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Venezuela: Juegos del Hambre |
Por Boris Spiwak, vía Javier Bonilla. Mis bisabuelos paternos murieron de hambre en el invierno de 1932-33 en la Ucrania Soviética. Escondieron a sus hijos en una troika y los enviaron lejos, antes de que la hambruna llegara, en un desesperado y último sacrificio… Tres generaciones y muchas migraciones después, yo nací y crecí en Venezuela, de donde el último de mis familiares escapó de represiones y privaciones el año pasado. Estas tragedias nacionales tienen un origen común tan punzante que es casi desconocido en Occidente. Es el Holodomor, una palabra ucraniana que significa “hambruna artificial, organizada en gran escala por un régimen criminal en contra de la población de un país”.
Empecemos con Ucrania. Es difícil establecer causas exactas para los 80 millones de muertos por inanición alrededor del mundo que trajo el siglo XX, debido a la niebla de guerra y revolución, así como el hermetismo y el aislamiento político. Sin embargo, el caso de Ucrania es diferente. No hay ninguna duda de que el Holodomor, la hambruna ucraniana que causó la muerte de aproximadamente cinco millones de personas entre 1932 y 1933 – mis bisabuelos entre ellos – fuese creada por el hombre (Red Famine, Anne Applebaum).
Tras emerger victoriosos de la Guerra Civil rusa, Stalin enfocó sus esfuerzos en eliminar a los “enemigos de clase” de la revolución: los kulaks, campesinos menos paupérrimos o pequeños terratenientes que se resistían a la colectivización. El arma de Stalin fue la comida, que las fuerzas armadas rusas requisaban de los campesinos ucranianos en forma sistemática y violenta. El Ejército Rojo saqueó hogares, y mató o encarceló a todo disidente con el propósito de apoderarse de hasta la última migaja de pan o trigo ucraniano que debía ser transportada al Este – hacia cualquier lugar que el dictador considerara su prioridad política. La inanición artificial que resultó, impuesta por el Estado soviético, rápidamente se convirtió en la hambruna más grande de la historia europea. Timothy Snyder, historiador de Yale, relata que:
La supervivencia era una lucha tanto moral como física… Una doctora le escribía a su amiga, en junio de 1933, que “aún no me he convertido en una caníbal, pero no estoy segura de no serlo ya para el momento en que recibas esta carta”… Las buenas personas murieron primero. Los que se negaron a robar o prostituirse murieron. Los que dieron comida a otros murieron. Los que se negaron a comer cadáveres murieron. Los que se negaron a matar a su prójimo murieron. Los padres que resistieron al canibalismo murieron antes que sus hijos.
El Congreso de Estados Unidos pasó una resolución el año pasado que describe el Holodomor como un genocidio soviético contra el pueblo ucraniano, en plena correspondencia con el análisis de Snyder. Aunque la colectivización forzosa causó hambrunas en muchas partes de la Unión Soviética, Snyder señala varias políticas que se aplicaron solo (o principalmente) a la Ucrania soviética, concluyendo que: “cada una de ellas podía parecer una medida administrativa anodina, ciertamente presentadas como tal para la época, y a pesar de ello cada una tuvo la intención de exterminar”.
Adelantándonos rápidamente a diciembre de 2017 y al otro lado del mundo, el salario mínimo en Venezuela representa aproximadamente 1.400 calorías por día, de acuerdo con Ricardo Hausmann, economista de Harvard. Un estudio universitario ampliamente citado encontró que los venezolanos perdieron en promedio 11 kilos de peso corporal en el año 2017. Gran parte de la antigua clase media, antes la más dinámica y proporcionalmente ascendente de América Latina, hoy puede permitirse una sola comida por día. En su desesperación, algunos se han volcado a comer fauna salvaje en peligro de extinción, animales robados de los zoológicos, e incluso perros abandonados. Venezuela se ha convertido en la peor catástrofe humanitaria en la historia de América del Sur.
Entonces, ¿qué está causando el hambre en Venezuela? No una “guerra económica neo-imperialista contra la patria” librada desde el exterior, como insiste el gobierno. Tampoco el catastrófico manejo de la empresa petrolera estatal, y la carencia de dólares resultante, lo cual, al fin y al cabo, tiene poco efecto sobre la agricultura doméstica. Y definitivamente no un “Estado fallido” o políticas públicas equívocas pero bien intencionadas, como alegan muchos analistas fuera de Venezuela.
La respuesta es que el principal objetivo de las políticas alimenticias chavistas – desde que el régimen llegó al poder en 1999 – ha sido otorgarle al gobierno las herramientas para convertir el hambre en un arma política. Las enormes protestas populares de 2017 pusieron al régimen a temblar, y finalmente llevaron a Maduro a declararle la guerra a su propio pueblo utilizando un arma de control social casi dos décadas en gestación. El aparato estatal resultó despiadadamente eficaz en condicionar el acceso a la comida con lealtad al gobierno. Desde el punto de vista del régimen, en otras palabras, sus políticas han sido altamente exitosas y coherentes.
