Edición Nro. 2283 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 28 de octubre de 2022
 
 
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Javier Bonilla
Elecciones brasileñas 
De un lado, la libertad!
La votación más importante en los últimos 30 años en el Cono Sur tendrá lugar el próximo domingo, cuando 157 millones de brasileños puedan decidir para dónde van a inclinarse, ellos y sus vecinos. Las estaciones de este tren son claras: Occidente o el cuarto mundo bolivariano del maldito foro paulista (o de Puebla o como corno quieran llamar a ese contubernio anti americano, con amigotes malandras desde Alaska a Ushuaia). Ya no se pueden bajar en el medio del camino.
De un lado, con sus defectos y virtudes, tal como él es, el presidente Jaír Bolsonaro. Junto a sus ministros estrellas, algunos aún en el gabinete, como el de Economía, Paulo Guedes -que ha conseguido bajar la inflación y crecer al mismo tiempo, pese al esfuerzo que la pandemia y la realidad internacional han exigido- otros, o bien en el Senado, como la ex ministra de Agricultura, Tereza Cristina, o el ex de Ciencia, Tecnología e Innovación (el astronauta Marco Pontes) o, disputando el gobierno regional más importante del país, el de San Pablo, como el ex ministro de Infraestructura, Tarcisio de Freitas, que ha conseguido "imposibles", cual resucitar el ferrocarril o renovar la malla vial, privatizando puertos y aeropuertos exitosamente, han cambiado la cara de un Brasil hace pocos años derrotista, endeudado y entonces minado por la ineficacia, el estatismo y la corrupción.
En el otro lado del ring, un sórdido ex presidiario, des-condenado y acusado de cientos de fraudes, liberado por un más que dudoso estrado "Constitucional", el Supremo Tribunal Federal, que él mismo y Dilma designaron hace algunos años (como que por si acaso...), como se dijo hasta el cansancio, admirador y amigo de Ortega, Maduro, Correa , Evo y toda esa barra, con sucursales africanas e islámicas, que al fin y al cabo, hasta Hamás dio su apoyo al tal Lula. El impresentable, ahora no solo fue liberado con argucias insostenibles (fue juzgado en el municipio X y debería haber sido en el Y...), sino que la vieja -vetusta novelesca y arcaica- clase política brasileña, de los Odorico Paraguaçu de la vida, de los que ya fueron y ya tuvieron su oportunidad, lo santifica y lo transforma en un Papá Noel, que hasta asado dominical promete. Ni el mismo se lo cree.
De la misma manera, hay muchos que ya no creen ni en los abusos legales del no menos payasesco y dudoso Tribunal Supremo Electoral, cuyo sambista estrella es el patibulario Alexandre Drácula de Moraes -cuyo favoritismo hacia la izquierda ni se preocupa en simular, mientras va recortando toda posibilidad publicitaria del oponente caradurescamente -y en el ala de las bahianas viejas, todo el cinismo de la Dra. Carmen Lúcia, seguida por un tal Lewandovsky que ni siquiera juega al futbol, como su homónimo. Tampoco de un sistema electoral que ha registrado gente intentando votar, sobre la cual su nombre, no constando en el circuito de su barrio, venía a estar en el padrón de ciudades a 3.000 kilómetros que ni conocía, de circuitos que se trancaban al llegar a determinado número de votantes, u otros, como denuncia un diputado, donde cada hipotético elector votó en el tiempo record de 9-10 segundos!
Todo esto, y la presión -nacional e internacional- de la patrulla cultural (desde Leonardo Di Caprio hasta el lloroso Caetano Veloso -que admite sin remordimientos perdonar los billones de dólares robados por Lula "la Petrobrás" para que no gane el feroz Bolsonaro y su "modelo"- hasta Daniela Mercury, Chico Buarque o Marieta Severo, que ahora no se molestan más por la censura hoy imperante en medios y escenarios brasileños. Todo, y los deseos públicos de ambos desgobiernos de la Península Ibérica, para que el ex habitante de la cárcel de Curitiba vuelva a apestar el Palacio do Planalto. Y mucho de ridículo, desde el cual es muy difícil retornar. A la retirada abusiva de carteles y hasta banderas de Brasil del interior de casas y autos, ordenados por la comparsa electoral (y acatados con demasiada obediencia, para gusto rioplatense) hasta el corte de parlantes de propaganda común, sin explicaciones, le siguen a los vampiros togados, "colaboradores espontáneos" del reino del absurdo.
¡Sí señores! Al que le pareció demasiado loco que fueran interrogados los dueños de una bodega porque liquidaban la mercadería a 22 reales (22 es el número de lista del oficialismo), le digo que también hay alcahuetes, quien sabe si asalariados o vocacionales. Efectivamente... El periodista izquierdista Ricardo Noblat, en ignorancia o maldad (ambas, quizá...) intentó armar un escándalo por propaganda indebida contra la Fuerza Aérea, la cual hace un lustro que usa el logo "Dimensión 22"  -desde 2017, cuando Bolsonaro ni pre candidato era...- en referencia a los 22 millones de kilómetros cuadrados que, en tres dimensiones custodia, impreso en aeronaves y vehículos. Hasta jugadores suplentes con el número 22 han debido explicarse...
