Edición Nro. 2166 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 5 de junio de 2020
 
 
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Javier Bonilla
Cárceles
El ocio: ¡Ni un derecho ni una opción!

Los que estamos afuera, o trabajamos o estudiamos (a veces ambas cosas) y, cuando nos es difícil, luchamos denodadamente por conseguirlo. ¿Hay una maldita razón para que los presos (yo no uso la tonta expresión victimista "privados de libertad") tengan la absurda potestad de no hacerlo? ¿Tienen acaso la absurda potestad de negarse para fabricar cortes, escabio, traficar drogas o cranear delitos, cuando no, destrozar algún establecimiento... que volvemos a arreglar gastando fortunas!?
Si algo puso en evidencia la muy exitosa requisa del miércoles -tras más de 15 años de evitarlas...- es la profusión de delitos, contravenciones y faltas que se cometen en nuestros institutos penales, a la vista de los pocos policías, que, desprotegidos material y jurídicamente, intentan decir que controlan este universo incontrolable, verdaderas escuelas de delito y formidable caldo de cultivo de nuevos y más feroces clanes delictivos, de próximas rebeliones salvajes, similares a las barbaries tropicales, semilleros de todo tipo de enfermedades y corrupciones varias. Un tenebroso mundo paralelo.
Si bien trabajo o estudio redimen pena, inclusive en delitos repugnantes, donde ese beneficio no debería existir, no todos los detenidos, ni casi todos, se acogen a esa generosa posibilidad. Para algunos la contravención o la construcción -coimas, tolerancia y amedrentamientos mediante- de una fraudulenta realidad paralela bastante confortable es más negocio. Otros, simplemente están a años luz de cualquier hábito sano.
Durante años y años nos hemos infectado e infestado de una epidemia de derechos y más "derechos", sin deberes ni contrapartidas. A veces consagrada por la legislación, nacional e internacional, frecuentemente teñida de demagogia, ideologismos y relativismos culturales varios.
Por ello, políticos, sicólogos, sociólogos y bastantes leguleyos nos convencen de conceptos irracionales, como que no hay delincuente irrecuperable (así sea un asesino serial, un violador reincidente o un mutilador); como que negarse a trabajar, estudiar o inclusive tratarse psicológicamente sea una posibilidad "respetable", y que Uruguay ni puede obligarlos en ese sentido, ni imponer la cadena perpetua porque, supuestamente, la Corte Interamericana de Justicia nos sancionará. ¿Cualquier sanción, raramente pase de una declaración simbólica para asustar viejitas. Por lo tanto, no hay ningún problema ni en prolongar penas a irrecuperables, ni en obligarlos a hacer algo con su vida a unos y otros, quieran o no.¡Basta de mimos idiotas!
Nos cuesta muy caro cada preso, aunque las cárceles uruguayas sean un desastre. Más nos cuestan las rebeliones, las roturas, las quemas de colchones para después volverlos a comprar, como si nada. Y guay de que no lo hagamos, que los "humanitarios", curreros y ongs saltan a coro y ¡vaya si tienen prensa e intelectualoides cómplices! Si hasta para algo tan útil como publicar, luego de condenados, una lista de violadores, saltan no solo la izquierda previsible, sino las feministas (Abracinskas y sus payasas vestidas de rojo, teléfono!!).
Bueno, señores presos, ¡se debe acabar el recreo! Y si insisten en romper y corromper, nada nos impide, así debamos recurrir a mayorías especiales, pensar en, al igual que el norte, privatizar las cárceles, bajo estrictas normas contables bajo las cuales el Estado destine sólo una cantidad fija de dinero + imprevistos al tema y los privados, sin  incurrir ni en crueldad ni esclavitud gestionen eficazmente, inclusive con su personal. EStoy seguro que hasta más rehabilitaciones se producirían, y más humanos serían los establecimientos que los chiqueros actuales, sin renunciar a cierta supervisión gubernamental y a las respectivas garantías para todas las partes.
En esto, ¡también hay que abrir la cabeza y cambiar! También y sin prejuicios, vista la situación caótica hasta hace muy poco imperante. ¡Es ahora!

Michael S. Castleton
Los símbolos y el poder

A esta altura nadie puede dudar de que nuestro presidente es brillante en manejar la simbología y por ende el poder de su cargo. Su afán de siempre estar al frente de la tropa liderando es absolutamente admirable. En estas últimas semanas se han visto al menos tres ejemplos claros de esta actitud de parte del presidente de la república. No se puede minimizar el apoyo que estas actitudes representan para los que lo acompañan en su gestión.
El primer ejemplo, fueron las dos visitas sucesivas de Lacalle Pou a Rivera. Punto álgido de la pandemia que hoy padecemos. Eso requirió decisión y una dosis de coraje. Podría haber salido caro. No fue así y la gente de Rivera, me consta, se ha sentido acompañada y apoyada por un gobierno otrora distante y centralista.
La visita del presidente al parlamento en momentos de la votación de la LUC fue otra muestra de su liderazgo.  No me cabe duda que todos los parlamentarios de la coalición no pueden menos que haberse sentido apoyados por la presencia de nuestro presidente en el parlamento, actitud poco frecuente en un primer magistrado.
Ejemplo magistral de la simbología del poder de la presidencia fue la declaratoria de duelo nacional en el triste caso del asesinato de los tres Fusileros Navales. Con esa simple actitud, con esa declaratoria el Presidente demostraba, en el caso, que el triste hecho acontecido hubiera sido efectivamente un mensaje del narcotráfico, que, a diferencia de otros paises Iberoamericanos, la muerte de integrantes de nuestras fuerzas armadas o policiales importa. Se demostró con esa declaratoria que la institucionalidad en el país está vigente y defendida.
El narcotráfico debe entender que Uruguay no es Centro América y que estamos bien lejos de ser un estado fallido.Si los narcos quieren amenazar, pues estarán amenazando a un país entero. No le haremos fáciles las cosas.
No me consta que esa haya sido la intención de la presidencia de transmitir esto con esa declaratoria de duelo. Sin perjuicio de esto y a juicio de quien escribe eso se logró, si bien a la postre los desgraciados hechos fueron aparentmente cometidos por un solo agresor, ex integrante de los Fusileros Navales.
Sea como fuere es vital que un presidente transmita que es el presidente de todo un país y no de un sector solamente. Tan importante como esto es que la gente se sienta acompañada por el gobierno y no menos, que los propios integrantes del gobierno se sientan acompañados y apoyados por su jefe.
Lo que sí debe acordarse nuestro admirable y joven presidente que la función de los líderes en la batalla es estratégica y no tanto táctica. Por desgracia, nuestro Gral. Saravia, desaparecido el Cnel. Diego Lamas, nunca pudo manejar su ejército de esa manera. Eso le costó al Partido Nacional la guerra y demoró las reformas por las cuales peleaba el partido al menos veinte años. No debemos dejar que nuestra pasión Blanca nos lleve por los mismos caminos.
Lacalle Pou debe acordarse que habrá muchas batallas. Algunas se ganarán, otras se perderán. Lo importante que sean más las primeras que las segundas.
Para eso los Blancos, el país todo, precisa un líder que lidere siempre, que mande sin duda, pero que no se exponga excesivamente. Y que, por sobre todas las cosas, sepa elegir sus batallas.




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