Lograrlo requirió reemplazar el sistema de producción y distribución de comida que existía, basado en el mecanismo de mercado, por un modelo centralizado y controlado por el Estado. Una de sus consecuencias, prevista y deseada por el gobierno, fue la escasez de comida. Los fuertes subsidios a los alimentos importados hicieron casi imposible que la agroindustria nacional compitiera con sus contrapartes extranjeras, mientras que los controles de precios llevaron a muchos productores a la quiebra. Las expropiaciones asustaron la inversión. Las fincas adquiridas por el Estado generalmente no se entregaban a los trabajadores campesinos, según lo prometido, sino que terminaban abandonadas en manos de los compinches chavistas. Finalmente el régimen creó un sistema de racionamiento de comida (Clap), al estilo cubano, manejado por las Fuerzas Armadas y solo accesible a portadores del “carné de la patria” que demuestra lealtad al gobierno.
Los chavistas han presentado cada una de estas políticas como medidas burocráticas inocuas justificadas por ideales irreprochables. Pero tomadas en conjunto su propósito siniestro se hace evidente: forzar al pueblo a depender del Estado para alimentarse, y luego hacer del hambre un arma al negarle comida a disidentes y opositores. Maduro actualmente rechaza ofertas internacionales de ayuda humanitaria – como lo hizo Stalin hace 85 años – ya que decidir quién come es materia de seguridad de Estado, no un privilegio que se puede entregar a la oposición o a ONGs extranjeras. Venezuela es un país abundante pero los venezolanos, al igual que los ucranianos bajo Stalin, están pasando hambre programática gracias a un gobierno que ve a su propia población como el enemigo. Una vez más, esto es el Holodomor. |
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Carlos Asecas |
Las falsas feministas |
Llama la atención la forma en que se desarrollan las marchas de mujeres, en defensa de sus legítimos derechos. No por el reclamo en sí, sino porque se utilizan las mismas con un trasfondo político. Se ha podido observar en las mismas carteles en contra del capitalismo, el liberalismo, la derecha, la iglesia, cuando eso en realidad no tiene nada que ver con el motivo real de su convocatoria. Amparándose en las mismas y con sus caras tapadas, han aprovechado para efectuar actos vandálicos contra la Iglesia del Cordón. Esto no es algo aislado, sino que ya ha pasado en varias oportunidades, sin que las personas que organizan las mismas, tomen algún tipo de medida para evitarlo.
Tampoco el Ministerio del Interior ha hecho nada al respecto, pues en la última marcha pudimos ver a seis policías parados en la puerta de la Iglesia, que cuando comenzó el lanzamiento de bombas de pintura, debieron refugiarse en su interior. Acaso Bonomi pensó que estas enfermas mentales se iban a asustar por la presencia de la policía? Es sabido por todos, que la policía no impone respeto en ningún lado, no porque no pueda, sino porque no la dejan. La única forma que se la respete es aplicando tolerancia cero. Eso no sólo funcionaría acá, sino que funciona en todo el mundo. Nadie se pasa de la raya cuando sabe que se hace cumplir la ley y eso acá no ocurre.
Hemos escuchado declaraciones de algunas organizadoras de estas marchas y las mismas demuestran su actitud patotera que justifica la violencia para tratar de imponer sus ideas. Andrea Tuana directora de la ONG El Paso dijo que las bombas de pintura fueron hechos menores y que la actitud de la Iglesia de poner a la policía en la puerta era ridícula. Magdalena Bessonart integrante del Colectivo Ovejas Negras consideró que el vallado y la custodia eran una provocación. Florencia Anzalone integrante de la Comisión Organizadora del evento justificó lo sucedido como algo que puede pasar en una actividad de este tipo. El simple hecho de participar con las caras tapadas denota premeditación para cometer actos ilícitos y a su vez demuestra que son unas cobardes.
Estas declaraciones son ridículas porque después de actos vandálicos que sucedieron en tres oportunidades y que incluso en la edición 2018 en la marcha por la Dia Internacional de la Mujer, no sólo vandalizaron la Iglesia del Cordón, sino que también atacaron un kiosko en 18 y Ejido y la Sede del MIDES. Esto demuestra una clara ideología anarquista que se asemejan mucho a lo realizado en sus marchas por Plenaria, Memoria y Justicia liderada por Irma Leites, que hizo lo que quiso en su protesta contra el G20. Uno ve estos hechos, que no son reprimidos por el gobierno y causa risa cuando declaran que hay que ser tolerantes y hacer política en forma civilizada, cuando ellos mismos están creando una grieta entres quienes son afines al gobierno y quienes no. Parece que agredir a la Iglesia se ha vuelto una costumbre y defenderla no es políticamente correcto. Incluso una senadora del Partido Nacional fue insultada porque participaba de la marcha. Obviamente te demuestra que si no sos de izquierda, no podés ir.
