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TURBINAS ARGENTINAS - ENFOQUES COMPARTIDOS
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Enrique Guillermo Avogadro |
Triunfo o cárcel |
- “… hasta el hondo bajo fondo donde el barro se subleva”.
Cátulo Castillo
Tal como había adelantado, el Partido de la Austeridad y la Decencia (P.A.D.) se presentará en sociedad el 12 de marzo, a las 19:00, en la Avda. Quintana 161, Buenos Aires; ruego su presencia y su participación. Por lo demás, le recuerdo que el 14 del mismo mes, a las 18:30, nos reuniremos ante el Palacio de Tribunales (Talcahuano 550, Buenos Aires) para exigir a la Corte Suprema una Justicia independiente, seria, eficaz y rápida, y al Consejo de la Magistratura el cumplimiento de su rol constitucional, con celeridad en el juzgamiento y castigo a los magistrados corruptos; también es esencial que concurra, ya que está en juego la República.
Entrando ahora al tema de esta nota, resulta curioso el paralelismo entre dos regímenes que, en plena bonanza de precios de las materias primas, se habían convertido en aliados ideológicos pero, sobre todo, en socios en el saqueo más descarado. En la década pasada, Hugo Chávez Frías y Néstor Kirchner construyeron una asociación ilícita que reportó ganancias enormes a ambos, y hoy a sus sucesores los defienden extrañas guardias pretorianas: a Nicolás Maduro lo sostienen ya exclusivamente los militares, y a Cristina Elisabet Fernández sólo la mantienen fuera de prisión sus colegas del H° Aguantadero.
Nuestro fallecido mandatario obtuvo de Venezuela los fondos necesarios para cancelar la deuda que Argentina mantenía con el FMI. Nada importó entonces que la tasa de interés que nos cobraba fuera casi el doble, ya que el gesto político lo justificaba y, además, les permitió a ambos repartirse la diferencia. Por su parte, el también fallecido tirano caribeño actuó como intermediario para vender a Irán tecnología y materiales atómicos, que los persas necesitaban con desesperación y que pagaron a un alto precio; demás está decir que también terminó en los amplios bolsillos de los organizadores, así como el producido por el extraño fideicomiso para la importación de productos argentinos. Hoy sus respectivos herederos enfrentan un futuro inmediato complicado y similar, el mismo que sirve de título a esta nota.
Mucho se especula, en todo el mundo, acerca de las posibilidades de solución de la horrorosa crisis humanitaria y económica a la que ha llevado el “socialismo del siglo XXI” a su país, que tiene las mayores reservas de petróleo de la tierra: la aceptación por parte del régimen de elecciones libres y supervisadas, la fuga de Maduro o su resistencia en el poder a sangre y fuego.
Contra la opinión mayoritaria, lamentablemente me inclino a creer que la última es la más probable: las cúpulas de las fuerzas armadas, cleptómanas y controlantes de todos los negocios (petróleo, alimentos, medicinas y narcóticos), saben que no tienen ni obtendrán, pese a la amnistía ofrecida por Juan Guaidó, algún refugio internacional seguro; Rusia, Irán y, quizás, México están dispuestos a recibir a los más notorios personajes pero no a todos, y son demasiados.
Por su parte, nuestra ex-Presidente viuda está obligada a competir por la primera magistratura ya que no hacerlo significaría no solamente el fin de su liderazgo político sino la certeza de un futuro carcelario para ella y para sus hijos, que seguramente se agravará cuando se investigue el tema de la base militar china en el sur. Pero es consciente de sus escasas posibilidades de triunfar ante Mauricio Macri, aún en este presente tan económicamente complicado.
Precisamente ha sido su desesperación la causante de la barrosa chapucería de la operación montada para alejar al Fiscal Carlos Stornelli -y, por elevación, al Juez Claudio Bonadio- de las causas judiciales que más le preocupan. Los tragicómicos personajes que la organizaron han sido tan, pero tan torpes, que resulta increíble que Horacio El Perro Verbitsky la hiciera suya; este impresentable individuo, convertido por el kirchnerismo en el censor por antonomasia, sostuvo luego que no había chequeado la información falsa que, con premeditación y alevosía, publicó en su blog.
