Edición Nro. 1976 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 22 de julio de 2016
 
 
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HOY ESCRIBEN f
Santiago Torres - Correo de los Viernes
Peor que con marines: cipayos nos gobiernan
Haciéndole el mandado a los poderosos del mundo, el frenteamplismo gobernante se apresta a destruir el derecho a la privacidad de los uruguayos y de quienes han confiado en el apego del país a los principios generales del Derecho.
El Frente Amplio se apresta a darle un “golpe casi mortal” al secreto bancario. Como el lector ya sabrá, el Poder Ejecutivo envió en estos días al Parlamento un proyecto que determina los siguientes cambios en materia de información bancaria:
- Los bancos e instituciones financieras en general estarán obligados a informar anualmente a la DGI los saldos en las cuentas de personas físicas o jurídicas, residentes o no residentes, así como las rentas que de éstas devengan. Y a estos efectos no regirá ya ni el secreto bancario, ni el bursátil, ni ninguna norma de protección de datos personales. Los obligados a informar a DGI serán, como ya se dijo, los bancos pero también los administradores de fideicomisos, de fondos de inversión y las compañías aseguradoras para casos de renta vitalicia o de ahorro individual.
- El titular de cada cuenta deberá identificar su domicilio fiscal.
- El beneficiario de cada cuenta —que puede ser diferente al titular— deberá ser plenamente identificado cuando se considere que éste es de “alto riesgo” fiscal.
- Ahora será la DGI el organismo encargado de fiscalizar a las entidades financieras en la materia prevista en el proyecto.
En sus puntos más gruesos, significa que los uruguayos que tengamos cuentas bancarias o ahorros de cualquier tipo (y quienes trabajamos en blanco hemos sido forzados a ello “gracias” a esa ley engañosamente denominada “de inclusión financiera”) habremos perdido el derecho a la intimidad. Una vez aprobada la ley —cosa que descuento—, el Estado se habrá autoarrogado el derecho de meter su moquienta nariz en nuestro dinero. Es cierto que el proyecto faculta (“podrá”) a excluir de los controles a aquellas cuentas que “por su naturaleza o por su monto” no sean de “riesgo fiscal” (?), pero esa es una opción que se autoasigna el Estado y que mañana podrá cambiar con apenas una mera reglamentación administrativa. Ni ley, ni juez: sólo un burócrata.
Pero no sólo eso: nuestro Estado también hará de buchón gratuito de terceros países que se lo requieran y así se ha obligado alegremente. Efectivamente —y de ello deriva este asalto contra la privacidad—, en junio pasado y a instancias de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el gobierno uruguayo firmó la Convención Multilateral sobre Asistencia Administrativa Mutua en Materia Fiscal. La misma obliga a la DGI a cooperar con los fiscos extranjeros. Y todo nace en aquella denuncia que Sarkozy, merced a los buenos oficios de nuestra “amiga” Cristina, nos plantara en el llamado Grupo de los 20, más conocido como G-20, en noviembre de 2011.
Ahora bien, yo me pregunto lo siguiente: ¿qué autoridad tienen el G-20 y la OCDE sobre Uruguay? Jurídicamente, está claro que ninguna. El G-20 es apenas un foro de discusión económica que Uruguay, por añadidura, no integra. Y la OCDE sí es un organismo multilateral pero Uruguay tampoco lo integra, ni plena ni parcialmente. Ni siquiera pidió entrar. Pero así y todo, su largo brazo nos toma por el cogote y nos obliga a sacrificar una tradición histórica de respeto a los derechos individuales en el altar de la voracidad fiscal primermundista.
Una vez aprobada la ley, no habrá juez alguno que pueda ampararnos en nuestro derecho a la intimidad. Un mero empleado administrativo husmeará y dispondrá de información que no es del Estado sino nuestra, de las personas. Bueno, en realidad pasaremos sí a ser propiedad del Estado, no ya ciudadanos, porque el Estado dispondrá a discreción de cuestiones que hacen a nuestra persona.
