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Arte para la bienvenida
Nuevos murales en el Aeropuerto de Carrasco |
- Ocho personalidades uruguayas fueron retratadas en la entrada del Aeropuerto de Carrasco para celebrar su décimo aniversario

Alfredo Zitarrosa, Clemente Estable, Rosa Luna, Gonchi Rodríguez, Carlos Páez Vilaró, Juana de Ibarbourou, José Pedro Varela y China Zorrilla son los uruguayos elegidos por el público para celebrar la cultura nacional en ocho murales que realizó el Grupo Licuado y que se inauguran hoy en el viaducto ubicado frente al ingreso al Aeropuerto de Carrasco.
La terminal aloja ahora uno de los movimientos de arte urbano más activos de América Latina que rompe con la monotonía gris y transporta a otras realidades.
Más de 11.500 personas participaron en la propuesta en línea Uruguay al Mundo para elegir la carta de presentación de algunas de las personalidades locales para aquellos que llegan al país y se preguntan quiénes son los hijos más destacados del país.
La iniciativa, que fue declarada de interés ministerial por parte del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), estuvo a cargo del reconocido colectivo artístico Licuado, y contó con el apoyo de Pinturas INCA, que aportó los materiales para el mural, y del archivo fotográfico del diario El País.
“Es la principal puerta de entrada al país y es de todos. Por tanto, consideramos que para que el mural reflejara la identidad cultural del Uruguay la elección tenía que hacerse de manera participativa. Así fue que se habilitó un sitio web en el que todos los uruguayos que quisieran pudieran votar a las figuras que deseaban destacar dentro de ocho categorías”, explicó Matías Carluccio, gerente comercial del Aeropuerto de Carrasco. Estas eran: música, literatura, teatro, artes plásticas, deporte, personalidades, ciencia y vanguardistas.
Así quedaron seleccionados: la actriz y directora premiada en cine, radio y televisión China Zorrilla; el periodista y político uruguayo reformador de la enseñanza pública José Pedro Varela; la poetisa Juana de Ibarbourou; el pintor, muralista y constructor Carlos Páez Vilaró; el piloto de Fórmula 300 Internacional y CART Gonchi Rodríguez; la bailarina y vedette del carnaval Rosa Luna; el investigador en el área de la biología celular y neurobiología Clemente Estable; y el cantautor, poeta y escritor Alfredo Zitarrosa.
El grupo Licuado, liderado por los artistas Florencia Durán y Camilo Núñez, se dedica al arte callejero mural y ha realizado intervenciones en diversas ciudades del país como Montevideo, Punta del Este y Soriano; y del mundo como Mendoza, Buenos Aires, Córdoba, Santiago de Chile, Porto Alegre, Cochabamba, Lima, Berlín, Barcelona y Gdansk (Polonia).
“El colectivo es un grupo de artistas uruguayos que cuenta con reconocimiento y experiencia en el exterior. Nos pareció que, junto con la atractiva propuesta artística que realizaron, esa experiencia internacional también reflejaba la idea de conexión de Uruguay con el mundo que se deseaba transmitir”, agregó Carluccio.
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Crónica de otros tiempos
Rayos y Centellas
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Las redes sociales desayunaron la corrupción entronizada en el sistema político uruguayo, en un período caracterizado por la incompetencia generalizada que ha puesto de relieve la poca monta de legisladores atornillados a butacas, muchos de los cuales trascenderán en funciones hacia la tercera década del siglo.
El diálogo permanente establecido a través de las redes, y la información que llega a cada segundo a conocimiento y opinión del ciudadano, pone al descubierto las carencias parlamentarias; atestigua la ineptitud e impericia del gobernante y del legislador, y desnuda desde la raíz la ignorancia colectiva de sus integrantes.
Parlamento para el olvido, en un instante crucial y de definiciones políticas y económicas en el continente y en el mundo, con una Vicepresidente de la República que le dijo a la agencia de noticias Sputnik, que si el candidato Luis Lacalle Pou, en caso de ganar la Presidencia, envía al Parlamento un paquete de leyes de urgencia, “generará una movilización social enorme que podría producir inestabilidad”.