Si bien, hasta ahora, las encuestas dicen que el núcleo duro del voto cristinista no ha disminuido por la expuesta corrupción, a partir de este mes se verá a su líder sentada en el banquillo en una multitud de juicios orales, acorralada por las confesiones de sus cómplices y testaferros más cercanos y por la enorme cantidad de pruebas en su contra; creo que entonces, cuando los medios exhiban las miserias compartidas de los “arrepentidos” y más fotografías de los frutos del saqueo, y se comprenda que el dinero robado fue, además, convertido en inmuebles y cuentas en el exterior, sí se sentirá el impacto sobre el ánimo de sus votantes.
Por último, resulta indispensable recordar que los argentinos, como siempre, hemos sido originales a la hora de establecer las reglas para el ballotage: entre nosotros, a diferencia del resto de los países, no es necesario llegar al 50% más un voto para evitarlo, sino que basta con el 45% y, más aún, con el 40% más 10% de diferencia con el segundo más votado. Y digo que es indispensable, toda vez que, muy probablemente, así se resuelva el intríngulis en octubre próximo.

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Impunidad, ineptitud y corrupción
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Bajo el gobierno del Frente Amplio creció y se desarrolló de manera significativa, con perfiles firmes y ciertos de impunidad, ineptitud y corrupción, la actividad del narcotráfico en todo el territorio nacional.
A tal punto, que me pareció lo más conveniente dejar detrás un montón de años que desdeño; desempolvar la pluma, subirme a un avión, bajarme en Medellín, y volver a los años 80 y 90 para recorrer las rutas urbanas, suburbanas, campesinas y selváticas del narcotráfico.
Sus ramificaciones en los tiempos han tenido origen en el barrio Medellín Sin Tugurios, (también conocido como “Pablo Escobar”), y en multitud de asentamientos humildes y periféricos de Colombia, que constituyeron, con México, Universidad Mayor del Delito.
En el presente uruguayo, en todo el país, la figura del sicario se agranda a límites insospechados, incontenibles, como lo atestigua la persistente información periodística que ofrecen diariamente todos los medios de comunicación.
Uruguay se ha convertido en un centro docente avanzado del narcotráfico, y desde sus cárceles atestadas e inhumanas se tutela y orienta toda la actividad.
Se aprovecha la condición social del marginado para captarlo con plata fácil, en un camino sin retorno hacia el delito en sus múltiples manifestaciones.
Se trata de chicos desocupados que deambulan sin rumbo, y que por conflictos familiares, hambre y sin recursos, abandonan sus estudios y revistan fuera de la sociedad. Los menos, están en busca de trabajo; hacen filas, llenan formularios, acuden a entrevistas y exámenes, pero sólo reciben negativas.
La abrumadora y prácticamente diaria clausura de empresas en todo el país alienta el delito y la criminalidad.
Suman miles los desertores de la Educación, a la luz de que no conseguirán trabajo relacionado con sus estudios, ante los cada vez más relegados, espantosos y obsoletos programas educativos de la hora en todos los niveles de enseñanza.
Expectantes, los devotos del narcotráfico, al influjo de la memoria enaltecida de Pablo Emilio Escobar Gaviria y del Chapo Guzmán, se han entronizado con campo propicio y viento a favor en los hogares y centros de reclusión de toda la América Latina.
Han sido venerados y exaltados como el Corazón de Jesús, por empresas que multiplican las series y películas que trasmiten a toda hora a través de Internet, vía telefónica, tabletas y televisores. Los han presentado y exhibido al mundo como modernos Robin Hood, dado que los capos mayores han construido viviendas, campos de fútbol y barrios enteros con el dineral mal habido procedente de la comercialización de las drogas.
