Edición Nro. 2087 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 5 de octubre de 2018
 
 
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TURBINAS ARGENTINAS - ENFOQUES COMPARTIDOS f
Enrique Guillermo Avogadro
El P.A.D., los que faltan y los vientos
  • “No hay nada permanente, salvo el cambio”.
    Heráclito

El salvaje tsunami financiero que, una vez más, se desató contra nuestras costas esta misma semana mostró que, pese al inédito y explícito respaldo del mundo a la Argentina, ya no resulta posible continuar viviendo como si nada hubiera pasado; ha llegado la hora de ajustar el cinturón a un Estado que, aún en medio de la tierra arrasada que dejó el kirchnerismo, no ha parado de crecer a expensas de los ya exhaustos contribuyentes.
Sé que es muy difícil reflexionar sobre lo importante cuando lo urgente oscurece el horizonte pero, tal como dije en mi nota anterior, creo necesario formar una nueva fuerza política que, sin apetencias personales y ofreciendo un franco apoyo a Cambiemos, exprese a una ciudadanía mayoritaria que está descontenta con la forma en que se gestionan los asuntos públicos. Imagino llamarla Partido de la Austeridad y de la Decencia. El próximo sábado publicaré un borrador elemental del programa y, si lográramos un número significativo de adhesiones, podremos avanzar hacia la habilitación como partido y comenzar la expansión territorial.
Esta semana, más allá del paro nacional y, sobre todo, de la movilización previa de las organizaciones sociales y gremiales de izquierda, que debieran dar pie a nuevas actividades represivas de los jueces y fiscales, toda vez algunas voces llamaron directamente a la subversión y a derrocar al Gobierno, Comodoro Py generó novedades importantes.
Fueron llamados a indagatoria por el Juez Claudio Bonadio nada menos que Paolo Rocca, titular de Techint, y Marcelo Midlin, zar de la energía, tal vez dos de los más importantes empresarios del país, y los fiscales Carlos Stornelli y Carlos Rívolo, en su apelación a la famosa resolución del magistrado de hace unos días, pidieron a la Cámara Federal el agravamiento de varias calificaciones de delitos y otros procesamientos para imputados a los cuales se les había dictado la falta de mérito.
Pero, si bien es cierto que ha pasado muy poco tiempo desde que estallara judicialmente la “causa de los cuadernos”, me llama la atención que aún no haya rozado a algunos nombres que hubieran debido estar en ella desde el principio, en especial Enrique y Sebastián Eskenazi. Estos canallas son los dueños del Banco de la Provincia de Santa Cruz desde antes que don Néstor asumiera como Presidente y tuvieron mucho que ver con el trasiego de los fondos (un total que superó los US$ 1.100 millones) junto con Ernesto Clarens y el recientemente fallecido Aldo Ducler.
Por si no lo recuerda, los Eskenazi, actuando como testaferros del voraz matrimonio, “compraron” el 25% de YPF a los españoles de Repsol; para lograr esa “venta”, el Poder Ejecutivo apretó a todas las petroleras hasta extenuarlas vía el congelamiento de los precios en boca de pozo.
En 2003, Argentina era autosuficiente en energía, a punto tal que se construyeron varios gasoductos para exportar a Chile y a Brasil, y vendía electricidad a Uruguay y a Brasil por líneas de alta tensión. A raíz de la brutal caída en la producción, consecuencia directa de la política implementada para el saqueo, todas esas vías de transporte debieron invertir el sentido de sus flujos, y comenzamos a importar en cantidades siderales. Como aún ello no resultaba suficiente para atender a nuestra demanda interna, el Gobierno debió comprar muchísimos cargamentos de gas licuado, generando así un nuevo negociado con los brutales sobreprecios que quedaron en manos de la corona. Sólo ayer, concretamente, pudimos volver a exportar gas a Chile.
