Hay dos elementos siempre presentes en los gobiernos progresistas: el despilfarro de los dineros públicos y la corrupción incontrolable. En algunos países latinoamericanos algunos están asociados a grupos terroristas que manejan el narcotráfico, pues estos le proporcionan cuantiosos ingresos económicos.  Hay países como Venezuela donde hay zonas liberadas y quienes allí viven están olvidados por el gobierno y en los cuales el narcotráfico suple las funciones del estado y así obtiene el apoyo de los ciudadanos. Para los incautos, ellos dicen que la corrupción es un invento de la derecha y que los medios de comunicación son cómplices para inducir a engaño a la opinión pública. Es por eso que una de las primeras metas de los gobiernos progresistas es controlar la prensa en todas sus expresiones. A los dueños de medios se les otorga más pauta oficial y a quienes allí trabajan se le conceden favores que pueden ser cargos públicos creados para familiares o se les inventan programas en el canal oficial.  En caso que esto no surta efecto comienzan los aprietes, que incluso pueden ser amenazas a ellos o sus familiares, que son realizadas por grupos afines al gobierno y de esa forma éste queda ajeno al hecho. Incluso si esto no tiene efecto, se ha llegado a concretar el asesinato de los mismos. Evidentemente el volumen de corrupción es proporcional al respaldo económico que posee cada país y los métodos utilizados para llevarlo adelante, depende de la creatividad de los responsables. En la mayoría de los casos el dinero sucio se ha canalizado a través de la obra pública como lo pudimos ver con Odebrecht en varios países latinoamericanos. En Argentina los Kirchner fueron más creativos y pusieron a un testaferro como Lázaro Baez, que a través de una empresa constructora cobraba sobreprecios que devolvía, inventando alquileres de hoteles propiedad de los Kirchner.  Otro hecho característico del progresismo es el despilfarro del dinero de los contribuyentes, el cual se justifica argumentando que es para mejorar el bienestar de los más pobres. Todos sabemos que los pobres seguirán siendo pobres, pues los progresistas mediante promesas imposibles de cumplir, los mantienen así para que los sigan votando. Mantienen almácigos de pobres para continuar en el poder y seguir llenándose los bolsillos. En Uruguay hemos visto infinidad de hechos de despilfarro: Pluna, Regasificadora, ANCAP, Alas U, Envidrio, Urutransfor, Metzen y Sena e infinidad de empresas apoyadas por el FONDES. La mayor parte de estos desastres se produjeron en el gobierno del Pepe Mujica, el que pude ser catalogado como el peor de la historia. Pensar que muchos lo votaron pensando en su austeridad personal. ¡Qué error!
Lo que hemos visto en estos años demuestra que los gobiernos progresistas sólo han generado más caos económico, sin solucionar el problema de la pobreza. En algunos han disfrazado la pobreza mediante el reparto de dinero que se obtiene con más deuda pública que en algún momento se deberá pagar. Patean la pelota para adelante, endeudándose.
Es por eso importante, que la democracia responsable informe a la población una y otra vez de los desastres cometidos, de modo que no vuelvan a cometer el error de votar a estos ineptos. Tenemos claros ejemplos de las consecuencias de estos chantas donde los ciudadanos huyen hacia países de signo político opuesto, asumiendo riesgo de vida para conseguirlo. Sería bueno que Andrade y Gerardo Núñez expliquen porqué sucede esto en sus paraísos terrenales. No se olviden que también cayó un muro.
Carlos Asecas