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enfoques 14 de julio de 2017
 
 
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TURBINAS ILUSTRADAS - HOY ESCRIBEN f
Jorge Azar Gómez - Ex representante de Uruguay ante ONU
La conciencia, la corrupción y el corrupto

Hay una voz dentro de nosotros que no podemos silenciar. Es la voz de la conciencia. Ella está por encima del orden establecido y las leyes vigentes.
Hay actos criminales, como la violación de la inocencia, negando los seres humanos hambrientos el pan que podría salvar su vida, el robo de los fondos destinados a la salud, a la seguridad, a los ancianos y la educación, la práctica de esa corrupción como el saqueo de millones de dolares destinados a la infraestructura; y otros crímenes horrendos.
Gobernantes que se acostumbran a este tipo de prácticas hasta el punto de que se conviertan en una segunda naturaleza y una forma de pensar: «ya que pertenece a todos, y para nadie en particular, puedo hacerla mía». Hoy el código de nuestros gobernantes en el cargo público dice: «aquel que se enriquece en esta posición es inteligente, el único que no hace es estúpida».
Pero nadie puede escapar de la voz interior, la primera naturaleza, que lo acusa y exige castigo. Se puede huir, como Caín, pero la voz continúa, como un timbal, golpeando en su interior.
El corrupto se escapa a pesar de que la justicia no ve por él. ¿Quién puede ver dentro del corazón de aquel para el que no existen ni secretos ni cámaras secretas? Una vez más, es la conciencia: juzga, advierte, corroe el interior, aplaude y condena.
Escribo todo esto pensando en la vergonzosa corrupción que ha contaminado nuestra sociedad, prácticamente en todos los niveles, especialmente los gobernantes de los rangos más altos, hasta el Presidente de la República que ha ensuciado las instituciones.
¿Un país sin cabeza, no hay un responsable?
Hay uno sólo, con nombre y apellido y que cobra por serlo el sueldo de presidente, al que siempre se oculta tras el “chivo” y miles de cómplices, unos a sueldo y otros por la “prudente comodidad” de mirar para otro lado y proteger sus intereses personales.
¿Qué hay que hacer? Primero saber en dónde se está parado y después proceder en consecuencia. Callar, tolerar, disimular, aceptar, repetir consignas y frases hechas, entretenerse corriendo al “chivo emisario” o jugando con “la noticia del momento” son formas de complicidad.
¿Se tiene conciencia, que en este estado de disolución social, no será posible reemplazar a los depredadores y gobernar para el bien común sin recurrir a procedimientos extraordinarios, que excluyen radicalmente los contenidos del discurso “institucional” basados en un concepto perverso de la democracia?
Cuando por dolo o desidia la gangrena avanza, el único recurso es una generosa amputación, no valen antibióticos ni aspirinas. Es un concepto médico, pero valido para tratar una sociedad enferma.
Son hábiles declarantes, ante la Justicia y ante su propia conciencia que les incrimina. Pero llegará el momento en que tendrán que responder a alguien más.