¿Y dónde está el indignado clamor por esta violación flagrante al derecho a la privacidad que se está a punto de consumar? No lo advierto en casi ningún lado. Al contrario, parece que nos hubieran anestesiado. Hemos asumido con naturalidad que el Estado pueda vejarnos con impudicia.
Salvo algunos pocos tributaristas, una pléyade de prestigiosos abogados nos explican que no hay nada que hacer salvo allanarse, que las cosas son así, que se trata de un estándar internacional y, en tren de proporcionarnos la morfina para que nos duela menos, ni se les ocurre rozar la dimensión filosófica de la serie de atentados que los gobiernos vienen perpetrando contra las personas. Parecen decirnos: “¿Qué le vas a hacer? La vida es injusta...”.
En esta modernidad líquida que vivimos, hemos puesto de cabeza las cosas. Los Estados, a la par que se tornan cada vez más opacos y disminuyen su “accountability”, nos exigen quedar desnudos. Los mandatarios se tornan dueños de sus mandantes. Y sí —en eso tienen razón los que hablan por estos días—, se trata de algo que ocurre a escala global. El “globalismo”, que es diferente a la sana globalización derivada de una mayor libertad de intercambio de bienes y servicios entre las personas, pretende instalar el principio de gobierno sin representación. O sea, un régimen de coloniaje, por el que las jurisdicciones más poderosas establecen su señorío sobre las más débiles y, a través de éstas, sobre los habitantes de las mismas. En mi libro, eso se llama colonialismo. Y opera de peor forma que en los tiempos del “big stick” de Teodoro Roosvelt y de las invasiones imperiales de los infantes de marina de EEUU. El “big stick”, en su grosería, no pretendía introducir ningún cambio cultural sino depredar. No tenía el cinismo de pretender convencer. Este neo-colonialismo sí aspira a ello y —lo admito con dolor— parece estar teniendo éxito en la empresa.
No sé si Uruguay —pequeño país cuya única defensa siempre fue el Derecho— podría “hacer algo” para defender su soberanía y, con ésta, la soberanía personal de sus habitantes. Tal vez no. Pero me indigna hasta la exasperación que sus gobernantes asuman el rol de gobernadores coloniales de sus conciudadanos con alborozo y arrojando fuegos artificiales. Me recuerdan al “¡Vivan las cadenas!” de los absolutistas españoles de 1814. ¡Y encima se proclaman antimperialistas! Los cipayos se travisten de próceres de la Patria y con desparpajo reclaman nuestro aplauso.
¿Y la oposición? ¿Votarán ellos también a tapas cerradas este engendro, escudados en que “es un estándar internacional” (que ninguna autoridad de derecho estableció) y que “hay que ser realistas” o, cuando menos, intentarán alguna defensa de las más honrosas tradiciones uruguayas? ¿Ni siquiera una protesta van a elevar? Aún no pierdo las esperanzas.
En momentos en que el Estado uruguayo —haciendo mandados ajenos— se dispone gozosamente a someternos pornográficamente, le recuerdo a mis compatriotas aquello de que “nada podemos esperar sino de nosotros mismos”.
Javier Bonilla
Entre los mediocres y los violentos del fútbol
  • ¡Ver Subrayado ayer fue el colmo! Una producción intentando un contrapunto  imaginario entre el finado Piazzolla y  Tabárez fue tragicómico.  El gran bandoneonista argentino (o nuestro Luis Di Matteo) aportaron chispa y  genialidad  a la música, cosa que el DT compatriota está bastante lejos de representar. Ahora, asistir a la guerrita entre el can Vázquez y los pillines de la AUF discutiendo quien reprime  las inadmisibles refriegas en los estadios y sus entornos insulta nuestra inteligencia y sentido común…