De todos los delitos que cometió el kirchnerismo, éste es, sin duda, el más grave. La maniobra montada para robarse YPF significó una monumental pérdida de divisas para el país, una galopante inflación y la consecuente pobreza que afectó, y aún lo hace, al 30% de la población. Pero el desfalco continúa, los Eskenazi (en realidad, de una sociedad australiana llamada Petersen, que nadie sabe a quién pertenece) vendieron sus derechos a demandar al Estado a un supuesto fondo de inversiones, que nos reclama otros US$ 5.000 MM en juzgados norteamericanos. Resulta repugnante ver al peronismo, en todas sus formas, ofrecerse como solución para el drama que generó durante décadas; basta comprobar cuáles son las provincias más golpeadas por la pobreza y ver desde cuándo las gobierna.
Cambiando de tema, vale la pena poner la lupa sobre algunos hechos internacionales que tendrán aquí una repercusión comparable a verdaderos tifones. En primer término, las elecciones presidenciales de Brasil, que se disputarán el 7 y el 28 de octubre. La moneda está en el aire entre Jair Bolsonaro (27%), un excéntrico personaje de derecha y ex militar, y Fernando Haddad (21%) quien, por la prisión de Luiz Inácio Lula da Silva, acaba de convertirse en candidato del Partido dos Trabalhadores. ¿Cómo impactará el resultado? Si triunfara la izquierda y regresara el populismo, la preocupación del mundo crecería, y Argentina reforzaría su papel de gran estrella regional (o sea, nos beneficiaría), pero complicaría en mucho la economía de nuestro principal socio comercial, es decir, nos perjudicaría.
Luego, el 6 de noviembre llegará el turno de las elecciones de medio término en los Estados Unidos, en las cuales Donald Trump, nuestro gran aliado en el mundo, se juega la misma Presidencia. Si bien todos los indicadores lo favorecen (la economía vuela, el desempleo cae, la inflación disminuye), y es cierto que los norteamericanos votan por sus intereses internos –las opiniones del resto del mundo los tienen sin cuidado-, todo lo cual debiera redundar en un claro triunfo del Partido Republicano, hay nuevos factores que podrían complicar ese resultado.
La sociedad es allí matriarcal y, sobre todo, su moral calvinista condena la mentira; por ello, es posible que las mujeres, movilizadas por el #MeToo, concurran masivamente a las urnas para repudiar la posición machista y protectora de los abusos de la actual administración y que, además, muchos den fe a las investigaciones federales sobre su presunta complicidad con Rusia para influir en las elecciones en las que compitió con Hilary Clinton, del Partido Demócrata. El resultado dependerá, con seguridad, de la cantidad de ciudadanos que efectivamente voten esta vez; si Trump perdiera la mayoría en las cámaras, podría enfrentarse, más temprano que tarde, a un proceso de impeachment, de consecuencias impredecibles.
Las otras situaciones que influirán en nuestro propio destino son el claro agravamiento de las hostilidades comerciales que desató Estados Unidos contra China, la inminencia del Brexit entre Gran Bretaña y la Comunidad Europea (según lo veo, si se repitiera el referéndum, la decisión sería permanecer en ésta), la posibilidad de un nuevo conflicto con Irán, y la negativa de Trump a continuar financiando a los tuertos organismos internacionales de derechos humanos, que tanto nos han maltratado.
En resumen, viviremos en los próximos meses verdaderos “tiempos interesantes”, como dice la maldición china; sólo espero que, por una vez, sepamos aprovecharlos.




ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.



Alta traición
Las redes sociales han desnudado al sistema político uruguayo. Pusieron sobre la mesa los diferentes actos de corrupción que se han sucedido a través de los tiempos, y han evidenciado ante la población que solamente existe un partido único que agrupa desordenadamente al Frente Amplio, al Partido Nacional, al Partido Independiente, y a los despojos que se arrastran de lo que alguna vez fue Partido Colorado.
En síntesis, la oposición no existe, como se ha demostrado en estos largos años, y es dable advertir que se ha traicionado y herido de muerte al ciudadano.
Alta traición que se le debe encajar con fuertes razones al Frente Amplio, partido que llegó a la Presidencia de la República prometiendo subsanar los desastres generacionales en que habían incurrido en reiteración y corrupción, por décadas, los partidos tradicionales.
Fue más de lo mismo. Se sucedieron los impuestos a todo trapo y los tarifazos de las empresas públicas; se gravaron escandalosamente los sueldos, pensiones y jubilaciones, y se llenó de funcionarios el Estado, nada menos que 60 mil personas más en un solo período de gobierno.
La deuda externa trepó a cifras impagables (70 mil millones de dólares). Un millón de ciudadanos vive en condiciones deplorables. Las escuelas públicas y los curas villeros hacen maravillas para dar de comer a los niños, en tanto se denuncia, un día sí y al otro también, el despilfarro persistente de los dineros públicos en la gestión de la Presidencia de la República, Entes Autónomos, Ministerios e Intendencias Municipales de todo el país, alguna de las cuales, por ejemplo la de Maldonado, -a Dios rogando y con el mazo dando- proyecta tasas (impuestos travestidos) para gravar piscinas, gimnasios, saunas, canchas de tenis, de fútbol y parrilleros…
Alta traición del Frente Amplio con la ciudadanía, que ha contado con la complicidad de los otros grupos políticos del país. Ninguna promesa fue cumplida. Fue, todo, cabe insistir, más de lo mismo.
Blancos y Colorados, en su tiempo, aplicaron impuestos a los sueldos miserables que se pagan en el país, tributos perfeccionados en el tiempo con el IRPF y el IASS inconstitucional que insólitamente grava las jubilaciones.
Está fresca en la memoria la irrupción en las Pymes de las tropas de ocupación de funcionarios de la Dirección General Impositiva  en tiempos de Zaindestad, obligados a hurgar hasta en las mochilas de las cisternas documentos que pudiesen estar ocultos, tímida defensa ciudadana, individual, para alivianar el pago de gravámenes leoninos.
Desde las páginas de EL PAIS, quien esto escribe denunció periódicamente y por años los abusos de la DGI, dirigida entonces por el funcionario aludido, de triste memoria, integrante de tres sociedades offshore creadas en Panamá.
Es bueno recordar, igualmente, que en olvidadas épocas, segunda mitad del siglo XX, las jubilaciones y sueldos del Estado se pagaban a diez, quince y veinte días de vencido el mes.
El saludo entre los funcionarios públicos, sobre todo entre administrativos y docentes, era, textual: ¿sabés cuándo pagan?
Así pasaron los años. Siempre, de Herodes a Pilatos, y de Pilatos a Caifás.
Un teléfono fijo se conseguía solamente si tenías un político amigo, influyente. Para el común de los mortales, nunca había borne…
Los actos de corrupción existieron desde el despertar político del país. Es mafia de toda la vida. La prensa grande, diarios y televisión, subordinada siempre a los avisos oficiales y campañas publicitarias de los organismos estatales, -principalísima fuente de ingresos-, mantuvo a través de las décadas una política de autocensura sostenida y ominoso silencio.
Empalmaron la baraja, y a la chita callando se repartieron el botín. Millones de dólares compraron ese silencio. Las noticias ineludibles salían disfrazadas. Se amortiguaba el impacto contra la población, en tanto los sueldos de los legisladores iban trepando de legislatura en legislatura (la que se va fija los sueldos de la que viene) 360 mil pesos por mes actuales para los señores diputados, y 450 mil los estipendios de los señores senadores.
Durante ininterrumpidas décadas, y podría abarcar más de una centuria, el Estado estaba destinado a mantener todos los antojos de la clases políticas gobernantes, despilfarro de los dineros públicos que fueron destruyendo y desfinanciando al Estado a niveles increíbles, terminando de hacerlo reventar de la mano del populismo de la última década.
Las redes sociales, hoy, desnudaron esa impunidad, y ya no corre más el silencio impune. Todo se sabe, todo se desnuda.
El mismísimo “rey” está desnudo, travestido que creyó podía cubrirse internacionalmente con desvirtuados honores de galeno, y taparse con la piel del oso que todavía no cazó.
Héroes, Vázquez, han sido los 33 Orientales que se vistieron de gloria en las batallas de Rincón y Sarandí defendiendo el suelo de la patria, acontecimientos que su gobierno bajó del recordatorio ciudadano.
Devenidos en gobernantes, no supieron cumplir.
Ricardo Garzón

 
















 














 

 

 
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