En un país en el cual nuestros supuestos sabuesos televisivos fingen asustarse de los abultados sueldos de los intendentes o -hasta renegando y dudando- de los números negros del desgobierno anterior, nadie de la pantalla boba se asombra de los disparates que se descubren, y (más aún ) de los que usualmente dice, el ex multi ministro Bayardi.
Cuando las papas queman, en algún canal tiene a su fiel escudero, Daniel Castro -el mismo que impide definir como "terroristas" a los Tupamaros que él define "Combatientes"- para bajar el voltaje o cambiar de tema; en otros, los cronistas suelen ser bastante amistosos como para embretarlo.
Y no sólo por el mamarracho respecto a las famosas actas del viejo coronel que ya no tiene escribas. No sólo por haber arrugado como el peor frente al escritor Álvaro Alfonso (el mismo al cual las fiscalitas rojas Guianze y Telechea lo mandaban a que el verdugo prácticamente le quemase sus libros sin reacciones de la patota cultural). No sólo por presentarse como el lobo feroz de los uniformados y, tras maquillarse y ponerse la pollera, le pide a los Tenientes de Artigas ingreso... ¡Denegado! Algo que, por más que jugase a la cambiadita y, según sus propias palabras -refiriéndose a los adversarios- hacía "pornografía explícita sin taparrabos" con los militares; ni Fernández Huidobro lo hizo...
El encantador de serpientes, que palmeaba y daba la razón a todo petitorio castrense, sin comprarles una pistola de agua, no lo precisó. Bayardi, simplemente, no dudó en hacerlo.
El mismo Bayardi que compró las lanchitas Boston Whaler a la Armada al doble de lo que valían, o bien pagó unas fragatas portuguesas, cuyo último ejemplar no da más, y navega sólo por las horas extras y el aguante de los marinos.
El mismo que, pasando por arriba de dictámenes técnicos de las Fuerzas quiso resolver a piacere una eventual compra de drones pasando por arriba de algunas normas y usos, mediante la participàción de la subsidiaria de Antel -cuando no!!!- ITC, y su director, Marcelo Erlich, invitando no a todos los proveedores importantes, sino a los que se me antoja, lo cual acabó con la gestión, porque lo publicamos.
El mismo Bayardi que, cuentan, veía con simpatía ceder a las presiones argentinas por el avión de combate que no exportan a ningún lado, el Pampa. El mismo que quería dar entrada a unos ucranianos que ofrecían, para suplantar a los Hércules, un avión que aún no existe -el Antonov 178- y que, simultáneamente, al venderlo fraudulentamente a Perú, desatóse un escándalo nacional e internacional, que terminó con ministros, embajadores y el staff de la fábrica,en Kiev.
Veremos si, como ministro de Trabajo y Seguridad Social, no dio el puntapié inicial a las irregularidades en Inefop...
Bayardi, del ridículo nunca se vuelve. Llámese a silencio o empiezo la colecta para comprarle la mordaza. ¡Y un antifaz!

En esta semana que pasó vimos con asombro cómo en los dos principales canales de televisión del país por fin tuvo tiempo de aire el colectivo de personas damnificadas por la subversión.
Según esta organización cuyas figuras más visibles son el Sr. Burgueño, cuyo padre fuera asesinado por los terroristas vernáculos en la toma de Pando y un Sr. Molaguero, quien en su momento fue secuestrado por los GAU, Grupos de Acción Unificada. Ésta fue integrada por, entre otros, el hermano del presidente Vázquez, quien aplicó salvajes tormentos a su secuestrado Molaguero durante su cautiverio.
El colectivo de víctimas del terrorismo afirma tener documentados más de ochenta casos de personas asesinadas o desaparecidas por los terroristas tupamaros. Este número seguramente se acrecentará en el futuro en medida que sus supervivientes tomen coraje y se animen a denunciar las aberraciones que sufrieron hace ya cincuenta años, a manos del tupamaraje y sus compañeros de ruta.
Ese es el tema: ya pasaron cincuenta años, y es tiempo que se haga justicia, pero justicia para todos los damnificados, tanto los asesinados y desaparecidos por fuerzas del estado como los que sufrieron un fin análogo a manos del terrorismo.
Hay quienes aducen que el colectivo de víctimas del terrorismo busca un fin económico. Y qué. Los muertos y desaparecidos son muertos y desaparecidos y no valen ni más ni menos según de quien o quienes fueran víctimas.
Es absurdo que se les asigne una pensión heredable a los perseguidos por la dictadura. Perseguidos en casi todos los casos por sus acciones terroristas.
Entonces mientras los que atentaron contra la democracia reciben jugosos emolumentos que heredarán sus descendientes. ¿Los que murieron defendiendo la democracia o incluso murieron sin arte ni parte en la cosa deben vivir en el desamparo más absoluto?
O una cosa o la otra. Justicia para todos o para nadie.
Acá en nuestro Uruguay hubo quienes se rebelaron contra la democracia y quienes la defendieron, supuestamente de formas absolutamente aberrantes e innecesarias. Pero eso es harina de otro costal.
El tema es que ya es tiempo que se haga justicia y se reconozcan los padecimientos de las víctimas del terrorismo y, es más, mientras se siga subsidiando a viejos terroristas que se contemple también a sus víctimas.
Acá hay dos libros, dos lados de la cuestión. La justicia debe ser una balanza nivelada. Hoy no es así: ni la balanza está nivelada ni la justicia es ciega.
Uruguay debe de una vez empezar a superar su pasado trágico, ya hace medio siglo de los hechos en cuestión. Es tiempo, y eso pasa por reconocer y reparar las pérdidas de todos los damnificados y, más difícil, aceptar ese pasado, no olvidarlo para no repetirlo pero aprender a vivir con él. No hay otra.
Un buen comienzo sería hacer justicia con el colectivo de las víctimas del terrorismo político de una buena vez.