Contra toda esa parafernalia de recursos impropios, obscenos e improcedentes, debe vérselas el presidente Bolsonaro el 30 de octubre. Y no sólo estarán en juego el orden, progreso y proyección al futuro del país continente, sino de todo el Continente, hoy teñido de un preocupante e inconducente rojo bolivariano. Al respecto, vale recordar que, al contrario de la indiferencia con la cual nos trató a sus vecinos menores el resucitado Lula (por lo que no entiendo el fanatismo de algunos uruguayos y paraguayos a su favor, ahora), el actual gobierno brasileño ha construido un nuevo puente hacia Paraguay, ha practicado una política de cielos abiertos en toda América, ha facilitado las conexiones carreteras y fluviales -el caso de la hidrovía Laguna Merín-Laguna de los Patos- e invitando al Cono Sur a integrarse a la resurrección de sus trenes.
¿Qué puede ofrecer Lula? ¿Más préstamos corruptos a Venezuela, Cuba o Nicaragua? ¿O el aval fraudulento a OAS, sea en Perú, sea en Gas Sayago? ¿Integrar a la Colombia de Petro al Mercosur, justo cuando Colombia le pide al Tratado de Asunción negociar en pocos días, textualmente "Una nueva política de drogas participativa e incluyente", justo cuando el candidato del PT propone en privado descriminalizar las drogas y amnistiar a los micro traficantes si llegase a ganar? ¿Un Cono Sur ligado a cuanta dictadura africana o musulmana esté disponible, justo cuando reviente Irán y algunos otros socios?
Yo, Occidental! Yo Orban, yo Meloni, yo Bolsonaro! Yo doy la cara...!
Rafael Rubio
Ollas populares
  • "Ganarás el pan con el sudor de tu frente...". Génesis, 3:19.
“Las neurociencias descubrieron que nuestro cerebro se transforma de manera constante: la experiencia y el ambiente modifican los circuitos neuronales y regulan la expresión de nuestros genes. Un cerebro que no cambia, es un cerebro que está muerto” (Burnett, Dean. 2018. El cerebro feliz. Paidos. Argentina. Pág. 77).
Los seres humanos compartimos con el resto de los animales la capacidad de adaptarnos a los diferentes cambios que suceden. Uno de los mecanismos que lo permite es la llamada “habituación”. Consiste en la disminución de respuesta ante la presencia repetida de un determinado estímulo. La “habituación” es un proceso muy potente que significa que el cerebro se concentra inicialmente en cualquier cambio repentino, pero si éste  permanece y no provoca ninguna consecuencia importante, el cerebro termina perdiendo el interés por él (Burnett, Dean. 2018. Op. Cit. Pág. 60).
La habituación tiene un claro valor evolutivo,  contribuye a la adaptabilidad del organismo. En cualquier situación, por simple que sea, intervienen tantos estímulos que si el organismo tuviera que responder a todos la conducta sería caótica. La habituación es un descenso de respuesta ante un estímulo moderado o repetitivo, por lo que se reduce la reacción a los estímulos irrelevantes y la conducta se organiza y dirige a responder solo a algunos estímulos más potentes.
Cuando se vive en la calle, la calle invade tu cerebro. El ambiente se “mete” por  la mente y se enlaza en todo el organismo. Esto  genera adicción, cuesta mucho sacar las personas de la calle, crean  habituación a las condiciones de esa vida miserable, de desarraigo social y exclusión. Son individuos enfermos, desde lo molecular a lo social. Se debe cambiar su cerebro, para cambiar su manera de pensar.  Cuando cambia el cerebro, cambia el cuerpo y  cambia la mente,  cambia la biología de los sujetos (Bonet, José. 2015. Cerebro, emociones y estrés. Ediciones B Argentina S. A.).
Los tienes que sacar de la calle durante la noche, no puedes dejarlos “solos” durante el día.
Esos pobres individuos “solos”, van dónde les resulta más cómodo, tienen grabado en su cerebro  la “memoria de dejadez”. Es necesario que hagan “ejercicios de socialización”, mantener una férrea disciplina de trabajo sistemático exigente que ayude a subir un peldaño por vez, a “elevar la vara de su vida”.
Los hábitos pueden modificarse en ocho semanas (Bachrach, Estanislao. 2014. ENCAMBIO. Editorial Sudamericana Uruguaya S. A.). A mayor edad que comiencen los cambios, más tiempo se requiere. En situaciones tan complejas, el tiempo puede ser mayor.                    
Cambiar los automatismos adquiridos (hábitos, actitudes, sentimientos) de su inteligencia computacional (inconsciente – cognitiva, motora y afectiva), para que su inteligencia ejecutiva (operacional y consciente) elija las mejores prácticas para una buena vida, reconstruir su autoestima, ayudarlos a descubrir su propósito en la vida,
Se requiere entonces que “el cerebro se construya a sí mismo” (Norman Dodge, en Marina, José Antonio. 2014.  La inteligencia en el Siglo XXI. Ariel. Barcelona).  El trabajo y sus hábitos, higiene, deporte, actividades sociales para crear nuevas conexiones neuronales que deriven en nuevas conductas.
 
