• Así como en nota anterior, en la cual nos referimos a las negociaciones con Brasil y la firma del protocolo 71 al ACE 2 y expresábamos su inutilidad, y que era hora que nos dejásemos de perder y dilapidar recursos humanos y materiales en negociar con quienes no tienen mayor interés de hacerlo con el país, así también hoy, decimos con la misma convicción y energía, que es bueno que apostemos por este nuevo acuerdo integracionista de corte netamente comercial, despegado de anuncios populistas de los cuales ya estamos hartos. El país necesita nuevos espacios en el mundo para de dicha forma aumentar el bienestar de sus habitantes en múltiples aspectos, que no es otro el fin que deberían tener los gobiernos.
  

Uruguay ha sido aceptado como observador en la Alianza del Pacifico. Luego de la lectura del acuerdo, primero antes que nada, debemos congratularnos de esta opción, que aún tímidamente ha comenzado a elegir el país.
¿Es ella incompatible con el Mercosur? Creemos que no. ¿Qué otra cosa es el Mercosur sino un acuerdo de integración regional? ¿Estaríamos ante un dilema de falsa oposición? Creo que sí. En su artículo 3 se define su principal objetivo, que será el de avanzar progresivamente “hacia la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas”, desarrollando actividades tales como la liberalización del mercado comercial de bienes y servicios, libre circulación de capitales, desarrollo y facilitación del comercio, y asuntos aduaneros y promoción de la cooperación en materia migratoria y consular.
Este enunciado se compadece íntegramente con el  primer literal del artículo 1 del  Tratado de Asunción. Más aún, en el preámbulo, se  reafirman los derechos y obligaciones emanados de la carta constitutiva de la OMC y del Tratado de Montevideo, constitutivo de la ALADI, bajo  cuya égida se constituyó el Mercosur. Es de recordar que Uruguay es miembro fundador de la OMC y ALADI.
Veamos las bondades que dicho acuerdo presenta para nuestro país.
Lo integran todos aquellos de habla hispana, pequeño pero importante detalle, desde el punto de vista de la  tradición cultural.
Deben compartir los países miembros el apego al sistema democrático y no solamente en lo que hace a la realización de elecciones, sino que tiene la carta un  plus, debe existir, de acuerdo con el artículo 2b, una efectiva separación de poderes, algo que por ser obvio, no viene mal insistir, mas cuando han existido y existen ejemplos de modelos donde dicho aspecto no es cuidado ni valorado.
Tenemos ya  con México acuerdo de libre comercio en forma directa, y con el resto de sus integrantes, Perú, Colombia y Chile, a través del Mercosur.
Son todas ellas economías abiertas que han apostado a la liberalización del comercio como forma o modelo de crecimiento, en contraposición de nuestros socios mayores del Mercosur. Mientras en este último se ha optado por la política de sustitución de importaciones, en la Alianza del Pacifico se opta por crecer hacia afuera, cosa por la que Uruguay ha optado hace muchos años. Hoy por hoy,  tendríamos más empatía con la Alianza, que con el Mercosur.
La alianza, según expresa su acuerdo marco, no se opone a ninguna acuerdo que en materia comercial tengan suscritos sus miembros, o sea respeta todos los acuerdos de integración que tengan sus participantes. Su fin, lograr la libre circulación de bienes, servicios y personas dentro de la zona, algo que no es ajeno el Mercosur, pero tampoco es ajeno otro organismo al cual todos ellos pertenecen, la ALADI. Esta última propende la celebración de acuerdos que permitan su progresiva multilateralización. Es un diferente grado de integración, lo sabemos, pero no vemos que el mismo sea contrapuesto al Mercosur. Acá se trata de un Área de libre comercio, el Mercosur es, además de una zona de libre comercio entre sus socios, un grado mayor de integración, es un mercado común, con fronteras aduaneras únicas, un arancel externo común, implica además la coordinación de políticas macro, y un proceso de armonización de legislaciones. Ciertamente el deber ser es amplio en el Mercosur, aunque el ser no llegue ni siquiera a Área de Libre Comercio.
¿En qué nos puede obligar este acuerdo, que comprometa seriamente la política exterior del país en materia comercial? En que debemos seguir siendo un país donde el sistema sea la democracia y abierto al mundo. Creo que para esto se cuenta con amplia mayoría en el país.
