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ENFOQUES COMPARTIDOS - MÁS ALLÁ DEL RÍO DE LA PLATA
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Enrique Guillermo Avogadro |
¿Se perdonará? |
- "El error en política es perdonable, lo que no es perdonable es la estupidez" Felipe González
No es lo peor que ha hecho, pero seguramente esto fue lo más trascendente; me refiero a las fotografías del cumpleaños de la pareja de Alberto Fernández en la residencia presidencial, en julio de 2020 y en plena "cuareterna". Ya sabíamos que estábamos ante un caracol inútil manejado por la titiritera patagónica, pero ahora también que es un "pelo-tonto" que documenta sus trapisondas. Más allá de su desprecio a las draconianas normas dictadas por él mismo, que permitieron que la policía nos persiguiera, encarcelara y hasta matara por violarlas, ratifica que carece de todo principio moral, que es un caradura y un mentiroso serial que hasta hoy, cuando todo ha trascendido y está probado, insiste en que sólo recibió visitas vinculadas a la gestión y que la culpa de esta violación flagrante corresponde atribuirla a su mujer. Mientras a todos se nos impedía el contacto con nuestros hijos y nietos, trabajar para subsistir, y acompañar y enterrar a nuestros muertos, este "señor" hacía fiestas multitudinarias y lograba que su perro tuviera muchas más clases presenciales que los chicos.
En países serios, el Presidente Clown ya habría renunciado pero aquí los pedidos de juicio político ya presentados en el Poder Legislativo no prosperarán, porque para aprobarlos se necesitan los dos tercios de los votos, imposibles de reunir para la oposición. El oficialismo, como siempre hizo el peronismo con todos los delincuentes que conviven bajo su protector escudito, usará sus mayorías para reiterar su inveterado accionar de convertir al Congreso en un aguantadero de todo tipo de criminales, desde ladrones de guante blanco hasta violadores seriales, como José Alperovich.
En general, tanto el periodismo cuanto algunos opositores centraron originalmente las críticas en las eventuales connotaciones non sanctas de esas fiestas. Quien no lo hizo, y realizó así un magnífico trabajo, fue Nacho Montes de Oca que, en su cuenta de Twitter, comparó la fecha de cada una de esas reuniones con hechos dramáticos que ocurrieron en el país ese mismo día; por ejemplo, qué hacían Alberto Fernández y su raro entorno cuando un padre tuvo que ingresar a Córdoba caminando con su hija moribunda en brazos porque se le impidió hacerlo en auto, cuando un joven se ahogó en un río formoseño porque no le permitieron entrar al feudo de Gildo Insfrán por vías normales, cuando una joven moría en un pasillo de hospital por falta de camas o cuando la policía mató a quienes, por necesidad de trabajar, resistieron el aislamiento.
Las lacerantes y catastróficas heridas que este gobierno produjo en el ya arrasado tejido social (traducidas en casi 109.000 muertos, miles de empresas quebradas, emigración de la mejor juventud, millones de pobres, hambre generalizado, deserción escolar, violencia infrafamiliar, narcotráfico rampante), en razón de la ideologización, la corrupción y los negociados en la compra de insumos, la sideral demora del proceso de compra y aplicación de las vacunas, y la lista de personajes VIP (Sergio Massa, Jorge Taiana, Eduardo Duhalde, Hugo Moyano, Horacio Verbitsky, por nombrar sólo algunos) que saltaron la aterradora lista de espera para recibir de inmediato las inoculaciones, son todas hitos de la larga decadencia nacional y no debieran ser olvidadas ni perdonadas por la ciudadanía a la hora de votar.
En una sociedad medianamente normal, la catástrofe humanitaria, social y económica que ha producido el Gobierno (que se percibirá en toda su crudeza al día siguiente de las elecciones, cuando se corra la alfombra de controles, congelamientos, prohibiciones y cepos bajo la cual esconde sus pecados) haría que sus gestores comparecieran ante fiscales y jueces independientes. Pero esto es la Argentina, que ya registra índices de pauperización y falta de instrucción pavorosos los cuales hacen que sus principales víctimas -los habitantes de los más sumergidos conurbanos- sigan ciegamente banderas oxidadas para intentar sobrevivir en esos infiernos a los que se los ha conducido y se los mantiene intencionalmente, para reproducir aquí un escenario de generalizada pobreza y obligar a los ciudadanos a la dependencia total del Estado.
La clase política en todo el país se ha transformado, salvo contadas excepciones, en una casta privilegiada que pesa enormemente sobre las espaldas de un Estado fallido y, además de actuar en muchos casos como señores feudales, se considera exceptuada de respetar las reglas que rigen la vida del resto de los ciudadanos. Y para eternizar ese dislate que implica mantener sus privilegios, sólo atina a proponer la creación de nuevos impuestos y a mantener eternos aquéllos que debían durar un período, como el que inventaron Máximo Kirchner y Carlos Heller para gravar los patrimonios en razón de la emergencia sanitaria.