i. “No hay situación a la que el hombre no se acostumbre, especialmente si todos los que le rodean la soportan viviendo en iguales condiciones”. León Tolstoi. Ana Karenina
¿Si todo esto ocurre con un compatriota que padece la enorme desgracia de vivir en la calle, qué pasa si te están dando plata para vivir o le dan la comida en una olla?
Te “habitúas” a vivir de “arriba, a no hacer nada” para salir de esa situación, es más “piensas” que eso es lo correcto.
A raíz de toda la discusión que se ha generado con respecto a las “ollas populares”, se percibe que se ha perdido el foco de un problema que es la existencia de éstas. Este problema también involucra a todos los ciudadanos que viven gracias a las dádivas que otorga el Estado en sus diferentes formas.
El manual más elemental sobre comportamiento humano enseña que si una persona es incentivada para determinado fin, a la corta o a la larga, si los estímulos son adecuados, ese fin se alcanza. Si te dicen que no te preocupes de tu comida, porque te la dan, ¿qué incentivos voy a tener para trabajar y procurármela por mis propios medios?
Es cierto que pocos días después que este gobierno asumió comenzó la pandemia. Ahí ya existían los planes sociales que eran consecuencia de la crisis del año 2002. El gobierno de la época había dejado pasar 15 años del momento más esplendoroso de la economía mundial para reinsertar a toda esa gente en la sociedad.
Pasada la pandemia, ya es hora de comenzar planes focalizados para insertar a esa gente en la “sociedad”. Comenzar con  planes que subsidien el trabajo, para que la gente “haga”. Como contraparte reciba ayuda. Hay que ser creativos, “jornales solidarios”, incubadoras de trabajo, incubadoras de empresas.
Se debe buscar la “empleabilidad” no sólo de los que hoy comen en las ollas populares, también de los que reciben ayudas monetarias y están en condiciones de trabajar.
Para acceder a la empleabilidad hay que saber combinar libertad y responsabilidad, como lo fue durante la pandemia. Elegir bien las metas, gestionar la información, manejar las emociones y practicar las virtudes de la acción, aplicar los estímulos correctos en la dirección correcta. Aptitud (conocimientos y habilidades), actitud (comportamientos), compromiso y contexto.
Este año 2022, los robots harán el 42% de la actividad económica en el mundo. Bienvenido el “empleo” (emplear nuestro talento, implicarnos). La tecnología es un oportunidad del talento; la palabra oportunidad proviene de “puerto”, que la tecnología sea el puerto de salida para esta gente.
 