Muchos señores de la AUF, o al menos algunos de ellos, inclusive y especialmente los que están en jaula de oro, se la llevaron en camiones, como para no poder aportar gran parte del dinero para las dichosas cámaras (cuya existencia no significa que nuestros permisivos e híper garantistas jueces y fiscales actúen en consecuencia, como vemos habitualmente…).
Si los corruptos indagados o procesados no dejaron dinero en caja (cosa dudosa), al menos, otros  dirigentes podrían explorar soluciones distintas  y buscar, como  la Intendencia de Maldonado,  esquemas y alianzas con  proveedores para ir financiando su instalación, trabajando conjuntamente con la Policía. Los legisladores podrían pensar en facultar, bajo rigurosos controles y certificaciones, junto a circunstancias muy especiales, a miembros destacados de ciertas agencias de seguridad para reprimir mientras llega la Policía, para que ningún magistrado pueda ensañarse jurídicamente con quien pone orden, sean los ya desprotegidos y ninguneados agentes públicos, sean los privados, aún más regalados…
Simultáneamente, precisamos normas que contemplen ampliamente la posibilidad de que el transeúnte inocente o el vecino afectado puedan defenderse , poniendo los límites que el Poder Político evita, por no lucir ( lo admiten en privado…) como un “gobierno botón”.
Todos recordamos a la enfermera asesinada por una horda  a los tiros -en pleno centro montevideano- cuando les recriminó, desde su apartamento, sus desmanes. No pasó casi nada…
Ahora, ¿qué hubiera sucedido si un vecino, cansado de tanto desorden y tropelía, cansado, cuando ve que le destrozan los vidrios, le parten un portón o le rompen el auto, ante la inacción policial, resuelve (con todo derecho, diría el sentido común…) emprenderla a  tiros contra los antisociales?  ¡Pasar largos años tras las rejas entre depravados…!
¿Y los vecinos de La Blanqueada, que, gracias a la profusión de estadios por ese barrio -especialmente la parte elegante, próxima a Parque Batlle, que bien podría llamarse Parque Batlle Norte…- ven (hinchadas mediante) decrecer el valor de sus propiedades un 8%? Acaso no tienen derecho a defenderlas  y a demandar al Estado e inclusive a los clubes?
¡Ni que hablar, los  comerciantes…..! Como aquellos que vieron sus negocios destrozados por fanáticos argentinos,  meses atrás. Las instrucciones policiales consistieron en no meterse demasiado para que volvieran pronto a su país!!  
¿Qué queda hasta para los pobres choferes, que, o soportan asaltos o aguantan en silencio la violencia de las barras bravas? Por ejemplo, aquel de Ucot, sufriendo el destrozo de casi todas las ventanas del bus por parte de un inadaptado. Éste, conducido ante la mediática y “humanitaria” jueza Mota, fue liberado “para no acostumbrarse a la cárcel “….
O los que fueron atacados por hinchadas cerca del estadio de Cerro, o por  salvajes
-mayores y menores- que se divierten apedreando buses desde los puentes de los accesos a las rutas 1 y 5, sin ser combatidos como es debido y absolutamente necesario.
Más inadmisible, aún, es que el Ministerio del Interior supedite su pobre actuación a la existencia de cámaras y agencias de seguridad en los partidos. Acaricia el delito de omisión contumaz de los deberes del cargo, y que exprofeso lo recordamos:
“El funcionario público que requerido al efecto por un particular o por un funcionario público, omitiere o rehusare sin causa justificada ejecutar un acto impuesto por los deberes de su cargo, será castigado con suspensión de tres a dieciocho meses”.
Hay que ver quién denuncia y quién atiende la denuncia en  este relajo institucionalizado en el cual nadie quiere parecer antipático.
¡Asombra tanta ineptitud demagógica!
La masa, la multitud enardecida, orilla (como el adolescente que busca que le pongan límites) un nivel intelectual de 14 años, siendo generosos. ¿Qué impide poner un correctivo? Cuando hay autoridad, sin cuestionamientos ni complejos de culpa, reprimir una turba no es un exceso sino una obligación de buen gobernante. A un líder esto no le sucede. No le pasó a Pacheco, entre las asonadas estudiantiles y el terrorismo barato de los tupas y la OPR, cuando en 1969 se realizó un campeonato sudamericano de Basquetbol, y también las eliminatorias del mundial de 1970, en tanto Peñarol y Nacional disputaban semifinales de la Libertadores…
Bien dicen que "no hay peor cuña que la del mismo palo", como también que, "en casa de herrero, cuchillo de palo".
¡Interpreten!