Los caseríos comunitarios de Medellín y Cali conforman ejemplo continental, al igual que las resonantes y nunca acabadas contiendas familiares del narcotráfico en barrios suburbanos de las capitales uruguayas, con precisión en las ciudades de Minas, San Carlos y Chuy, entre cientos de otras en todo el país.
Los Escobares y Orejuelas, para citar dos en miles, en la cúspide del delito y fortuna que se mide en billones de dólares, han sido requeridos para el encuentro inesperado con celebridades de la televisión y del deporte.
Han accedido a espléndidas mujeres participantes en desfiles de modelos y certámenes nacionales y mundiales de belleza. Las adolescentes, vírgenes, constituyen la frutilla del postre, el plato más apetecido de los líderes de los cárteles.
Hurgando en la pandemia, políticos, jueces, periodistas, militares, modelos y actrices de cine han sido captados por el narcotráfico, con peso formidable en los pueblos centro y sudamericanos. Las fiestas a todo trapo con las prepago, -que de la mano del capo acceden a una vida rumbosa y fastuosa-, y la importación de prostitutas de todo el mundo y al más alto nivel, completan el panorama que se reduce finalmente a dos opciones: plata o plomo.
Aquí hizo carne la corrupción, extendida con millones de dólares a la referida compra de los gobernantes, militares y jueces, incluso a nivel de las presidencias de las repúblicas, parlamentos y cortes supremas de justicia en varios países del continente americano.
Multitud de series de televisión a nivel continental interesan a millones de espectadores que se deslumbran con los lujos asiáticos de la mafia, con sus mujeres, con sus viviendas, con sus aviones, sus autos, y el romántico rol de la lámpara de Aladino que hace al descubrimiento de las caletas.
La propaganda subliminal induce al televidente a mimetizarse con el bandido, a participar de sus juergas; a desear que pueda escapar de las pinzas tendidas por las fuerzas del orden, y que en los enfrentamientos armados con la policía y ejército el resultado les sea del todo favorable.
¿Qué otra cosa ansía fervorosamente el espectador, (El Patrón del Mal) en la redada final que acaba con la vida de Pablo Escobar, que éste pueda escapar del cada vez más estrecho cerco policial y militar, incluida la guerrilla?
Son varias, pues, las películas y series de televisión que ensalzan y exaltan la figura del narcotraficante, filmadas en paraísos de vegetación inigualable y escenarios fastuosos de la Colombia profunda. Los capos quedaron prendados de las actrices, y cayeron en manos de las autoridades y mafiosos rivales por imprudencia.
Sin ir más lejos, el Chapo Guzmán, cautivado por la actriz Katty del Castillo, bajó la guardia y fue capturado por descuidado y temerario luego de su sonada fuga de un penal corrupto de “máxima seguridad” mejicano.
Popeye lo había advertido: “si toca un celular es hombre muerto”.
A vuelo de pájaro, hoy están en las redes: El Patrón del Mal, Narcos, La Reina del Sur, Dueños del Paraíso, El Cártel; Escobar (Paraíso Perdido), La Prepago; Chapo (El escape del siglo), Sin tetas sí hay paraíso, y Alias el Mejicano.
Todas estas series constituyen un himno al narcotráfico, himno que entona y canta mayormente la juventud desposeída y pobre de los barrios humildes de Latinoamérica, y que, por supuesto, abarca al Uruguay en toda su dimensión.
Esta juventud “nini” (que ni estudia ni trabaja), que abandonó sus estudios; que fue directamente afectada por la conmoción y destrucción de las estructuras educativas, hogareñas y familiares, y que tiene como modelo conseguir plata fácil, ha ido penetrando masivamente en la comercialización de marihuana, cocaína, heroína y otras sustancias destructivas.
La deserción estudiantil en sus tres niveles, pues, ha facilitado captar potenciales vendedores y consumidores de drogas. Desde aquí, el vuelo al asalto diario de comercios, bancos, cajeros, viviendas, enfrentamientos armados, rapiñas y asesinatos, demanda un solo paso.
La autoridad ha sido desbordada. La inseguridad es el estado normal de la república. Reina el caos.
Ricardo Garzón
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