Así  como en nota anterior, en la cual nos referimos a las negociaciones con Brasil y la firma del protocolo 71 al ACE 2 y expresábamos su inutilidad, y que era hora que nos dejásemos de perder y dilapidar recursos humanos y materiales en negociar con quienes no tienen mayor interés de hacerlo con el país, así también hoy, decimos con la misma convicción y energía, que es bueno que apostemos por este nuevo acuerdo integracionista de corte netamente comercial, despegado de anuncios populistas de los cuales ya estamos hartos. El país necesita nuevos espacios en el mundo para de dicha forma aumentar el bienestar de sus habitantes en múltiples aspectos, que no es otro el fin que deberían tener los gobiernos.

Durante largos años los partidos tradicionales en el gobierno debieron sentir la letanía de los frenteamplistas en cuanto al exceso de los cargos de confianza en el gobierno.
Los uruguayos memoriosos no nos acordamos de un gobierno que haya nombrado más cargos de confianza que el que padecemos.
Nada más ilustrativo de este fenómeno es lo que sucede en el Ministerio de Relaciones Exteriores donde hoy esa dependencia goza de veinte embajadores políticos.
No solamente políticos, sino algunos de ellos itinerantes sin destino fijo, a la orden de su ministerio, y uno presume que del poder ejecutivo.
Estos cargos son una novedad en nuestro país y parece que se otorgaran no por competencia sino por cuestiones netamente políticas.
Tal es el caso de un secretario de algunos de los tantos grupos de la coalición de gobierno que el Frente Amplio pretende nombrar como embajador itinerante. Parece que sin ninguna formación para el cargo, y, sin ninguna competencia notoria en cuestiones de relaciones internacionales.
La honestidad obliga a decir que tradicionalmente en nuestro país los embajadores políticos no han hecho mala gestión. Pero, generalmente eran, y deberían ser hoy, personas destacadas en el quehacer nacional que gozaban de la particular confianza del gobierno de turno. En general rara vez los partidos fundacionales nombraron embajadores solamente como pago por servicios o militancia política.
No es el caso con el Frente Amplio.
Es de esperar que estos personajes desconocidos en general estén a la altura de las circunstancias y realmente le sirvan al país todo. En esos cargos no se representa a un partido, se representa a todos los uruguayos sin distinciones de partido.
Por lo que trasciende esto no es así. Uno no tiene más que recordar los oscuros y aún no totalmente aclarados manejos con munición Iraní que se pretendía mandar a nuestro país a través de la embajada en Venezuela, por parte de un embajador que por cierto no era de carrera.
La política exterior de un país debería ser política de estado manejado por profesionales o al menos por personas de competencia notoria en esos temas.
No es el caso con este gobierno 'progresista'.
Es una lástima. Nuestro país tiene un prestigio diplomático internacional fuera de toda proporción a su tamaño. Eso se ha logrado gracias al esfuerzo de una sucesión de dignísimos representantes de nuestra sociedad, no por cierto limitados a una sola corriente política. Vienen a la mente, como ejemplos nada más, Velázquez, Fabregat, Frugoni, Sáenz y tantos otros distinguidos uruguayos que tan bien nos representaron.
El Ministerio de Relaciones Exteriores hasta ahora nunca fue un club político ni nunca debería serlo.
Hoy por desgracia lo parece y mucho.
Otro error que pagaremos seguramente los uruguayos durante años.
Una lástima.

El primer factor de coste de una aerolínea es el petróleo, y de eso todos somos conscientes. Cuando uno va de Madrid a Oslo en auto o en avión uno simplemente elige en cuál de los aparatos para desplazarse consumiendo combustible va a viajar. En un vuelo económico uno piensa y de ahí la popularidad de un modelo que tenga como objetivo ser de bajo coste para el usuario.
Se dice que un 13% del PBI mundial se va en turismo. Eso puede haber bajado un poco pero ya ha retomado niveles de años anteriores a las crisis de los años 2000 y parece que sigue en el “top ten” de los integrantes del PBI de cualquier lugar. Pero en algunos mercados, como el europeo o el norteamericano, pasaron a tener popularidad las aerolíneas low cost por ser las que más sirven para el viajero recurrente de bajo presupuesto que solo operan en mercados redituables.