Michael S. Castleton- Bridger
Como sapos en la olla
Los uruguayos parecemos el sapo del cuento que decía mientras el agua se calentaba que todo iba bien, hasta que no.
La nueva medida que propone el ejecutivo sobre la información que debemos brindar los uruguayos sobre nuestras cuentas en los bancos es otro paso más hacia el sojuzgamiento de nuestra sociedad al poder de un paquidérmico e omnímodo gobierno.
Esta medida pone a los orientales que trabajan con los bancos aún más a la merced de la burocracia estatal que lo están ahora.
Lo que es peor, por lo que se sabe del proyecto de ley se tiene la intención de que esta medida en contra de la propiedad privada y de la privacidad financiera de cualquiera no sea oponible ante la Dirección General Impositiva. Lo cual es lo mismo que decir que cualquier funcionario de esa repartición, sea del pelo político que sea, pueda conocer todos nuestros moviminetos financieros y detalles de nuestro patrimonio sabiendo el saldo de nuestra cuenta corriente.
Esto es por un lado sin ninguna duda, una atentado a la propiedad privada claramente protegida en el artículo séptimo la Constitución de la República y por otro una intentona igualmente inconstitucional de matar el instituto del secreto bancario que tanto sirvió a la economía del país en el pasado.
Dicen los que nos desgobiernan que estas medidas son exigencia de la O.C.D.E. Organización sin poder fáctico alguno, compuesto básicamente por los países y las economías más poderosas del planeta para mantenerse en tan envidiable posición. Es más, los Uruguayos pensantes deberían averiguar cómo es el tema del secreto bancario y el respeto a la privacidad financiera en países como Austria, Lichtenstein, Luxemburgo o mismo en los EE.UU. concretamente en los estados de Delaware o Nevada
Sin duda que ahí descubrirían que la plata manda y que todo se arregla si los números son lo suficientemente grandes.
Esta medida propuesta por el poder ejecutivo será tan contraproducente como la que tomó el infausto gobierno del Sr. Mujica Cordano que hizo poco más que favorecer al fisco Argentino en detrimento de la inversión en sectores vitales de nuestra economía.
Habría que analizar qué medidas toma el Principado de Mónaco ante la O.C.D.E. viendo su condición de paraíso fiscal por excelencia para franceses, italianos y quienes deseen mantener su dinero fuera de las manos de los ineptos de los gobiernos de turno.
¿La respuesta? Nada, salvo que los monegascos ven crecer su sector financiero y su nivel de vida en forma diaria y exponencial.
Uruguay es un país pequeño respetado mundialmente por su seriedad en cuestiones financieras. No parece lógico entonces que tratemos de correr a los que desean aprovechar nuestro sector financiero para poner su capital a buen resguardo. Esto no implica necesariamente capitales producto del delito sino legítmas ganancias generadas en forma legítima por empresarios legítimos. Esto es relativamente fácil de constatar en el mundo interconectado en el que vivimos.
Fuera de cuestiones ideológicas, que tanto mal le hacen a nuestro gobierno actual, no es lógico que nos auto excluyamos del sistema financiero mundial en sus cometidos verdaderos, simple y básicamente manejar plata ajena en la forma más seria e inteligente posible.
Por desgracia las medias propuestas por el gobierno parecen más bien ser de corte ideológico y que toda la zanata de la O:C:D:E: sea nada más que eso: una gran zanata.
En la medida que se legisle como lo propone el poder ejecutivo de nuestro país y nadie proteste, seremos realmente como el sapo que  mientras el agua en la olla no hirviera decía que  todo iba bien.
Con medidas como la propuesta todos los uruguayos perdemos. Paradojalmente perderán mucho más los que tienen menos que los que tienen más.
Dardo Gasparré*
El presidente preso
La conspicua ausencia del presidente Tabaré Vázquez en la celebración del Bicentenario entristeció a mis compatriotas. Uruguay es para Argentina un hermano en serio, aunque exista la posibilidad de que la inversa no sea totalmente válida. Nos unen muchos vínculos culturales, deportivos, afectos, rencillas, el tango, Borges, Gardel, la migración de los que buscaron muchas veces una oportunidad laboral en la orilla occidental, y de los que buscaron refugio tantas veces en la orilla oriental, cuando las tiranías democráticas y las dictatoriales apretaron.
Nos unen Florencio Sánchez y Julio Bocca, Cambiaso y Pelón, Les Luthiers y China Zorrilla, La Cumparsita y Julio Sosa, Fattoruso y Charlie, Severino Varela y El Enzo, muchas solidaridades y luchas, muchas alegrías, penas y sueños. Pero nos une algo más: nos une la historia. Y la historia es más fuerte que los hombres, que las ideologías que mueren inexorablemente con el tiempo, que cualquier miedo o cualquier especulación.