ii.  “El ejemplo no es la mejor forma de enseñar, es la única”.  Albert Einstein
Los niños aprenden por imitación y los primeros a los que copian en sus acciones y actitudes son a los padres y a los familiares que los rodean. Los padres, aunque no se den cuenta, dan ejemplo a los hijos todos los días con su conducta. El ejemplo es uno de los mejores instrumentos con que cuentan los padres para ejercer la tarea profunda y compleja de educar. La ejemplaridad de las acciones tiene gran impacto en el niño, especialmente en la forma de organizar la realidad y en el acercamiento a los otros y a cuanto lo rodea. ¿Porque pasa esto? ¿Por qué los bebés lloran cuando escuchan a otro bebé llorar? ¿Por qué casi podemos sentir dolor cuando vemos a una persona herida? ¿Por qué sentimos en carne propia los problemas que vive el personaje del libro que estamos leyendo? La respuesta a estas preguntas se encuentra en las “neuronas espejo” (mirror neurons) que “replican” (“reflejan” como un espejo) el comportamiento de los otros (Goleman, Daniel. 2006. Inteligencia Social. Editorial Planeta Mexicana). Esto tiene un papel importante en el aprendizaje de habilidades por imitación, así como en el desarrollo del lenguaje. Las neuronas espejo transforman la información visual en aprendizaje, reproducen comportamientos positivos como negativos, como el caso de los niños, que reciben el ejemplo de sus padres que reciben ayuda por no hacer nada.
 
 
iii. “Si quieres algo nuevo, tienes que dejar de hacer algo viejo”. Peter Drucker
No se requiere de un Ministerio de Desarrollo Social para dar dinero para que la gente subsista y ollas populares para darles de comer. Para hacer eso hay formas mejores y más eficientes.
De última, esto es la institucionalización del clientelismo político. El gobierno anterior era maestro en ese arte, basta ver a quiénes puso al frente del mismo, cuál era su ideología.
Lo que se requiere para devolver a la vida plena a esa gente es LIDERAZGO.
Los buenos líderes generan CAPITAL HUMANO.
¿Qué es capital humano? Son Personas capacitadas y comprometidas consigo mismas, sus familias, la sociedad, con entusiasmo por lo que la vida ofrece y lo que ellos son capaces de llevar adelante.
Los buenos líderes enfrentan la realidad tal cual es, no como un dogma o una ideología quiere que sea. Y la enfrentan para cambiarla y lograr un estadio mejor. Los buenos líderes están convencidos que las cosas se pueden cambiar. Que existe ese futuro mejor y dedican toda su energía a crearlo.
    Los buenos líderes “estudian”. Son “tan ilustrados como valientes” al decir de nuestro Prócer. No “talentean”, no se sienten sabios. Saben decir “me equivoqué” y lo confiesan, sin tapujos. Aprenden todos los días.         
Cultivan el valor de la excelencia como forma de vida.
Los buenos líderes movilizan a las personas para ejecutar, traducen las estrategias en metas desafiantes, claras y específicas, construyen relaciones de cooperación,  construyen equipos de alto desempeño, no grupos o clubs de amigos.
         Si algo no funciona, los buenos líderes no dan explicaciones sobre el porqué. No se dedican a dar excusas, ni a echarle la culpa a sus antecesores o al tiempo o a las circunstancias o a la situación.
          Los buenos líderes hacen, no solo hablan. Los que solo hablan, son “explicadores” profesionales. Esos no son líderes. La capacidad de ejecución es una de las virtudes más claras de los buenos líderes, algo que en Uruguay es muy escaso. Aquí somos especialistas en el debate y en la excusa.
Grandes líderes, en los altos puestos, hacen una grandísima diferencia. No están preocupados por quién abastece las ollas populares; están ocupados en que éstas no sean necesarias,  y desaparezcan. 



ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.



Historia por decreto
Por Julio María Sanguinetti. Hace pocos días, la arbitraria Comisión Honoraria de Sitios de la Memoria, autoerigida desde hace algunos años en un tribunal oficial de justicia histórica, colocó una placa en el lugar que se supone ocurrió el combate de Salsipuedes, o -como dice el historiador Acosta y Lara- la "guerra de los charrúas".