Para llegar a Oslo desde Madrid, en algunas horas, es necesario desembolsar unos 380 Euros, eso según un sitio que se llama LowCostAirlines, así que ni siquiera allí es posible, tal vez si llenan el avión, de ida y de vuelta, al menos un 80%, recién allí puede que pase a ser redituable todo ese gasto de combustible y sueldos (los salarios son el segundo factor de coste más importante en el precio del vuelo). El precio de la aeronave se amortiza mucho durante los años. Es por ello que normalmente para hacer ese vuelo de MAD a OSL uno tenga que hacerlo por lufthansa o por Swiss Air, pagando casi 600 Dólares Americanos.
(Fuente: www.negociosaereos.com)

Si el propio gobierno me dice que, además de los narcotraficantes, de los punguistas, de los violadores, de los estafadores, de los reducidores, de los golpeadores de los asesinos y de los que están presos, hay -al menos- 60.000 ladrones y rapiñeros sueltos, si sumo todo, me da un senador y 3 diputados, y alguno más…
Si también tengo en cuenta a “proveedores”, compradores ocasionales, los múltiples hijos (algunos, infractores) y mujeres de los delincuentes -generalmente gente promiscua que se mueve en ambientes promiscuos, extremamente prolíficos-, mucho más de medio millón de personas, como lo había calculado un periodista estadounidense, asaltado en 2011 en la Ciudad Vieja, y mal atendido por la Policía y la Justicia….
O sea, seis senadores y 19 diputados: una gran bancada!!! Los votos suficientes, además, para inclinar un segundo turno electoral, y una o más intendencias…..
¡Todo un caudal electoral!
Más, cuando el voto de esa gente vale tanto como el de cualquier ciudadano, cosa que alguna vez hay que poner, al menos, en duda…
No se trata de poderío económico, origen social, étnico o perfil familiar, pero, una persona notoriamente sin profesión ni antecedentes laborales, académicos o vecinales claros, posiblemente, dudosamente instruida, ¿puede votar en igual condición que ud. y yo? Tema para otro artículo…
Volviendo al tema, qué gobierno, si se sabe electo, en gran parte, por esa amorfa masa marginal -directa o indirectamente, mayoritariamente contraventora o connivente con el delito- va a reprimirla, va a ponerle coto, más que "cosmeticamente"? Y si la mayoría de los jueces y fiscales, pertenecen a una ideología igual o similar a la oficial, junto a sectores de la policía (cuando otros están acotados o desmotivados), mientras sean más interesantes los excesos de una dictadura terminada hace 28 años, que la creciente criminalidad actual, ¿qué importancia le van a dar a esta violencia sin fin?
Perversa ecuación… Ahora, le agregamos a la “intelectualidad”, la clase media estúpidamente culposa frente a los vicios sociales, y la abundante literatura u orientaciones permisivas, atenuantes e híper garantistas -para el reo y no la víctima…- ya concluyendo que, de no mediar un “parate” sorpresivo, duro y claro, la delincuencia y la decadencia van a aumentar en Uruguay en los próximos años.
Si yo fuera un  gobernante populista, como el Pepe, como la reina K, como el ilegítimo Maduro, Evo, Ortega, etc. tendría -tienen…- ese caudal a favor, cínica y tan delictivamente como esos votantes, me preferirán a mí, que les dejo “hacer…”, y hasta los minimizo o justifico frente a los demás…
Leonel Brizola, al elegirse gobernador del Estado de Río de Janeiro en 1982 (el primero de izquierda…) descubrió esa perversa relación entre la criminalidad, su entorno, sus simpatizantes, y los resultados electorales. Demagógicamente, se apoyó demasiado en ese segmento poblacional. Así, olvidó a las clases medias y hasta a los intelectuales, que se cansaban de ser asaltados (aunque se quejaran en voz muy baja…) y especialmente, de no ser muy escuchados por el caudillo…
Derrotado en 1986 y reelecto en 1990,  nuevamente gobernador, esas mismas clases medias e “intelectuales”, lo fueron abandonando y responsabilizando de la decadencia de Río, así como de los errores de sus aliados y correligionarios.
Así, al fallecer en 2004, su trascendencia y apoyos políticos eran insignificantes.
Las clases medias y letradas uruguayas, deberían seguir el ejemplo de la de Río de Janeiro. O más bien, de la próspera Santa Catarina, donde jamás ganó la izquierda…..!!! Es nuestra última oportunidad de sacudirnos al FA!
Aquellos países en donde los gobiernos populistas -de izquierda o derecha- se han consolidado, no se los sacaron por las buenas…

El gobierno progresista se ha propuesto encapsular los problemas sociales, las diferencias con la oposición y las irregularidades en su gestión de diversas maneras, con una estrategia que terminará ahogándolos en su misma cápsula.