La gesta de la Independencia argentina, nació del mismo brote, del mismo árbol que la uruguaya. Desde la batalla de Las Piedras, cuando el colosal Artigas, al mando del ejército de la Junta Grande de Buenos Aires libró la primera batalla común contra el español. Con la epopeya de los 33 Orientales que partieron de Buenos Aires con cuatro argentinos entre ellos, para plantarse ante el portugués.
Otros intereses que no fueron rioplatenses nos empujaron a ser dos países, pero eso no cambia el origen, el sendero común ni el afecto. Cuando en años recientes un gobernador corrupto y una presidente desquiciada intentaron primero aislar a la orilla oriental y luego atacarla económica y políticamente, muchos en la orilla occidental luchamos de todos los modos para oponernos a tales barbaridades y para hacerles saber a los uruguayos que los problemas psiquiátricos de los mandatarios jamás harían mella en la hermandad. Esa hermandad que los propios mandatarios orientales tuvieron que invocar varias veces ante el absurdo.
Sin embargo, no nos ofendimos por esta ausencia de ahora; al contrario, comprendimos. Uruguay tiene hoy un presidente preso, preferimos creer. Preso de una ideología económica y social vetusta, decadente, perdedora. Preso de un sistema político antidemocrático aunque parezca lo opuesto, que lo engrilla con la lealtad a la poliarquía en vez de la lealtad al país, que le impide soñar, volar, crear, como al resto de los habitantes del país.
Preso también del Mercosur, del pasado, de los preconceptos, del estatismo, del proteccionismo, del miedo a competir, de la inseguridad que crea la mano protectora del estado, de la falta de confianza en las propias fuerzas y en las propias capacidades. Preso de la obligación de negociar solamente con Europa tratados comerciales que Europa no quiere ni puede firmar y Uruguay no quiere negociar en serio.
En esas circunstancias, Argentina es una oportunidad, no solo como socio comercial, sino como socio político en un minibloque para salir de un atolladero que no lleva a ninguna salida, salvo a Venezuela y a la pequeñez.
Las medias tintas que usó el presidente Vázquez en este Bicentenario, lastiman a los argentinos. Pero le hacen mucho más daño a Uruguay. Las relaciones rioplatenses no deben estar teñidas de hipocresía, sino llenas de puentes de todo tipo, incluso de puentes físicos. Se dirá que no asistió el presidente de ningún otro país. Tal vez sea posible entender que para Argentina, Uruguay no es “otro país”, simplemente. Vázquez desperdicia esa relación, la transforma en anecdótica, cursi y tanguera.
Es posible que el Frente Amplio esté satisfecho con el desplante que se le hizo a un presidente del otro lado del río supuestamente neoliberal, de derecha y prorricos, sea lo que fuere que crean que significan esos encasillamientos. Sin embargo, esa política va a dejar a la República Oriental en soledad –como es fácil advertir– y cada vez más lejos del futuro.
Como dijera el emblemático Deng Xiaoping cuando impulsó la apertura económica y los acuerdos con Estados Unidos, no importa si el gato es negro o blanco, sino que cace ratones. Pero ni la afinidad ideológica con el líder comunista hace que el Frente libere las cadenas de la prisión a que somete a los funcionarios elegidos por el pueblo. Porque el frenteamplismo no es ya socialista, ni comunista. Es estatista, sin contrapesos doctrinarios de ningún tipo. Su criterio es luchar contra la riqueza, no reducir la pobreza hasta eliminarla. Quiere que el que tiene tenga menos, no que el que no tiene gane más: una filosofía de perdedores, fracasados y resentidos.
En algún punto, con este desplante, se ha caído en la actitud simétrica a la de Cristina Fernández de Kirchner. Ella, presa de su ignorancia y espíritu vengativo. Tabaré Vázquez, preso del Frente Amplio y su lealtad patética a él, no a su país. Distintos grados éticos. Igual nivel de mezquina concepción política.
Se puede argumentar que las relaciones entre países se rigen solo por intereses, no por otros conceptos. Cierto. Justamente eso es lo que reprocha esta nota. El haber hecho pasar a segundo plano los intereses de la Nación, para conformar a las enfermizas supersticiones de la poliarquía arcaica.
Cuando amigos y colegas uruguayos dicen “somos un país chico”, como justificando por qué no pueden volar más alto y más lejos, indigna y desespera. No estoy en capacidad de dar lecciones de grandeza a nadie, pero pareciera que tengo más confianza en los orientales que ellos mismos.
Ese miedo disfrazado de cualquier otra cosa que parezca patriotismo o liberación es el que lleva al estatismo y al proteccionismo. Provengo de un país que fue grande y que gracias a esas prácticas se hizo pequeño. Es por eso difícil callar mientras Uruguay insiste en ese camino que le hará mucho daño en un mundo como el que se perfila hoy.
La ausencia de Tabaré fue triste para Argentina. Debe serlo más para Uruguay.

