Edición Nro. 2138 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 1 de noviembre de 2019
 
 
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TURBINAS ARGENTINAS - ENFOQUES COMPARTIDOS f
Enrique Guillermo Avogadro
Un día crucial en Latinoamérica
  • “La democracia no se basa en la violencia ni en el terrorismo sino en la razón, en el juego limpio, en la libertad, en respetar las ideas de los demás. La democracia no es una ramera que recoge un hombre en la calle con una metralleta”. Winston Churchill
Ya hemos visto detonar y calmarse rápidamente la vida cotidiana en Ecuador y Perú, por obra y gracia de la firmeza con que actuaron sus presidentes, uno para contener a los sicarios de Rafael Correa, el otro para impedir que los partidarios de Keiko Fujimori tomaran por asalto el poder. La sorpresa mayor, por supuesto, llegó del otro lado de la cordillera y, luego, desde la vecina Bolivia; en estos países nada está dicho aún pues los episodios de violencia continúan.
El primer factor común de todos estos febriles procesos políticos es el descontento de las sociedades con la democracia, ya que ésta no les ha permitido alcanzar los paraísos prometidos. Toda la región se vio beneficiada por los precios de los commodities durante la última década del siglo pasado y la primera del actual, y eso permitió que enormes masas populares fueran elevadas desde la pobreza a la clase media baja, con todo lo que ello implica en materia de consumo; cuando esa bonanza terminó, muchos de esos ciudadanos cayeron nuevamente a su nivel anterior, con lógico descontento y señalando la agudización en la concentración de la riqueza. Carlos Pagni escribió el jueves una excelente columna (https://tinyurl.com/y6yrfxlf) que me evita extenderme demasiado.
En el artículo citado sólo faltaron, a mi modo de ver, otros factores esenciales para entender qué está sucediendo: las comunicaciones, que permiten organizar las protestas y transmitirlas en tiempo real; el narcotráfico, que financia con sus enormes fondos a los regímenes que están asociados con él (Venezuela) y a los personajes que eran sus socios (los Kirchner, en Argentina) y pueden volver al poder; y, por supuesto, la actitud prescindente de Donald Trump frente a Latinoamérica, que ha dejado manos libres –como hizo en Siria- a Rusia, que pretende en nuestra región reeditar trágicos y sangrientos sucesos, recreando la guerra fría.
Como se ve, no hay en todas esas circunstancias tan novedosas una sola causa, aunque los incendiarios sean siempre los mismos, para debilitar a los gobiernos democráticos o para impedir la caída de los regímenes afines. En todos los casos, han sido coordinados y financiados por el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla; o sea, por Venezuela y Cuba y, atrás de ellas, Vladimir Putin, cuyo entrenamiento en la ex KGB le ha permitido manejar la inteligencia global como a ninguno de los mandatarios occidentales.
Hace varios años, los vientos de libertad arrasaron, democráticamente, con los regímenes populistas, incapaces de dar respuesta a los reclamos sociales y sumergidos en una escandalosa corrupción. Así, el Foro de São Paulo y su instrumento regional, la UNASUR, perdieron a varios miembros, aunque Nicaragua, Venezuela y Cuba aún vivan bajo el yugo de dictaduras asesinas, en México la izquierda haya triunfado, y Bolivia, si el fraude es convalidado, se convertirá en otra joya de esa siniestra corona. Pero Colombia, Brasil, Chile, Uruguay y Argentina están gobernados por sistemas que respetan las instituciones, y a ellos se dirigirán las próximas agresiones de estos manipuladores de genuinos y justificables descontentos, transformándolos en insurreccionales y destituyentes.
En este complicado escenario regional, tuvieron lugar dos elecciones claves. Uruguayos y argentinos fueron a las urnas para determinar si querían perpetuar el clepto-populismo o continuar viviendo en libertad.
Y pienso así, en nuestro caso, porque ha quedado claro –hasta el candidato a Presidente lo reconoció- que el verdadero poder, dada la victoria del Frente para Todos, estará en manos de Cristina Fernández, que cerró el acto de Mar del Plata rodeada por los siniestros señores feudales de las provincias más pobres y del sindicalismo vernáculo, pero diferenciándose ostensiblemente de las posiciones del peronismo suturado. Fue un preanuncio de los conflictos que habrían de desatar al interior del peronismo unido; muchos de nosotros recordamos con cuanta sangre y muerte se zanjaron esas diferencias entre 1973 y 1976.
El kirchnerismo no hubiere aceptado pacíficamente un resultado electoral esencialmente distinto al de las PASO puesto que, con la colaboración de empresarios y de operadores periodísticos, ha instalado exitosamente que “Fernández² ya ganó”. Hubiese denunciado fraude y, seguramente, nos hubiere obligado a vivir muy complicados días en la calle, un lugar en el cual los movimientos más violentos que lo integran generan situaciones de alta conflictividad, como nos lo mostró el el cierre de la campaña tucumana de Juan Manzur, y sucedió en el tratamiento de la reforma previsional, en diciembre de 2017, en la Plaza del Congreso.



ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.



Crónica de otros tiempos

La lengua del Canciller

Decíamos ayer: con el Ministro de Relaciones Exteriores ido de mambo, desmedido y desubicado, llega tarde la disposición presidencial a su equipo de gobierno de mantener cautela y no inmiscuirse en los asuntos internos de Brasil.
No le debe haber hecho gracia a Bolsonaro que el Canciller Rodolfo Nin Novoa, imprudente a carta cabal, haya lanzado al mundo un día antes de las elecciones brasileñas: “esperemos que las encuestadoras le erren como les han venido errando históricamente”, refiriéndose en concreto a los sondeos que pronosticaban que Bolsonaro sería el candidato más votado.
No conformes, nada menos que la Vicepresidente de la República, Lucía Topolansky, calificó de “desgracia” la votación de Bolsonaro, y que el resultado era un retorno a lo dictatorial”.  Consideró que Bolsonaro es parte del problema en el que estuvo inmerso Brasil en los últimos años, y aseguró que el candidato no valora el sistema democrático…”
Ante tan rotundas como desgraciadas e imprudentes opiniones, que volvemos a desnudarlas para que se advierta la payasada en que se ha convertido la Cancillería, Nin Novoa no tuvo empacho en convocar ayer, jueves, al embajador brasileño para pedirle explicaciones sobre las declaraciones de Bolsonaro con respecto a la reciente etapa electoral cumplida en nuestro país, en lo que tiene que ver con su preferencia por uno de los candidatos. “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”.
Tamaña pasayada no tiene antecedentes en la fértil historia de las relaciones diplomáticas del Uruguay, venidas a menos por la irrupción de estos improvisados gobernantes que exhibe la república en estas horas aciagas.
También decíamos ayer que la Ministra de Educación y Cultura, -otro pelotazo en contra-,  había depuesto una chicana política señalando, sin nombrar a nadie, que en las futuras elecciones uruguayas podía haber un Bolsonaro.
La Ministra de Turismo, Liliam Kechichián, hoy flamante senadora, había vomitado en las redes: “Tremendo Brasil!!! Me duele!!!” Agregando: “lo que sucede cuando la política deja de ser limpia y trasparente y cuando la ética se mancha. Viene lo peor disfrazado de antisistema.” Acto seguido, convocó a defender la democracia y la libertad.
Le vale la pregunta, senadora: ¿a qué le llama libertad? ¿Al populismo? En rigor, este ismo constituye un impedimento al desarrollo generacional de las sociedades. Es el riñón enfermo y condenado de un movimiento nacido en 1990, Foro de San Pablo, fundado  por el Partido de los Trabajadores de Brasil (Lula) y Fidel Castro, y constituido para reunir, solapado y travestido en las cúpulas, al zurdaje latinoamericano para hacerse del poder político en América Central y del Sur.
¡Claro que sabe, ministra senadora, que con Hugo Chávez en Venezuela se constituyó el primer gobierno de izquierda en América Latina, y primer gobierno de un partido miembro del Foro de San Pablo, a imagen, semejanza y doctrina de la desaparecida Unión Soviética!
A rueda siguieron Lula y Tabaré Vázquez, entre otros, -mentiroso contumaz el “oriental”-, dividido en dos el Uruguay por la gracia frenteamplista de profundizar la grieta orientada firmemente a separar a los “buenos de los malos”. “Llegaron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos”.
Hoy el Uruguay ha quedado en el medio de dos gobiernos diametralmente opuestos, aguas embravecidas que requieren talento para navegar. A esto debe sumarse que habrá que restituir la gobernabilidad y la democracia representativa a un continente que se emborrachó con los espejitos de colores y la corrupción más desenfrenada que se haya visto desde el Río Bravo hasta la Patagonia argentina.
Otros funcionarios del gobierno, acicateados por los dichos irresponsables del Canciller Nin Novoa, ligero en lenguas, se animaron a inmiscuirse en los asuntos internos del Brasil, facilitando que Bolsonaro haya mojado sus pies en las recientes elecciones uruguayas.
Además, es grave e irreparable, todo un atrevimiento, que la Vicepresidente del Uruguay haya calificado de “desgracia” la votación de Bolsonaro. Es una irreverencia, una insensatez, una insolencia que no tiene antecedentes en la historia política y diplomática del país.
Ricardo Garzón

 













 












 

 

 
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