manifiesta el país, y atiborraron de funcionarios las empresas públicas. Ante la descomunal deuda externa del Uruguay, 60 mil millones de dólares, cachafaces y bribones sostienen que no hay por qué preocuparse: “la deuda no se paga, se administra”.
Desfigurado pues el Poder Legislativo, hoy baluarte del Poder Ejecutivo; maniatada la Justicia, afín al gobierno, que arregla con suculentas retribuciones los cargos judiciales de mayor relevancia, el Uruguay se ha despedido silenciosamente de la división de poderes. La mal llamada oposición, cobarde, ni chista.
El engaño colosal y colectivo que le endilgamos al Frente Amplio, sin atenuantes, determinó el uso y el abuso de los brazos enyesados de la mayorías frenteamplistas durante todo el período; la subordinación consecuente a simple vista del Poder Legislativo al Poder Ejecutivo, y el coqueteo desenfadado del Poder Judicial, también afín al gobierno, tal cual se advierte en la gestión complaciente, acomodada y servilista de la Suprema Corte de Justicia.
Abundando, no debe obviarse que la maquinaria legislativa está orientada por el accionar de las grandes corporaciones. Los políticos del siglo XXI son empleados muy bien pagos de estas instituciones internacionales que han tomado al Uruguay como conejillo de indias.
La bancarización obligatoria, so pretexto de controlar la evasión fiscal, ha puesto de rodillas el país, entregado por este gobierno a las ocurrencias y dictámenes siempre nefastos y perjudiciales de la banca internacional.
Ricardo Garzón

 




















 












 

 

 
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