Edición Nro. 2194 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 18 de diciembre de 2020
 
 
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"No voy en tren, voy en un drone"
  • La movilidad aérea urbana será uno de los mercados con mayor desarrollo en los próximos años, con modelos de negocio desconocidos hasta la fecha

A todo el mundo le gusta fantasear y pensar en cómo será la movilidad del futuro. ¿habrá drones? ¿Se conducirán solos los coches? ¿Tendrán las ciudades sensores para evitar los accidentes de tráfico? ¿se podrán conseguir realmente formas de movilidad sostenibles ?
Estas y otras son precisamente las cuestiones que busca responder Foresight, la plataforma de innovación creada por Ferrovial para anticipar y desarrollar en colaboración el futuro de las infraestructuras de transporte y la movilidad. El objetivo es anticipar el futuro de la movilidad, ya que la movilidad aérea urbana será uno de los mercados que apunta a un gran desarrollo en los próximos años, con nuevos modelos de negocio desconocidos hasta la fecha y nuevos jugadores.
Un nuevo ecosistema empresarial en el que participarán fabricantes de "taxis voladores", gestores de tráfico aéreo, operadores de servicio o las compañías encargadas de construir las infraestructuras necesarias para que se extienda su uso, entre otros.

Cuatro posibles escenarios en 2030
Con la intención de adelantarse a lo que viene, la compañía española se plantea cuatro posibles escenarios para 2030, un año en el que, dependiendo de las circunstancias, el futuro de la movilidad aérea habrá avanzado por varios posibles caminos. Todos ellos con un factor en común: los electric Vertical Take-Off and Landing (eVTOL) o "taxis voladores", pero que necesitará cambios regulatorios que permitan su desarrollo de manera sostenible y segura.

Escenario 1
Cristina vive en las afueras de Manhattan, en Nueva York. Está casada y tiene dos hijos, cuyos partidos de tenis o actuaciones musicales nunca se pierde. Cristina está hasta arriba de trabajo en una ciudad que no es precisamente tranquila, para conciliar la vida profesional y la personal, pero lo consigue: gracias a los eVTOLs puede desplazarse rápidamente para ver todos los eventos y citas importantes de sus hijos. La congestión del tráfico y el tiempo en desplazarse de un lugar a otro siguen siendo similares a los actuales.
Ahora bien, hay que hacer un matiz aquí: si Cristina se puede permitir estas tecnologías es porque ella es una alta directiva del sector bancario y su marido un arquitecto de éxito. En este escenario el servicio de eVTOLs no es precisamente barato, así que solo pueden acceder a ello las personas con un poder adquisitivo alto. Aunque la regulación está preparada, las baterías de estos vehículos han evolucionado poco, lo que hace que solo puedan volar trayectos cortos, dentro de la ciudad o a zonas suburbanas como por ejemplo aeropuertos, áreas de negocios y residenciales de alto poder adquisitivo. Todas estas características hacen que esta forma de movilidad no tenga una gran aceptación social donde solo una parte de la población puede beneficiarse de ella.

Escenario 2
Peter tiene 30 años y, tras unas vacaciones en España, tiene que regresar a Manchester por trabajo antes de lo esperado. La única opción disponible de vuelos le obliga a hacer escala en Londres y, la verdad, el autobús que conecta ambos aeropuertos tarda mucho debido a la altísima congestión del tráfico. Es entonces cuando descubre que, gracias al taxi volador, puede viajar directamente de Londres a Manchester en un tiempo reducido.
¿Qué condiciones se han dado para que esto sea así? Para empezar, la industria del sector tecnológico ha conseguido desarrollar baterías mucho más duraderas, lo que permite viajar entre ciudades. Además hay que añadir otros dos factores: en primer lugar, el tráfico rodado es cada vez más intenso, con lo que la gente se plantea otras alternativas; en segundo, hay un marco regulatorio favorable para estos transportes. Fruto de ello, resulta que Peter ha pagado por su viaje poco más de lo que pagaría yendo en los medios de transporte terrestres tradicionales.