Michael S. Castleton
De gatos y toses

La verdad que este gobierno que nos ha tocado es espantoso. Ya no hay más vueltas que darle.
Han tenido las mayorías políticas y los recursos para re-proyectar a nuestro país . No lo han sabido hacer.
De alguna manera me recuerdan a los militares quienes por obvia deformación profesional lo único que supieron realmente fue convertir el país en un gran cuartel. Estos que hoy están parecen querer, o pior ya lo han hecho, convertirnos en un enorme lupanar que para mejor no tienen ni idea de como administrar.
Es curioso porque  en la enorme discrepancia con el neo-neo liberal Astori hay que reconocer que es la voz de la razón y la sensatez entre esta gente. Seguramente por ello en algún momento deberá pagar un alto precio.
Lo que asombra , palabra de la cual abuso reconozco, es la vacilante actitud del Dr. Vazquez Rosas.
Es, o debería ser en las situaciones de relajo de los países cuando se deberían ver los líderes. Las grandes figuras políticas no se forman generalmente en la prosperidad y la felicidad pública. Se forman y templan en los momentos duros , en los momentos de decisiones difícles , los momentos cuando se sabe que se debarán afrontar duros cuestionamientos de afuera y de adentro de sus propias filas. Pero, a veces en la vida de los mortales , hay que hacer lo que hay que hacer. No hay otra.
El problema realmente es que el Frente Amplio se ha chocado con una roca tan inamovible como permanente . La cruda realidad. La cruda realidad de la situación de desasosiego en la que han sumergido al país. Aún peor el hecho de que deben afrontar la realidad de lo anacrónico , de lo absurdo de sus paradigmas políticos y económicos.
En lo económico deberán aceptar que el colectivismo es un absurdo y que el consumo no trae prosperidad sino que la prosperidad trae consumo.Deberán aceptar a su vez que no se puede gastar la plata de los demás como si no tuviera fin. La tiene y ya estamos ahí.
En política deben aceptar que la gente quiere estar mejor , que sus hijos estén mejor que ellos y que puedan desarrollar su vida dentro de parámetros razonables de educación, seguridad y salud. Cualquier analista honesto no puede menos que ver que en las tres áreas en mayor o menor grado el fracaso ha sido total , absoluto y vergonzoso.
Entonces no saben donde están parados . Este gobierno está desnorteado como turco en la neblina. No tienen a qué agarrarse . Sus concepciones e ideales políticos son como siempre y en todos lados un fracaso rotundo.
No es fácil para nadie una situación así. Stalin se escondía tapándose la cabeza con una manta. Hitler jugaba con mapas y divisones de un ejército inexistente, Nerón tocaba el violín , pero todos tuvieron algo en común, cayeron.
Por supuesto que que estas analogías son extremas , nada más cierto. Al fin y al cabo estamos en el Uruguay. Pero, ya en las redes sociales , verdaderas herramientas revolucionarias del tercer milenio, hay quienes piden elecciones anticipadas. Que Vazquez Rosas se vaya para la casa y que otro tome el timón de un barco que no solamente cruje sino que empieza a hacer agua.
El tema, y lo primoridal, es que esta gente inmersos como están en sus anquilosados paradigmas no tengan la capacidad de reconocer su fracaso como gobernantes , irse y dejar que la democracia actúe.
Sería terible que nuestro país recorriera caminos similares a otros que ya hemos recorrido.
Pero, la gente está mal. Curiosamente no tanto por temas económicos sino que están, o más bien estamos, en un estado de desasosiego. Estamos en un estado de miedo subyacente a todo lo que hacemos , a todo lo que acontece en nuestra vida diaria. Nos sentimos expoliados, manoseados , maltratatados y que el gobierno, el Sr. Sendic Rodríguez, el Sr. Mujica Cordano y otros tantos nos toman por imbéciles.
No hemos llegado aún a que esté realmente en peligro la democracia en nuestro país. A Dios gracias. Pero, de seguir este derrotero esos días no podrán estar muy lejos.
Es una pena y da pena el país que nos deja el neo- marxismo vernáculo.
Hay tiempo, pero, es tiempo de cambiar de rumbo. Sin embargo obviamente esta visión no es compartida por buena parte del Frente Amplio, sumidos como lo están en su micromundo de teorías inoperantes y cegueras históricas.
Qué triste para la Banda Oriental. Mala tos le siento al gato.

Alberto Medina Méndez
Los revolucionarios de cartón

Ya son parte habitual del paisaje en casi todas las latitudes. Se podría describirlos como personajes pintorescos que conociendo de diversos asuntos creen tener la fórmula perfecta para resolver la totalidad de las problemáticas apelando a una falsa simplicidad y un escaso pragmatismo.
Algunos de ellos recitan fabulosos discursos y hablan desde un pedestal en el que todo se ve con tanta lucidez como para iniciar ya mismo el camino de las reformas. Suenan arrogantes y hacen gala de una dudosa autoestima. 
Otros son más reservados. No gozan del don de la oratoria pero ostentan otros atributos técnicos que les permiten desplegar un arsenal de conocimientos convirtiéndose en referentes indiscutidos de su especialidad.
Esa casta tan especial tiene muchos matices pero dispone de un denominador común. Ellos carecen del coraje necesario para tomar el toro por las astas y empoderarse para guiar un proceso de transformaciones.
En general, las revoluciones se producen cuando convergen temporalmente tres circunstancias concretas. Una crisis de relativa trascendencia, un conjunto de intelectuales que sueñan con un cambio y un grupo de líderes dispuestos a aprovechar esa coyuntura para construir un futuro mejor.
Las sociedades tropiezan cíclicamente. Puede ser una dificultad política o una recesión económica. Cualquier hecho pone a una comunidad de cara a una situación indeseada que emerge como un obstáculo digno de superarse.
La inmensa mayoría de las veces, se logra salir del brete, pero casi siempre solo para retomar el camino equivocado, ese que llevó a la debacle para continuar su marcha original, hasta la próxima escala del mismo episodio.
Sin embargo, de tanto en tanto, las naciones finalmente logran aprender. En ocasiones con mucho dolor y elevados costos, sortean sus difíciles trances revirtiendo la inercia, para encaminarse en otra dirección diferente.
Esas son las verdaderas revoluciones. El resto solo son simples traspiés sin aprendizaje alguno. Impactos minúsculos que no logran hacer reflexionar lo suficiente como para intentar buscar otros senderos alternativos.
La existencia de una crisis no conduce inexorablemente a un cambio en serio. Son los intelectuales los que diseñan los nuevos desafíos y marcan el rumbo. En toda sociedad están presentes aunque, a veces, sin potencia.
Pero tampoco son solo ellos los que consiguen torcer el cauce. Se precisan allí personas con valor, determinación y profundas convicciones como para dejar de lado todo y tomar la batuta que permita encauzar las energías.
Estas sociedades contemporáneas que disfrutan de los colosales logros de la humanidad, se han acostumbrado al confort del presente. Se les hace cuesta arriba abandonar su hábitat para sumergirse en la incertidumbre de las incomodidades que plantea la batalla política en el mundo real.
Muchos pueden observar la realidad y analizarla con claridad, pueden inclusive bosquejar los pilares del porvenir, pero a la hora de ser protagonistas del cambio se quedan, invariablemente, a mitad de camino.
No registran siquiera el problema. Asumen que sus prioridades actuales son lo suficientemente importantes como para que no merezcan ser postergadas. Son otros los que deben emprender ese recorrido y no ellos.
Reaccionan espasmódicamente. Se envalentonan frente a algún desatino del gobierno de turno, pero rápidamente todo se diluye y se desvanece frente a cualquier cuestión doméstica que asoma en su agenda personal.
Pueden participar tímidamente de un intento fugaz, pero sus chispazos son efímeros y pronto volverán a su rutina sin pena ni gloria. No se harán cargo de lo ocurrido. Identificarán a los culpables y los señalarán sin piedad.
Se quejan de lo que otros no hacen, pero no están dispuestos a hacer lo necesario para que las cosas que desean puedan realmente suceder. Es una actitud mezquina, pero fundamentalmente autocomplaciente y conformista.
Las nuevas tecnologías vigentes les han brindado una nueva tribuna para su dinámica preferida. Los teclados de una computadora y las redes sociales son su ámbito predilecto. Desde allí pueden bombardear a discreción.
Sus citas más frecuentes empiezan siempre con “hay que hacer”. Obviamente, no se refieren a lo que ellos deben hacer, sino a lo que los demás deben hacer. Ellos creen que son los otros los que se deben encargar de invertir su tiempo y recursos en implementar su iluminada visión.
Claro que cuando se los confronta con su postura timorata siempre tienen una artillería de excusas para justificarse. El trabajo, los estudios, la familia y hasta sus pasatiempos aparecen en la grilla de ocurrentes pretextos.
Su escala de valores es absolutamente respetable y hasta comprensible. Lo que cuesta entender es su tendencia a pretender que sean otros los que alteren su agenda para hacer lo que ellos no están dispuestos a hacer.
Resulta inimaginable prescindir de los liderazgos que orientan las transformaciones, pero tal vez sea tiempo de ensayar otras variantes, mas colaborativas, en las que estos individuos no se sientan frustrados, se integren a equipos más grandes aportando su dinero, pasión y tiempo a esas causas que dicen defender y con las que no colaboran en casi nada.
En el fondo, es probable que no tengan las convicciones suficientes. O simplemente no crean en la posibilidad de alcanzar el éxito. Podría ser más grave. Tal vez lo que no tienen son las agallas imprescindibles. Por ahora tienen muy buenas intenciones. Solo son los revolucionarios de cartón.




