Edición Nro. 2109 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 29 de marzo de 2019
 
 
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AVIACIÓN COMERCIAL - INFORME ESPECIAL f
Perdí la confianza en Boeing
  • Por Les Abend 
    Nota del editor: Les Abend decidió retirarse después de pasar 34 años como capitán de un Boeing 777 de American Airlines. Es analista de aviación para CNN y colaborador sénior de la revista Flying. Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor.

(CNN) – Las tragedias del accidente de Ethiopian Airlines este mes y la de Lion Air en octubre no tienen precedentes. Salvo por el Comet de Havilland, a principios de la década de los años cincuenta -un avión plagado de desperfectos relacionados con fallas de diseño estructural-, nunca antes un modelo de avión de pasajeros recién salido de fábrica había estado involucrado en dos catástrofes.
Si bien el Boeing 737 Max será rediseñado y exhaustivamente escudriñado para que pueda volar en forma segura, el avión ha quedado manchado para siempre.
La confianza de mis colegas pilotos ha sido seriamente erosionada. Considerando que Boeing no incluyó una descripción detallada del MCAS (Sistema de Aumento de las Características de Maniobra, por sus siglas en inglés), el programa de control de vuelo que ha estado ligado a estos dos accidentes, ¿pueden los pilotos confiar en Boeing y en cualquiera de sus otros modelos? ¿Están en lo correcto al preguntarse, ‘¿qué más no nos está contando Boeing?’. Los pilotos de aerolíneas son una banda de escépticos, un atributo que a menudo define nuestra toma de decisiones. Es algo bueno, en especial en una emergencia.
Si yo fuera piloto de un 737 Max, exigiría pruebas concretas de que la causa de los dos accidentes, que todavía están bajo investigación, ha sido arreglada. ¿Qué tipo de pruebas? Primero, una clara explicación del sistema MCAS y cómo se podría remediar o prevenir cualquier falla. Segundo, documentación mediante una prueba de vuelo real o un simulador adecuadamente equipado que brinde una lista de verificación clara que puedan utilizar los pilotos en una emergencia con absoluta certeza de que primará la seguridad hasta el final.
Si hubiera factores adicionales -o totalmente distintos- que contribuyeron a una causa probable de los accidentes, entonces también deberían ser resueltos.
Algunos de mis colegas argumentarían además que se debería permitir a los pilotos entrenar en un simulador Max. Entrenar en un iPad no es satisfactorio para algunos. Dicho esto, no es inusual que los pilotos consulten solo los manuales de entrenamiento cuando están aprendiendo a volar un avión que deriva de un modelo que ya conocen, con características de vuelo similares. (El Max es solo una versión estirada del 737 original de la década del sesenta).
Además, la Administración Federal de Aviación de EE.UU. no le exige al piloto presentar un tipo de clasificación distinta en su licencia para el Max, por lo que muchas aerolíneas no se han sentido motivadas a actualizarse y a tener nuevos simuladores.
También hay una razón filosófica por la que los pilotos de aerolíneas han perdido su confianza en Boeing. Un viejo axioma de los pilotos: “Si no es Boeing, no voy”, era el claro respaldo de la calidad del producto. Pero con el sistema MCAS, Boeing se apartó de sus antecedentes históricos al diseñar un sistema automatizado que les retiró el control a los pilotos. Personalmente, después de 34 años de pilotear solo aviones de Boeing, me siento desilusionado con esta revelación.
También estoy desilusionado por otro desvío de Boeing, que se aparta de la redundancia. Los aviones están cuidadosamente diseñados con capas de características de seguridad para que cualquier desperfecto por su cuenta no cause un accidente. Por ejemplo, un Boeing 777, entre otros aviones, tiene una turbina de aire de impacto, un dispositivo con aspecto de hélice que se despliega automáticamente si los sistemas hidráulicos del avión fallan por completo. Suministra tanto presión hidráulica como electricidad en el caso de una doble falla de motores.
Pero ¿qué hay del reporte del New York Times y de otros medios, que indican que los artículos de seguridad ahora pueden ser una opción cuando las compañías aéreas encargan un nuevo avión de pasajeros? No reaccionemos exageradamente. Boeing u otros fabricantes de aviones comerciales no ofrecerán, digamos, el ala derecha como una opción. Estas opciones podrían categorizarse, en todo caso, como “mejoras de seguridad” más que como elementos esencial para la seguridad.
En un automóvil, por ejemplo, algunos fabricantes ofrecen la detección del punto ciego como opcional. Si un conductor se siente que ha sobrevivido durante años sin ese elemento, podría optar por mejorar el tapizado del vehículo, en cambio.
Entendamos que comparar un automóvil con un avión no es exactamente comparar peras con peras, pero se entiende el principio. Estoy de acuerdo con que quizás sea hora de revisar qué mejoras de seguridad deberían ser parte del paquete estándar del avión de pasajeros y permitir que la pileta del baño Corian siga siendo un opcional.
¿Pueden los pilotos recuperar la confianza en Boeing y en particular en el 737 Max? Algún día, quizás. Pero por ahora mis colegas no se subirán a la cabina hasta que sientan una seguridad absoluta de que el avión es seguro para su cliente más valioso: el pasajero. Y eso vale para cualquier avión de pasajeros todos los días del año.