Escenario 3
Laura vive en las afueras de Dallas, ya que los alquileres del centro son demasiado caros y no se los puede permitir. Por suerte, esto no es un problema para ella: puede ir hasta el trabajo en un dron con otros pasajeros. En este viaje la tecnología es esencial: ha pasado por un control de biometría facial y, sorpresa, el taxi volador no es tripulado, sino total y absolutamente autónomo. Poco después, Laura llega a su trabajo y apenas ha pagado 2 dólares.
¿Qué contexto permitiría algo así? En este escenario la tecnología de los eVTOLs no solo ha evolucionado significativamente, sino que además cuentan con un buen marco regulatorio y una aceptación total por parte de los ciudadanos. Eso ha hecho que los taxis voladores, de hecho, tengan precios similares a otros medios de transporte masivos. Y una ventaja añadida: gracias a su uso, el tráfico rodado en las ciudades está descongestionado y la contaminación se ha reducido drásticamente.

Escenario 4
Juan es un emprendedor madrileño y, mirando por la ventana, no puede evitar acordarse de la empresa de taxis voladores fundó con un amigo suyo hace ya varios años. Lo cierto es que al principio todo iba bien: era un sector complicado, pero con muchas posibilidades y, sobre todo, mucho futuro. Con el paso del tiempo fueron surgiendo más empresas, la regulación fue favorable y cada vez más personas usaban este tipo de servicios. Sin embargo, al día de hoy Juan está arruinado y su empresa ya no existe.
¿Qué ha pasado para que el final haya sido tan negativo? En el verano de 2024, el dron de una empresa competidora tuvo un accidente grave en pleno centro de Madrid y hubo 23 fallecidos. Desde entonces no solo la regulación se ha vuelto mucho más exigente, sino que además son muchos los ciudadanos que tienen miedo a este tipo de servicios. Además, el desarrollo tecnológico es lento y las baterías todavía no permiten viajes de larga distancia.

Un futuro que depende de muchos factores
Estos cuatro escenarios pueden ser mejores o peores, pero todos demuestran algo: sobre una base sólida del futuro de la movilidad puede haber un sinfín de variantes, que dependerán del desarrollo de la industria tecnológica, de la regulación, del tráfico de las ciudades o de la demanda ciudadana. 
(Fuente: iProUP)




ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.



Cuanto peor, mejor
(Por Julio María Sanguinetti). El régimen democrático se basa en la distribución del poder. Toda su arquitectura está dirigida a que la ciudadanía, a la que la República le ha reconocido derechos -igualdad y capacidad de elegir gobierno-, no se vea frustrada por una concentración abusiva del poder. De ahí la construcción institucional de la sabia separación de poderes que teorizó Montesquieu: frenos y contrapesos.