Aún estamos a tiempo -poco, por cierto- de salvar a la República y a su Constitución, enviando al kirchnerismo al relleno sanitario. Para lograrlo, es absolutamente imperioso que dejemos de lado el miedo que nos han inducido y vayamos masivamente a votar en las PASO y en las legislativas, y que fiscalicemos de verdad las elecciones, para evitar el monumental fraude que el kirchnerismo necesita concretar. Quien dude de esa afirmación no tiene más que ponerse en la piel de Cristina Fernández y pensar qué sabe ella que le sucederá si no consigue alcanzar los dos tercios del Senado y el quórum propio en Diputados: quedará a tiro, sin fueros, de las volubles veletas que coronan el edificio de los tribunales federales, la historia la condenará y su proyecto hereditario de perpetuación desaparecerá para siempre. |
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La mentira como método |
- Si hay algo que, en la perspectiva del tiempo, sigue asombrando, es la capacidad de las gremiales de educación para mentir a destajo, sin pudor alguno.
A lo largo de nuestra vista política, lo hemos visto -y sufrido- desde 1972, en que proyectamos y defendimos una ley que creó la ANEP, unificando en un mismo ente autónomo las diversas ramas, y estableció un órgano central de conducción, el CODICEN. La ley era tachada de "fascista" porque "barría con la autonomía de la educación", al establecer ese órgano que permitía comenzar a pensar en la educación como una acción continuada y no el resultado de compartimentos incomunicados como ocurría antes con Primaria, Secundaria y UTU. Por supuesto, la autonomía del ente se mantenía como ocurre hasta hoy. El hecho es que, pasada la dictadudra y dictadas nuevas leyes, a nadie se le ocurrió retornar a los tres antiguos entes autónomos, autonomizados y descoordinados entre sí.
En nuestra reforma de 1995, fue algo peor. La falsificación de la realidad alcanzó ribetes impensables. Un programa que apuntaba al fortalecimiento del sistema público, con una clara orientación social, era cuestionado por "privatizar la educación". No se privatizada nada. Se fortalecía la educación con escuelas de tiempo completo en los sectores más necesitados, se alcanzaba la universalidad de las preescolares, se creaban centros de formación docente en el interior del país y suma y sigue, todo en el ambito del Codicen. Nos dijeron de todo. Nos insultaron. Boycotearon edificios que inagurábamos. Decían que el pograma era una imposición del BID cuando habíamos ido a la elección con él como propuesta fundamental. Ahora reconocen que no todo era tan malo y que el problema era el carácter de Germán Rama, un héroe, que soportó todo ese embate injusto y falso. Si sobrevivió fue por su entereza y el apoyo que le dio Mosca desde el Ministerio, para hacer las obras necesarias, y el sostén de todo el gobierno.
De esa batalla viene Robert Silva, por entonces Secretario General del Codicen, que es quien soporta ahora parecidos embates. Antes de llegar a la Presidencia del Codicen ya fue apostrofado cuando lo integraba en representación de los profesores, cargo al que había accedido por elección. Le declararon persona no grata, simplemente por defender la necesaria laicidad en los ámbitos educativos. Ahora la emprenden contra la LUC , mientras hacen paros absurdos que solo castigan a los niños, a quienes dejan sin comer a cada rato, con un nivel de insensibilidad alarmente. Cuesta creer cómo, pese a que han quedado en evidencia, siguen con esta conducta antisocial con desprecio para la opinión.
Naturalmente, el enojo viene de que han perdido la presencia en los Consejos de Primaria, Secundaria y UTU. Ese es el tema. Desde allí mandaban, ejercían el poder. En el caso de Fenapes se ha demostrado con claridad, como sus dirigentes hacían lo que querían, falsificaban documentos y declaraban horas de trabajo inexistentes. También ha quedado claro que los Consejeros nombrados por el gobierno se sentían impotentes ante el peso de esos dirigentes "nacionales". Mandaba el sindicato y esto es lo que la LUC logra: recuperar la conducción para las autoridades competentes.
Lo peor son las mentiras. Dicen que se deroga la ley de alquileres, cuando lo que se hace simplemente es añadir un nuevo sistema para facilitar los arrendamientos sin garantía, manteniendo absolutamente intocada la norma general. Dicen que las disposiciones sobre seguridad han abierto el "gatillo fácil", cuando en un año de experiencia no ha ocurrido nada alarmante y sí se ha visto - en cambio- lo que significa para la acción policial el respaldo de la ley. Cada vez que apareció un abuso, se investigó y, si correspondia, se sancionó. Y tampoco su cantidad muestra números diferentes a los tradicionales. Se dice que se desmantela el Estado, cuando todo es para afirmar su capacidad, como queda claro en los temas de seguridad y educación. Para colmo, reiteran el viejo eslogan de "privatizar la educación". Por ningún lado se privatiza nada. Se reafirma la autoridad del Codicen en todos los sentidos, pero se repite y se repite, a lo Gooebels, para que la mentira mil veces repetida termine siendo verdad.
El país está ante un enorme desafío. Retroceder en materias esenciales como las abordadas sería un gravísimo daño. Y que la mentira triunfe nos pondría en el camino de una pendiente democrática peligrosísima. Luchemos desde ahora para que no sea así. No estamos ante un referendum más.
Julio María Sanguinetti
(Nota que se comparte con Correo de los Viernes)
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