 




ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.



"Es colosal el fracaso"
"Estoy un poquitito embarazada”, dijo triunfante el periodista, cuando se enteró por boca de la organización Transparencia Internacional  que Uruguay es el país menos corrupto de América Latina.
En tanto, a cara descubierta y sin complejos, el ministro del Interior, confeso, trasciende presidentes y avanza sin rubores ni falsas modestias hacia el posible cuarto período gubernamental de su fuerza política. Y siguen prometiendo, en un país inmerso en las rapiñas y asesinatos diarios; sin freno alguno, y en terreno fértil, desbocados.
Por cuestiones del fútbol, el Presidente Vázquez, enardecido, prometió desde Madrid "sacar del forro" y "meter en las chanchitas" a los desaforados de las barras bravas. Entre tanto, y en sus narices, se le han colado a paso cansino y orejas desplegadas los elefantes, paquidermos que permiten concluir y aseverar que el ejercicio 2018 quedará como uno de los más violentos en la historia del país. En 365 días fueron asesinadas 414 personas, un 46% más que en 2017. De esta forma, la tasa de homicidios en Uruguay queda en 11,8 casos cada 100.000 habitantes, muy por encima de Chile, que tiene 3,6, y de Argentina con 5,2.
Abundando y retrotrayendo a principios de gestión, en materia de hurtos y rapiñas el gobierno prometió reducirlas en un mínimo de 30%, cuando en los hechos, entre 2015 y 2018 las rapiñas crecieron un 36,7%, mientras que los hurtos aumentaron 33,6%. Los homicidios, en tanto, treparon 40%.
¡Pensar que por una generalizada “ineficacia en los servicios a su cargo” fue interpelado y renunció con elegancia a la conducción del Ministerio del Interior el Escribano Pedro Cersósimo, interpelado por Ferreira Aldunate hace medio siglo!
Inamovible, el actual ministro balbucea torpemente ante las cámaras de televisión: mira para abajo; el presidente lo apoya, y la oposición se desespera. La ciudadanía no cuenta. Muere en los barrios. La delincuencia campea a su antojo. Las mafias políticas utilizan la inseguridad como ingrediente de primer orden en la campaña electoral.
El Senador Larrañaga, entusiasmado por el apoyo popular a la campaña "Vivir Sin Miedo", 400 mil firmantes, se animó y le enrostró a Bonomi: "un Ministro con un mínimo de vergüenza anuncia esas cifras y se va. Un Presidente responsable lo saca". Y remató: "es colosal el fracaso..." Sin vueltas acusó al Frente Amplio de faltar a sus promesas, engañar y mentir.  "Somos la pésima versión del cambalache..."
Duele tener que reconocer que Vázquez, que prometió de todo en la campaña electoral, no cumplió. Por el contrario, mintió a sabiendas. Armado en la mentira, accedió por el voto a la presidencia de la república.
A punto de finalizar su gestión, trepado en el ANTEL ARENAS    volvió a mentir, y presentó el país enfundado en las enaguas de Alicia en el País de las Maravillas.
Cogobernó con el Pit Cnt bajo presión; fue desobedecido flagrantemente en todas las instancias por los sindicatos docentes; jugó el partido exterior con el dictador de Venezuela, y comprometió el buen crédito y prestigio secular de la república ante la comunidad de naciones y organismos internacionales.
Con el acelerador a fondo, presidente, es de su responsabilidad haber uniformado la pobreza; le dieron statu quo. Están aniquilando la clase media, y fomentan a más no poder la holganza y la vagancia en todo el país.
Su gobierno alentó de mil maneras la deserción estudiantil; por omisión e ineptitud la delincuencia organizada, el auge del narcotráfico, y a sabiendas el crecimiento descontrolado de los asentamientos, villas y miserias, en cumplimiento de una política de expansión tutelada y financiada, imprescindible para la previsible continuación del Frente Amplio en el poder. Previsible continuación basada en la plataforma que alimentó diariamente su gobierno, que ha tenido como eje el cultivo minucioso de la ignorancia popular.
Acompañado de un elenco de terror, me refiero a los organismos del Poder Ejecutivo, ministerios y servicios públicos que acceden a la recaudación,  han robado impunemente al ciudadano, sin perjuicio de que en el Palacio Legislativo anida la gavilla.
Lo peor, que constituimos un país que soporta una carga impositiva terrible, con el agravante de que los servicios públicos contribuyen al estropicio ciudadano con el desparpajo de aplicar en sus  facturas renovados gravámenes impositivos que desdibujan su cometido social.
No se le oculta, presidente, que las tarifas de la electricidad, gas, naftas y teléfonos son las más caras de la región, y compiten para alcanzar a ser las más onerosas del mundo.
Por último, y sin espacio, la bancarización obligatoria, so pretexto de controlar la evasión fiscal ha puesto de rodillas el país, entregado por su gobierno a las ocurrencias y dictámenes siempre nefastos y perjudiciales de la banca internacional.
Ricardo Garzón

 

 

















 












 

 

 
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