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| El Populismo |
Una de las características del ser humano es el alcance del Poder. Es tan atractiva la sensación de dominar sobre los demás, que la “carrera del Poder” se inició desde los albores de la Humanidad. Alcanzar el Poder siempre es posible, pero la dificultad máxima y el principal obstáculo de quien logra dominar dentro de un grupo social determinado (llámese familia, clan, tribu, territorio o País), es cómo mantenerse en dicho Poder. Desde Ramsés II a Ciro y desde Aristóteles a Macchiavello, de éste a Meynaud, se ha escrito mucho, se ha pensado otro tanto, porque es una de las tareas más difíciles de la Humanidad. El temor a la Fuerza Bruta fue indudablemente, el primer método para someter al otro y después a todo un grupo. Para diferenciar a las llamadas Clases Sociales, como el sometimiento por la mera fuerza se fue tornando imposible, había que llegar a lo que más tarde en el tiempo se llamó el “consenso social”. En los Regímenes Monárquicos y en los sucesivos Imperios que en la Historia se han dado, hubo que llegar a la “sacralización del Poder”. En todas las sociedades y a partir del Neolítico, se distinguieron dos tipos de elementos: los “seculares y los “sacrales”. Seculares son los elementos y actitudes del diario vivir, las miles de actividades que desarrollamos en la vida cotidiana; en cambio los elementos sacrales son aquellos que pueden ser como un “tabú”, sobre los cuales está prohibido discutir, se debe solo aceptarlos, porque constituyen los pilares básicos de la Sociedad: el Monarca, el Emperador, la Patria, la Bandera, el Dogma. Son las infraestructuras de nuestra vida: las creencias más arraigadas y permanentes. El cimiento de donde parte la Constitución de un “sistema de vida”. Fueron elementos sacrales, además: el Fascismo de Mussolini, el Nazismo de Hitler, el Comunismo de Lenin y la Constitución Democrática. Para mantener el Poder se ha recurrido a la “adhesión”. Estaba la adhesión por el miedo, luego vino la adhesión por lo sacro, “el temor reverencial” al fundador, al padre, a la bandera, etc. ¿Cómo lograr la adhesión? Hasta hace poco los Monarcas y los Aristócratas se rodeaban de sabios, de los más expertos, de los que tenían un mayor conocimiento en cualquier disciplina de la Vida. Para ello, les concedían privilegios y ventajas personales, títulos nobiliarios y les facilitaban los elementos para desarrollar con comodidad, sus actividades. ¿Pero cómo se hacía con las grandes mayorías para hacerlas felices y entretenerlas? Los Emperadores (sobre todo los Romanos) les daban de comer a grandes multitudes y los entretenían con el Circo Máximo o los juegos en el Coliseo. Pero, a partir del advenimiento de la Democracia Constitucional, la Educación y la Ciencia “se abrieron paso” y esto se hizo más difícil. Ahí nació el primer Populismo. Se trataba de “liderar”, y para ello había que ser muy hábil. Ya no se trató como lo decía Macchiavello de que “el Príncipe debe ser zorro”. Y se pensó… y se pensó… ¿Cuáles son las verdaderas necesidades del hombre común? Comida, y un techo donde guarecerse. Se percibió después de la Revolución Industrial que de nada valían los Derechos Individuales consagrados por la Revolución Francesa, si el estómago está vacío y se tiene que dormir a la intemperie. Las Constituciones de nuestras Sociedades Mayoritarias, consagraron muchos Derechos y Garantías que de hecho costaba proteger. Pero de la satisfacción del hambre y del abrigo contra el frío, nada se hablaba. Y esto último, a diferencia de los intelectuales, es lo único que preocupaba a las mayorías. Por eso cayó la República de Weimar en Alemania, y vinieron el Nazismo en Alemania, el Fascismo en Italia y el Comunismo en Rusia. Emergieron nuevamente “los caudillos”: Hitler, Mussolini y Stalin. Pero para dominar a un pueblo ¿qué es lo primero que hay que hacer? Como lo entendieron los Gremios, actuales co-gobernantes de parte del mundo, había que criticar sin piedad al “Estado explotador y a las desigualdades sociales”, pero la Educación había progresado mucho en Occidente y la palabra República nos dividía