¿Acaso estas concentraciones no serán una nueva estrategia del Foro de San Pablo, para mediante reclamaciones válidas, esto sirva para que la izquierda capte a mujeres incrédulas con fines electorales? Ninguna suposición puede descartarse, teniendo en cuenta que la plaga del progresismo en América Latina, por suerte se ha debilitado en forma considerable, quedando sólo Uruguay, Bolivia y Venezuela, al día de hoy. Tengamos en cuenta que estos falsos amigos de los pobres, lo único que buscan es seguir llenándose los bolsillos, dejando a los pobres en su lugar, para que mantengan una esperanza y los voten y exprimiendo a los tontos que trabajamos y pagamos impuestos. Esta idea de mantener a los pobres en su lugar la aplicaba Hugo Chávez en Venezuela.

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ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.
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José Luis Hirtz |
Acaba de fallecer en Buenos Aires José Luis Hirtz, que durante varios años ocupó la gerencia de Relaciones Internacionales y Prensa de Aerolíneas Argentinas. Buen amigo de nuestro país, alentó la presencia de la aerolínea de bandera argentina durante todo el año en el Aeropuerto Internacional de Punta del Este, (gestión gerencial en el Uruguay de Gustavo Carceglia) y en los hechos, luego de la desaparición de Pluna, ella asumió el rol de aerolínea transportadora de pasajeros entre Uruguay y Argentina.
En 2017 desembarcó con un numeroso grupo de periodistas argentinos en Punta del Este, para participar activamente en la promoción de la pre temporada turística en el principal polo turístico uruguayo. |
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Uruguay imbécil y venal
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- Las sillas de Ancap, el pesquero fugado y el general no designado son postales impresentables del país que soportamos
¡No sé qué es peor! Si las sillitas ergonómicas a 2.300 dólares cada una, o las excusas presentadas por el ente dirigido por Jara. Vamos a pedirle un canje a esta buena gente, que escribir todo el día cansa. Quiero ver si en una firma privada hubieran hecho ese gasto tan campantes. Claro, de cerrar Ancap, ni hablamos, porque con un trépano alguien le metió a buena parte de los ilusos uruguayos que este tipo de monstruos estatales hacen a una supuesta" identidad nacional". Lo mejor que podríá hacer la costosa empresa pública es construir unos silos para almacenar combustible refinado y mantener minimamente activa la refinería por un tema de prudencia ante alguna crisis, mandando a más de la mitad de su rebelde personal -que no lo fue ante los desmanes de Sendic y sus secuaces- a casa, incluso con una eterna licencia, a quienes no posean causal jubilatoria... Y adiós Alur, por favor! Cuesta menos subsidiar a los artiguenses que a ese engendro mediocre...
Respecto al pesquero fugado, además de esperar que rueden unas cuantas cabezas en la Prefectura local (en la Nacional pasarían cosas raras, como que al hijo de algún ministro, rebotado por no pasar los exámenes de aptitud lo haga ingresar papá por la ventana...), que haya latigazos al Poder Judicial por no dictar inmovilización total de la nave, tras resistirse a su captura y ser abordada luego de 50 disparos, es lo mínimo que puede suceder.
Más allá de eso -y de cualquier acuerdo firmado en contrario, que se denuncia y listo- Uruguay no puede ser tan ingenuo de continuar considerando a la pesca pirata como una "falta", sino que la debe tornar, inequívoca y urgentemente, delito.Y grave. Sea por temas económicos (59 millones de dólares se pierden anualmente por faena clandestina). Así, los jueces y fiscales no tienen más remedio que operar en cierto sentido, quiéranlo o no. Muy distinto es retirar elementos del motor para evitar movimientos, a extraer un plotter o un GPS, que se llevan en un bolso...
Y agilizar los plazos para evitar eternizar problemas y dar también señales claras a los futuros delincuentes.
Y lo de decidir designar un general, y a las pocas horas retirar esa designación, por motivos de parentesco político es una vergüenza total, pues descarta un excelente curriculum e inclusive la mayor antigüedad en el grado, de alguien -el coronel Iglesias- que paga el inventado pecado de ser yerno de Gavazzo. Ni en la Alemania de posguerra se vio un disparate así!
Otro ataque de mediocridad, que en lo militar se expresa de muchas maneras; desde que todos los Oficiales Generales dependan de conformidad política para ascender (antiguamente un tercio era por méritos), hasta el que no todos los profesionales universitarios que se incorporan a filas lo hagan, como en el mundo real, en grados de oficiales, sino que esto responde a la total discrecionalidad del mando, de los ministros o de burras abogadas ministeriales para quien se resista a esa estupidez. En los países de Fuerzas Armadas expresivas, se va a buscar oficiales a la puerta de los institutos terciarios, más allá de que acá la obsoleta Udelar haga gala de su tonto antimilitarismo.
La mediocridad gana por goleada!
Javier Bonilla
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