El Cuco, con rayos y centellas, lo agita el Frente Amplio, y por detrás, avieso, la cúpula del movimiento sindical, expectante, ante el interesado vaticinio, hecho público, de que puede incendiarse la pradera.
Bien ha dicho el Dr. Lacalle que el temor a dejar el poder lleva a que se sobrepasen los límites de la responsabilidad cívica, límites que ante la ciudadanía ha excedido y rebasado la vicepresidente de la república Lucía Topolansky.
En épocas de despedida, durante quince largos años han actuado con terribles carencias políticos que han demostrado incapacidad de gestión en el más amplio sentido del vocablo. Cuando se requirió talento, el Poder Ejecutivo y los legisladores de estos tiempos exhibieron falta de entendederas para comprender y asimilar lo que tuvieron entre manos. No supieron interpretar la lectura.
Incompetencia, negligencia e irresponsabilidad colectiva reflejan sus acciones y ensucian la gestión, condimentada con la integración abusiva y descontrolada de reiteradas caravanas turísticas que pasean periódicamente por el mundo. Allí van, sentados, reclinados y acostados en las Primeras Clases de los aviones, con viáticos suculentos de los que jamás rinden cuentas.
Las excepciones, si las hay, no merecen comentario, en un país que le roba a sus habitantes con impuestos descomunales.
El pueblo paga tarifas públicas deshonestas e indecentes, y financia sin chistar el mal uso colectivo de las tarjetas corporativas de los gobernantes y de los legisladores.
La impericia, el despilfarro atroz de los dineros públicos y la corrupción han llegado a extremos inimaginables, al punto que el vicepresidente de la república anterior debió renunciar por mentiroso y por ladrón. Estuvieron omisos y desconcertados los
legisladores compañeros y no compañeros, quienes debieron haberlo expulsado del recinto legislativo y del parlamento sin más trámite.
La Vicepresidente actual, con sus desdichadas e inoportunas declaraciones, le ha dado pie a sindicatos levantiscos, -sobre todo los docentes que han hecho del país y de la enseñanza lo que les vino en gana-, para presentarse en orden de batalla apenas se le ocurra a la coalición entrante, si es gobierno, presentar una ley de urgencia para la consideración del parlamento.
Legislatura para el olvido. Pocos, muy pocos legisladores se salvan del juicio lapidario, en tanto bajo la conducción y entusiasmo del Dr. Lacalle Pou se ha formado esta coalición multicolor, última esperanza de la ciudadanía demócrata y republicana para zafar del Foro de San Pablo y de su puesta al día por el Grupo de Puebla.
Ricardo Garzón |
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Lo que queda de Chile |
Ver a los niños bien de Chile destruyendo su propio país por el alza de pasajes del metro, es lo más patético que nos ha tocado vivir en la región. Lo de Venezuela se comprende y se sabía que iba a suceder, pero lo de Chile ha sido impredecible y es incomprensible. Lo más parecido que yo he visto a las imágenes que la televisión chilena nos muestran es una película de invasión zombie. Ahora más que nunca estoy convencido de que el socialismo es una enfermedad mental. No hay otra explicación para lo que ocurre en Chile.
Las turbas salvajes de la izquierda chilena aprovechan las libertades y garantías que les ofrece la democracia para perpetrar su vandalismo, convencidos de que no les van a disparar, como sucede en Venezuela o Cuba. Para colmo, esa prensa basura que hoy parece ser el patrón de la prensa en todas partes, apoya los desmanes y cuestiona la presencia de las FF.AA. en las calles. Y como siempre, los defensores de los DD.HH. están de lado de los violentistas. Chile es hoy un mundo al revés. Es el país más próspero de la región, pero la gente protesta como si viviera en Cuba o Venezuela. Y lo peor es que esta gente admira esos modelos.