en tres Poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Así, República y Educación asociadas, “no servía”. El primer paso es lograr con promesas conquistar el Poder Político (a eso se le llama “demagogia”). Luego cumplir parcialmente las promesas con “los de abajo” y a los otros grupos quitarles con impuestos “todo de a poco”. Había que cambiar la Historia y abocarse a la Refundación de cada una de estas Instituciones. Aprovechar la oportunidad de tener un Parlamento Mayoritario, pero teniendo en cuenta que la Educación podría “abrirle los ojos a las apacibles masas”. Habría que priorizar tres cosas: tener un Poder Judicial “adicto”, un Parlamento Mayoritario y lograr a través de organismos paralelos (los Gremios) una movilización permanente de la Sociedad. Con una Suprema Corte integrada por personas adictas, dicha Corte “dejaría pasar” leyes inconstitucionales y entonces, al desaparecer el llamado Poder de Contralor, las arbitrariedades podrían encubrirse. Con dicho Parlamento Mayoritario se podrían votar leyes que al ser aplicadas diferenciadamente a los diferentes grupos (eventuales opositores), les bloquearían el acceso a la protesta. Cambiando todo ello y con abundante propaganda oficial en los medios, se machacaría sobre las virtudes del régimen descalificando a los contrarios; al principio suavemente, luego, a medida que el Poder se va afianzando, más abundantemente y siempre en forma peyorativa.
La presencia Oficial aplicada en varios temas al mismo tiempo, seguiría siendo algo diario y casi insensiblemente al entrar casi subliminalmente en nuestro diario vivir, se convertiría en algo casi natural.
La Educación en vez de acentuarse, empezaría a estar marcada por conductas conformistas.
De un gobierno de características aparentemente anodinas, se iría pasando a un gobierno cuya impronta sería hacer escuchar “una misma melodía”, con acordes apenas variables. Para ello se requiere la ayuda de artistas, intelectuales y personas del ambiente cultural.
El trípode hegemónico se complementa con donaciones de dinero y entrega de viviendas, que son prácticamente regaladas, a grupos de familias carenciadas, de las cuales muchos jóvenes terminan formando parte de grupos de choque parapoliciales (a vía de ejemplo: Círculos Bolivarianos en Venezuela, Juventudes Comunistas en Cuba, Organización Cámpora en Argentina).
El asistencialismo en viviendas, alimentación y la reforma de la salud, han sido los caballitos de batalla para crear un cordón umbilical de votos adictos y la permanencia en el Poder.
Lo único que esos regímenes tienen de común con el verdadero Sistema Republicano es sólo el origen: el voto popular, y una vez obtenido ese voto hacen lo que quieren.
En esta clase de regímenes de los cuales hay varios en América Latina: Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Nicaragua y además ahora el Uruguay, se proyecta la continuidad en los gobiernos con Códigos más represivos que dan prioridad al Poder Ejecutivo y se complementa el trabajo con un mutuo y prolífico contacto con cierta grey artística y musical. Últimamente han englobado en su prédica a las mujeres solas con hijos a su cargo, las llamadas familias monoparentales. La aparición en escena de estas mujeres, generalmente muy jóvenes, (apenas rebasan los 20 años de edad) tiene que ver con el déficit de la educación, que hizo que la generación anterior (entre 30 y 45 años para las abuelas), no recibiera ya valores intelectuales y morales y por lo tanto se viera imposibilitada de trasmitirlos. El destino para estas familias beneficiadas con el asistencialismo (dinero y viviendas regalados), es generar en los niños déficit intelectuales y falta de respeto por normas que simplemente desconocen y falta de preparación técnica que los convierte en futuros y precoces delincuentes, y en las niñas prematuramente promiscuas, una tendencia hacia la prostitución y la pérdida de actitudes femeninas.
Desconfianza de la Autoridad más inmediata (Policías y Jueces) y adhesión incondicional hacia líderes carismáticos con los cuales se identifican por el lenguaje obsceno de los mismos, que es similar al que ellos emplean.