Los problemas sociales, los va tirando hacia adelante con algo de dinero, maquillando a los sumergidos con algunas migajas de su chacra del MIDES cuyas jerarquías están autorizadas a desarrollar su estrategia comunista en complicidad con la Intendencia de Montevideo y el ministerio de Salud Pública.
A la oposición, intentan enervarla al descalificarla con “ninguneos” propios de boliches e intentando atropellarla con una táctica impregnada en el sistema del poder arrabalero porteño, a quienes se entregan sumisamente pero calcan de ellos el patoterismo.
Cuando se les reclama por los desaciertos en los dineros públicos, han inventado la formula de la “confidencialidad”, la cual los protege de la lluvia de noticias vinculadas a las coimas del dragado, a los millones de dólares perdidos en el negocio de PLUNA, a los casi cinco millones de dólares que “no se encuentran” en ASSE, los cuadros desaparecidos del despacho de la Intendente.
Este gobierno aprendió a volar con los Campiani y ahora quiere planear solo, son alumnos de PLUNA S.A. (algunos doctorados y con masters) que les motivó para que levanten vuelo y sin darse cuenta están perdiendo el aceite al querer aterrizar planeando, por temor al ruido que pueden hacer ante un aterrizaje forzoso.
Y es así que en nuestro país maquillan propuestas para que las creamos ajustadas a Derecho.
Esto nos trae a la memoria el argumento y los personajes de “Doña Bárbara”, una novela escrita por el venezolano Rómulo Gallegos y publicada  el 11 de agosto de 1929.
Increíblemente, el tema central de Doña Bárbara de don Rómulo Gallegos, la civilización contra la barbarie, cobra vida en Uruguay, en un período en que intentan enfrentar lo político  a la legalidad y al Estado de Derecho.
Nunca nos íbamos a imaginar que personajes de la obra “Doña Bárbara” volverían a la vida en el Uruguay del siglo XXI.
Por un lado esta Doña Bárbara, personaje que representaba a una Primera Dama, mujer de fuerza, recurre a cualquier maniobra y al miedo para imponer su voluntad y hacer del llano su posesión.
Aparece en escena Don Pernalete, que representa, en unión con "Mujiquita" la incompetencia política del país y el decadente estado de derecho. Al mismo tiempo representa el estado deprimente de la sociedad, causada por los líderes políticos de la época.
Junto a él, pero en posiciones contrarias, Gallegos introduce a Santos Luzardo, que representa la civilización y el progreso. Él es un hombre del llano civilizado por la ciudad, y al mismo tiempo, abogado y doctor graduado de la Universidad Central de Venezuela. Luzardo es un hombre con gran profundidad psicológica y en esencia es buena persona.
Por su parte, Santos Luzardo, algo así como un opositor, desarrolla la lucha civil frente a las arbitrariedades del poder. Sabe que la legalidad le acompaña y emplea ese argumento para exigir sus derechos frente a la actitud desafiante e impositiva de Doña Bárbara, quien usa su influencia sobre Pernalete, un personaje que era un secretario de gobierno, que debe administrar justicia, para que todas las decisiones le sean favorables.
Existe un hombre, en la obra,  que pone su inteligencia al servicio de justificar lo indefendible.
A este hombre, Gallegos, en 1929, sin saber qué le depararía el futuro al Uruguay, lo apellida Mujiquita, que era un personaje que manejaba las leyes y entendía la necesidad de aplicarlas.
Pero todas sus energías se centraban en darle matiz legal a las decisiones  y maquillar todos los atropellos con frases edulcoradas con el falso sabor de la equidad.
Lo que más reprocha Santos Luzardo a Mujiquita es que no entienda que el no detener a los corruptos ocasiona la pérdida de la institucionalidad y envuelve a la sociedad en una amalgama de tiranía, arbitrariedad y zozobra.
Al final Luzardo, sintiéndose un inadaptado y sabiendo que tiene la razón de la justicia, demuestra que, por más que Mujiquita las acomode, las leyes del sistema siguen siendo arbitrarias y la prensa debe ser libre.
En nuestro país, algunos Mujiquita maquillan propuestas para que las creamos ajustadas a derecho. La ventaja es que frente a esos pocos Mujiquita existimos muchos Santos Luzardo que lograremos que la verdad de la libertad se imponga y la civilización termine de vencer a la barbarie.