Los mismos charlatanes de siempre han vuelto a llenarse la boca con las típicas frases de cliché con que condenan lo que llaman “neoliberalismo” y “desigualdad”. Esos que ven en cada indigente de Nueva York “el fracaso del capitalismo”, alaban a la dictadura cubana, donde más de la mitad de la población vive debajo del umbral de la pobreza. Quienes dicen que las protestas en Caracas son promovidas por la CIA, hoy alaban el “despertar del pueblo chileno”. Los que callan ante la crisis humanitaria en Venezuela, apoyan las “justas demandas sociales del pueblo chileno”, que vive en la sociedad más opulenta de la región. Nadie explica cómo es que una banda de desadaptados juveniles puede ser capaz de incendiar 76 estaciones del metro de manera coordinada. ¿Quién los organiza y financia?
Me aburre oír a mequetrefes de medio pelo explicando con aires de gurú que esto se debe a las “profundas desigualdades” y a las “contradicciones del sistema” que obliga a la gente a tener una tarjeta de crédito, a comprarse el celular más caro, a endeudarse más allá de sus posibilidades, etc. Todo es culpa del sistema. Los individuos solo son inocentes víctimas de un “perverso sistema consumista”. Seguramente estarían mejor utilizando una tarjeta de racionamiento provista por el Estado para hacer colas desde la madrugada por dos tarros de leche y un kilo de azúcar al mes, como ocurre en los paraísos socialistas donde prima la igualdad social. Y es que la única manera de lograr la tan cacareada igualdad en una sociedad es empobreciendo a todos y esclavizándolos. No hay otra manera.
Lo ocurrido en Chile es un reto para las ciencias sociales. Las de verdad, no las que venden el humo de la igualdad social. Habría que recurrir a la psicología de masas y hasta a la psiquiatría cultural. Sin duda acá hay una patología cultural que ya debería ser claramente señalada. Yo lo llamaría socialismo, a secas. No hay más explicación que una patología cultural. Que haya malestar en ciertos sectores no es nada raro. ¿En qué sociedad no hay algún tipo de malestar y reclamo? Pero nada de esto explica ni justifica lo ocurrido. De alguna manera se vincula con los fenómenos políticos y sociales que vive toda la región en estos días, como una especie de renacer maldito del socialismo del siglo XXI, al que creíamos derrotado y en retirada.
En Chile pasó algo similar al Perú después de Fujimori. La izquierda gobernó la mayor parte de la era post Pinochet y se fortaleció en todos los frentes. Como en el Perú, los intelectuales usaron la condena a la dictadura para sobresalir como demócratas cabales, adoctrinando a los jóvenes en el odio a esa era y a todo lo que se heredó de Pinochet. Obviamente eso incluye a todo lo que es hoy Chile como país. El segundo gobierno de la señora Bachelet puso el freno a la economía, que dejó de crecer al ritmo que necesita Chile. Para colmo, Piñera en su segunda gestión adoptó un programa progresista, comprometiéndose de lleno con la agenda climática. Las alzas de las que tanto se quejan son producto del giro hacia energías más limpias.
Lo más penoso ha sido ver a un Piñera derrotado, agachando la cabeza ante la turba salvaje y pidiendo perdón por algo que no ha hecho, para luego anunciar una serie de medidas populistas, incluyendo la confiscación del 40% del salario de los que más ganan, una medida que sí justifica salir a protestar con pleno derecho. Piñera ha caído en el error de creer que puede negociar con la turba salvaje y con la izquierda promotora de la violencia. Después del mensaje, los violentos piden más. Quieren la cabeza de Piñera. De hecho es un golpe de Estado perpetrado por las turbas salvajes alentadas por la izquierda. No podían tolerar un modelo de éxito que era un ejemplo de la región para el mundo. Había que destruirlo todo para probar que el liberalismo no funciona. Porque la izquierda no soporta el éxito. Eso es todo.
Dante Bobadilla |
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