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Cansan con las conspiraciones
Muchos de nosotros hemos sido enfáticos en defender el republicanismo frente al populismo. La mayoría de la gente no entiende bien la diferencia y en muchos casos es incapaz de definir una cosa y la otra.
En pocas palabras,  el primero es el apego a las instituciones, a la igualdad ante la ley y el respeto a la justicia independiente. El segundo, todo lo justifica y  tolera si responde a la voluntad mayoritaria, aún los crímenes, los delitos pecuniarios como el enriquecimiento ilícito de los funcionarios, el cohecho o el abuso de funciones. Y si algún fallo les es adverso,  creen que todo es una gran conspiración.
Pero hoy la realidad nos ilustra las dos posturas sin necesidad de tantas definiciones.
Lula fue procesado por la justicia brasileña por aceptar coimas.
Hay sectores en nuestro país, como el Partido Comunista, el MPP, y un ala del Partido Socialista, que piensan que se trata de una conspiración para evitar que sea candidato en 2018.
El resto de los sectores políticos uruguayos, respetan, como corresponde, el fallo del Juez Moro.
No es casualidad que los mismos que defienden a Lula a todo precio, son los que dicen que la situación de Venezuela es una conspiración de la derecha internacional, en lugar de admitir las responsabilidades de la dictadura de Maduro y su represivo régimen cívico militar.
Seguramente en Argentina, si Cristina Fernández de Kirchner es encontrada culpable de alguna de las más de cien causas por corrupción abiertas en la Justicia, volverán a alinearse a la tesis de la conspiración.
Sin ir demasiado lejos, Raúl Sendic, acusado de tantas cosas en nuestro país, ha dicho que todo se trata de una conspiración elucubrada en Atlanta para terminar con él.
Republicanismo es respetar a la justicia y someterse a ella, se trate de quien se trate.
Si en Brasil Temer fuera destituido y juzgado por corrupción, nosotros diríamos lo mismo que ahora, porque de eso se trata creer en el ordenamiento institucional. Seguramente del lado del populismo, en ese caso no se vería ninguna conspiración, sino que se admitiría como la consecuencia natural de los hechos.
Ya han empezado a cansar con esto de las “conspiraciones”. Seguramente, están tan acostumbrados a impulsar ellos mismos operaciones políticas, que creen que todo es consecuencia de maniobras espurias y confabulaciones.
Respeten las instituciones, sométanse a la ley, asuman las responsabilidades republicanas y punto.
Ricardo Juan Lombardo














 





















 

 

 
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