Podemos aceptar que el hecho mereciera recordarse porque es uno de los últimos episodios de los choques entre la sociedad hispano-criolla y los retazos remanentes de la etnia charrúa, disminuida desde hacía muchos años. Luego de las persecuciones sufridas en Entre Ríos y dos siglos de asimilación de la mayoría indígena, de origen fundamentalmente guaraní, poco quedaba de esa primitiva tribu charrúa.
Con todo, el episodio no fue el último, porque bien podría añadírsele el del cruel asesinato de Bernabé Rivera, ocurrido poco después en Yacaré Cururú a manos de los remanentes grupos charrúas que, como se advierte, no habían desaparecido en ese presunto genocidio del que falsamente suele hablarse.
La cuestión merecería un tratamiento serio y honesto, sin anacronismos absurdos, porque tan falso como decir que entonces "masacraron a gran parte de la nación charrúa", asesinando "ancianos", es lo que afirmó uno de los oradores del acto, añadiendo que Salsipuedes es "evidencia histórica de un proceso continuo de violación que se perpetúa hasta nuestros días". ¿Hasta nuestros días, etnias indígenas sometidas?
Por supuesto, una vez más se responsabiliza al Presidente de la República General Fructuoso Rivera, a quien por unanimidad la Asamblea General le había encargado la restauración del orden en la región y la preservación de la vida de los habitantes constantemente amenazados, saqueados, raptados y asesinados. Según la crónica de "El Telégrafo" de Paysandú tampoco faltó, para nosotros en lo personal, algún cuestionamiento por sostener lo que sostienen todos quienes se han asomado al tema, seriamente, desde la historia o la antropología.
Es realmente increíble que en una sociedad como la nuestra, amalgama de gente de los más diversos orígenes, se hable de pueblos sometidos, como si tuviéramos todavía poblamientos indígenas. En la estructura biológica de un uruguayo contemporáneo hay rastros de los más diversos orígenes, europeos, africanos, asiáticos, como lo han venido demostrando los recientes estudios del ADN. Eso, sin embargo, no es lo importante para quienes, desde una visión humanista, impugnamos toda concepción racista, porque lo que importa es la cultura, los modos de pensar y vivir, la lengua, los sistemas de valores. En esa dimensión nuestra sociedad es, felizmente, un ejemplo de integración, más allá de las diferencias sociales, económicas y políticas propias de una vida democrática y plural.
Como dice Lincoln Maiztegui, destacado historiador de origen blanco, hablando de Salsipuedes, "en realidad nadie saber con certeza lo que aconteció. Lo único indiscutible es que el país entero -indios asimilados incluidos- en 1831 pedía a gritos una acción drástica porque la amenaza que constituían era pavorosa". Quizás la más clara prueba de ese espíritu, es la orden que Juan Antonio Lavalleja, por entonces Gobernador Provisorio, le da la orden a Fructuoso Rivera, Comandante de la Campaña y poco después Presidente, de "proceder con mano de hierro" frente a los "excesos cometidos por charrúas". Dispone, en febrero de 1830: "...para contenerlos en adelante y reducirlos a un estado de orden y al mismo tiempo escarmentarlos, se hace necesario que tome las providencias más activas y eficaces... Dejados estos malvados a sus inclinaciones naturales y no conociendo freno alguno que los contenga, se librarán sin recelo a la repetición de actos semejantes al que nos ocupa".
Podríamos seguir acumulando claros testimonios de la insostenible situación que se vivía y del ánimo humano del Presidente Rivera, que, como dice José Enrique Rodó, en su larga trayectoria militar, nunca derramó sangre que no fuera en combate. Que fue lo que pasó allí. Rivera quería la pacificación y creía que era posible. No lo fue, se trabó ese combate, hubo desgraciadas muertes de ambos lados, pero 300 prisioneros hablan del ánimo magnánimo de quien no caía nunca en la tentación de la venganza.
Lo inaceptable es que instituciones del Estado se crean en el derecho de retorcer la Ley No. 19.641 que cometió establecer sitios de Memoria Histórica sobre el "pasado reciente" para llevarla hasta un episodio de abril de 1831. Así lo entendió oportunamente la Fiscalía de Gobierno y así lo dice la intención inequívoca de la norma. Desgraciadamente un "charruismo" trasnochado y antihistórico no ceja en su empeño de denostar al caudillo más popular de la revolución de la independencia, instalando además en la sociedad uruguaya una suerte de culpa colectiva que intenta herir nuestra identidad nacional. Lejos de ello, nuestra nación, oriental primero, uruguaya más tarde, es el resultado exitoso de un largo proceso de construcción social, en que se mezclaron los españoles y portugueses con la escasa población indígena, al tiempo con el aporte africano y más tarde con los aluviones inmigratorios que a finales del siglo XIX y comienzo del XX de algún modo lo refundaron con gente de los más diversos orígenes. Naturalmente, son procesos complejos, nunca lineales, a veces se generan rezagos pero nuestras instituciones republicanas amparan a todos bajo sus leyes.
Es triste tener que estar en estos debates antihistóricos, cuando tantas causas nos convocan desde el pasado para entender el presente y seguir mirando adelante. En cualquier caso, no cejaremos en nuestro empeño.



 



 

 
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