Naturalmente, esa teoría y esas normas jurídicas convergen en humanos de carne y hueso, que ejercerán su rol con mayor o menor inteligencia, desinterés o conveniencia. Y allí aparece la política, que no es otra cosa que el ejercicio de las libertades y facultades que el sistema ha atribuido a cada uno.
De resultas de todo lo cual, el gobierno debe estar en capacidad de gobernar, la justicia de juzgar y el Parlamento de legislar, en una constante puja de acuerdos y desacuerdos entre la mayoría gubernamental y la oposición parlamentaria. De ahí su inevitable convivencia, imprescindible en tiempos de tormenta.
Y bien: estamos en tiempos de tormenta. Nadie podrá discutir que esta pandemia es una catástrofe natural solo comparable a una guerra o un terremoto. Es el momento en que con mayor celo el sistema tiene que funcionar.
¿Por qué entonces este desnorteo de un Frente Amplio que baja del gobierno por decisión popular y hoy se instala en la idea de paralizar al gobierno que enfrenta una situación de tan profunda emergencia?
La idea de plegarse al insensato referéndum propuesto por el PIT CNT es un renunciamiento grave de un partido político a una fuerza corporativa, legítima en la defensa de sus intereses particulares, pero fuera de órbita cuando intentar marcar el ritmo del país.
Se pretende derogar todo el capítulo que en la ley de urgente consideración ampara a la policía para afirmarse en la difícil batalla por la seguridad ciudadana. El único que se felicitará de esa derogación será el mundo del delito, porque la policía perderá un amparo jurídico que hoy le permite actuar con mucha más amplitud. ¿Por qué impedir que la policía actúe bajo la presunción de que lo hace en ejercicio legítimo de sus facultades?
¿Por qué tirar abajo una Comisión Coordinadora de la Educación que sume esfuerzos para aplicar un plan nacional? ¿Qué tiene de malo, salvo preservar los últimos resabios de la reaccionaria idea de los compartimentos estancos dentro de la educación y los pequeños feudos burocráticos actuando con anarquía?
En el caso, la actitud del Frente Amplio es lamentable, porque esa norma la votaron sus legisladores. Como votaron también un principio de acercamiento a la racionalidad en los precios de los combustibles, tratando de que Ancap lo haga teniendo en cuenta lo que costaría importarlos. No se trata de derogar el monopolio y decretar la libertad de importación como proponía el Poder Ejecutivo sino de iniciar un proceso que permita que la producción nacional disponga de combustibles compatibles con un concepto de productividad. Es un tema importante, que se negoció entre las bancadas de gobierno y oposición. Pero bastó que el PIT CNT atropellara para que el Frente Amplio se sometiera.
Puedo entender que el sindicalismo se agravie de que se establezca que ocupar un establecimiento no es una prolongación necesaria y universal del derecho de huelga, como ha sostenido siempre. Pero debe entender que hasta la OIT ha dicho una y otra vez lo contrario, para preservar el derecho individual de quien quiere trabajar y el de la empresa de acceder a sus medios de administración.
Salir a juntar firmas para tirar abajo esa ley, que fijó las prioridades de un gobierno recién electo, no se compadece con el necesario espíritu de reconocimiento a un pronunciamiento ciudadano. Como tampoco lo hace, y aquí en grado de mayor extravío, sus idas y venidas, marchas y contramarchas, en el imprescindible apoyo a las autoridades en su enfrentamiento a la pandemia.
Primero no les gustó la libertad responsable y querían confinamiento obligatorio. Más tarde se agraviaban de las limitaciones y pasaron a reclamar a grito pelado la liberación de toda actividad. Después de un gran éxito en la primera etapa, nuestro país se enfrenta ante esta segunda ola que se ha dado en el mundo entero. El gobierno sigue defendiendo su principio de libertad responsable, bien distinto a la amenaza autoritaria que campea por el mundo, pero está obligado hoy a tomar medidas mayores en defensa del orden público que supone la salud de la población. Sin embargo, la dualidad lamentable ya está instalada en su discurso: si advierten que la gente toma las medidas como severas, el gobierno abusa; si actúa con la misma prudencia y respeto para la libertad que hasta ahora , es tímido, lento, insuficiente. Y en ambos casos, gastando poco, porque siempre su única respuesta ante cualquier tema es gastar. Como lo hicieron con tan estrepitosos fracasos, desde la educación a la seguridad.
Los niveles de demagogia han llegado ya a alturas poco conocidas. Decir que es una respuesta ideológica "responsabilizar" a la gente, como si esto no fuera cierto desde Alemania al Uruguay, desde Japón a la Argentina. Por supuesto que somos todos responsables, para empezar de nuestra propia vida, y solamente políticos exorbitados, desesperados por medrar, pueden estar atribuyendo al gobierno la responsabilidad en la situación. Es tan lamentable como pretender la instalación de la idea de que el Estado puede, por arte de magia, recompensar las pérdidas que puedan tener las actividades privadas. Ni este ni ningún Estado puede hacerlo. Lo que sí tiene que asumir es la asistencia a los más débiles, que se ha hecho y seguirá haciéndose a través de instituciones sociales, que no han escatimado esfuerzo ni financiero ni personal.
En el Frente Amplio hay gente responsable. Los propios Intendentes saben que esto es difícil por sus propias responsabilidades. Saben que sin solidaridad colectiva, solo agravaremos una situación que el Uruguay ha enfrentado mejor que la gran mayoría de los países del mundo. Nos duele que la vocinglería demagógica o el interés corporativo los arrastre a este escenario que no se condice con los tiempos que vivimos. ¿No hay espacio para una reflexión más serena? Estamos muy lejos del tiempo electoral. No tienen sentido estos excesos. El Frente Amplio, arrastrado por sus radicales, convoca nuevamente a los fantasmas que, con razón, el Presidente Vázquez decía haber aventado al llegar al gobierno. El fantasma de la demagogia sin límites, de procurar el daño por el daño mismo, volver a seguir aquella trágica máxima tupamara de que "cuanto peor, mejor". (Nota que se comparte con Correo de los Viernes)














 









 

 

 
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