Una de las otras características que complementan este “cuadro social” es ser generaciones “no lectoras” y a muchos se les considera “nativos digitales”, no siendo ni la computación, ni la internet, ni el facebook, sustitutivos adecuados de la lectura tradicional. El lenguaje simplificado que se emplea en los celulares empobrece más el idioma, y crea un lunfardo paralelo y se acompaña con músicas estridentes y cacofónicas (cumbias, reggaetones, etc.). El fenómeno es casi universal, aunque en el Primer Mundo está menos avanzado, pero en el llamado Tercer Mundo se ha ido apoderando de nuestras costumbres. Se ha fomentado un erróneo planteamiento de la palabra Igualdad que parece deliberado: que todos somos iguales.
Esta falacia limita el concepto: no es que todos seamos iguales, ya que ni siquiera morfológicamente hay dos personas idénticas, sino que nuestras Constituciones dicen: “que somos iguales ante la ley sin más diferencias que los talentos y la virtudes”.
Se llena por los medios de comunicación de aforismos melosos de que “el mejor capital del país es su gente”. ¿Cuál gente, la que roba hasta el vecino, la muchacha de 20 años que tiene 3 hijos de distintos padres y cobra Plan de Emergencia? ¿De los que pasan droga a los que están presos? ¿Del gobernante que se cree impune porque piensa que las mayorías regimentadas los eligieron con su voto interesado, a pesar de que el mismo y todo su futuro gabinete tiene cuentas pendientes con la Justicia?
Mientras tanto la Justicia en su principal órgano, la Suprema Corte, está sitiada por los otros dos Poderes del estado que, en manos de gente investida por el voto popular manipulado, le quiere desarmar a dicha Justicia sus facultades de anular las leyes inconstitucionales.
El llamado Populismo es una dictadura disfrazada que sólo consulta al voto popular para revestirse de legitimidad jurídica. Esta constituido además de los oportunistas mencionados, por lo necesitados a quien da de comer a cambio del voto y por quienes los dirigen, antiguos marxistas cuyas ideologías hicieron crisis en 1989 con la caída de la Unión Soviética y sus países satélites.
En el Mundo, ese llamado Populismo, estuvo en América representado fundamentalmente por Juan Domingo Perón y su inefable Evita, su primera esposa. En Italia representado por el Duce Benito Mussolini y su amante Claretta Petacci, y por Adolfo Hitler en Alemania, y provocaron la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que todos ellos fueron primigeniamente electos por sus pueblos.
En América Latina hay más de media docena de países dominados por ese Populismo.
Una joven Politóloga guatemalteca, la Dra. Gloria Álvarez, ha iniciado una campaña para hacer abrir los ojos a la Sociedad Mundial, sobre esta doctrina fraudulenta y dijo en forma concluyente que “el Populismo quiere tanto a los pobres que los quiere mantener en condiciones de pobres”. Fue recibida por el Parlamento Latinoamericano y allí efectuó una memorable exposición sobre el tema.
El Mundo se ha tornado aún más conflictivo.
El comienzo del año 2015 asiste a varias guerras peligrosas: invasión rusa a Ucrania a quien le amputó la Península de Crimea, y se asesinaron miles de personas; una guerra civil endémica en Siria que se extiende desde hace más dos años; Irak que no logra estabilizarse políticamente y al cual un movimiento de extremistas radical llamado Isis (que se autofinancia con petróleo robado en los territorios que ocupa) le ha amputado parte de su territorio a dicho país y a Siria y que incluye la histórica ciudad de Mossul, que tiene grandes monumentos históricos de las civilizaciones sumeria, acadia, babilónica y asiria. Turquía, vecino de Siria e Irak ha erigido en su gobierno a un radical musulmán (habiendo sido activo miembro de la OTAN).
Mientras tanto, la ecología se resiente y el planeta puede terminar en cualquier momento estrujado como un limón, sobre todo que varias pandemias como el Ébola, mantienen su amenaza a la salud a nivel global.
Saluda a Ud. muy atentamente,
Dr. Juan José Ayala Graña
C.I. 1.403.766.7 |
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