*Periodista, economista. Fue director del diario El Cronista de Buenos Aires y del Multimedios América
Jorge Azar Gómez - Ex representante de Uruguay ante ONU
Imprescriptibilidad de delitos de corrupción

Teniendo en cuenta que en los últimos tiempos se han promovido juicios penales y civiles por supuestos casos de corrupción a nivel del gobierno nacional y departamental, propongo que los legisladores de los Partidos Tradicionales presenten un proyecto de ley que consagre la imprescriptibilidad del juzgamiento penal, civil y administrativo de los actos concernientes a la corrupción en ejercicio de la función pública y sindical.
La mencionada imprescriptibilidad ha sido prevista en la legislación de varios países del mundo, y considero que es el momento de al menos impulsar el debate de la cuestión en Uruguay.
Los delitos de corrupción no son crímenes de lesa humanidad ni se les puede comparar, lo cual no quita que no puedan someterse a la regla de imprescriptibilidad por razones y fundamentos similares a los que han sido tenidos en cuenta para establecer la imprescriptibilidad en el caso de delitos de lesa humanidad.
El bien jurídico protegido en los delitos de corrupción ya no es meramente el erario público (esto es, un bien de carácter patrimonial), sino el sistema democrático en su totalidad, por el grave fraude que la corrupción importa respecto del mandato popular y de la representación conferida directa o indirectamente a los funcionarios públicos.
La imprescriptibilidad en esta materia es un mensaje a toda la Nación de que la lucha contra la corrupción es una política estratégica que va en serio. En ese sentido es un oportuno mensaje que se dispara a la sociedad precisamente cuando la tendencia es a la anomia y la realidad es la impunidad.
Desde el punto de vista de la eficacia de la política criminal, cabe resaltar que en el caso de los delitos de corrupción sus responsables gozan de la protección del Estado y de los funcionarios, tanto durante su ejercicio de la función pública como después, a través de la protección que incluso muchas veces surge de pactos de impunidad entre fuerzas políticas. Cuando esa protección se prolonga en el tiempo, permite la prescripción de las acciones y obstaculiza el cumplimiento de los fines de la ley penal.
La sociedad uruguaya exige el esclarecimiento de los actos de corrupción en el momento que sea. A contrario de lo que en el pasado podía argüirse en favor de la prescripción en cuanto a la dilución de la prueba, los avances tecnológicos permiten que las evidencias sean conservadas por muchos años sin deteriorarse (escuchas telefónicas, documentos digitalizados, filmaciones, etc.).
El daño que ha sufrido el patrimonio público como consecuencia de la corrupción de gobierno, y los recursos que por esa vía han resultado sustraídos de la inversión en infraestructura, educación, salud, asistencia social y cobertura previsional, nos obligan a establecer todos los mecanismos jurídicos que se encuentren al alcance para asegurar el castigo y contribuir a la disminución de la corrupción.
Cabe recordar también que nuestro país ha aprobado dos tratados internacionales que obligan al Estado uruguayo en el sentido indicado en el  proyecto sugerido. La Convención Interamericana contra la Corrupción (1996), aprobada y ratificada por Uruguay, establece en su Preámbulo: a) “la corrupción socava la legitimidad de las instituciones públicas, atenta contra la sociedad, el orden moral y la justicia, así como contra el desarrollo integral de los pueblos”; b) “que la democracia representativa, condición indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región, por su naturaleza, exige combatir toda forma de corrupción en el ejercicio de las funciones públicas, así como los actos de corrupción específicamente vinculados con tal ejercicio”; c) “que el combate contra la corrupción fortalece las instituciones democráticas, evita distorsiones de la economía, vicios en la gestión pública y el deterioro de la moral social”; d) “la importancia de generar conciencia entre la población de los países de la región sobre la existencia y gravedad de este problema, así como de la necesidad de fortalecer la participación de la sociedad civil en la prevención y lucha contra la corrupción”; y e) “que para combatir la corrupción es responsabilidad de los Estados la erradicación de la impunidad y que la cooperación entre ellos es necesaria para que su acción en este campo sea efectiva”.
Por su parte, Uruguay aprobó y ratificó la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, firmada (2003), la cual dispone que “cada Estado Parte establecerá, cuando proceda, con arreglo a su derecho interno, un plazo de prescripción amplio para iniciar procesos por cualesquiera de los delitos tipificados con arreglo a la presente Convención y establecerá un plazo mayor o interrumpirá la prescripción cuando el presunto delincuente haya eludido la administración de justicia” (art. 29).
Vale decir que existe una norma de jerarquía superior a la ley que obliga al menos a ampliar los plazos de prescripción existentes y que se encuentran sujetados a la escala penal, de acuerdo con el sistema del Código.
De todo lo expuesto se desprende claramente la necesidad de al menos debatir seriamente una adecuación de la legislación nacional que combata a la corrupción desde todos los frentes, tanto en lo que hace a la prevención como en el esclarecimiento de las responsabilidades penales, civiles y administrativas de sus responsables.




ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.





















 



   



JULIO de 2016

CUANDO LAS LUCES SE APAGAN


EL HILO ROJO


CAZAFANTASMAS


FRANCOFONIA


JULIETA


LA LEYENDA DE TARZÁN


FLORENCE LA "MEJOR" PEOR DE TODAS


WARCRAFT


PARA SALVAR AL MUNDO SE NECESITA AL PEQUEÑO HART


DÍA DE LA INDEPENDENCIA
CONTRAATAQUE


BUSCANDO A DORY


ANGRY BIRDS LA PELÍCULA



NADA ES LO QUE PARECE 2


MÁRAMA ROMBAI
EL VIAJE


RECUERDOS SECRETOS


45 AÑOS


LA ERA DEL HIELO CHOQUE DE MUNDOS


EL CONJURO 2


SI DIOS QUIERE


IL TROVATORE, DE VERDI,
OPÉRA NATIONAL DE PARIS


IOLANTA - EL CASCANUECES, DE TCHAIKOVSKY,
OPÉRA NATIONAL DE PARIS


RIGOLETTO, DE VERDI,
OPÉRA NATIONAL DE PARIS




  I CAPULETI E I MONTECCHI, BELLINI - LICEU


La temporada 2016 incluirá siete títulos de Opera y tres de Ballet.  También se agregan nuevos escenarios:  además de la Opéra National de Paris,  este año recibimos importantes producciones desde la Scala de Milan, el Gran Teatre del Liceu de Barcelona y el Festival de Salzburgo.  Y por último, anunciamos que, a pedido del público, ampliamos los horarios de manera que cada pieza será exhibida dos veces: un martes de cada mes a las 16hs y un jueves a las 19hs.
Para quienes aún no han tenido la experiencia de asistir a una Ópera o Ballet en cine, los invitamos a comprobar que dado que las salas están dotadas con tecnología de alta definición y con sonido íntegramente digital, el espectador podrá sentirse parte del evento, tal como si estuviera sentado en el mejor lugar de la platea y apreciar las excelentes puestas en escena y la distinguida calidad artística que ofrecen estos destacados teatros.  
 

Las entradas tienen un costo de $390 y podrán ser adquiridas de forma anticipada en la boletería de Life Cinemas Alfabeta (Barreiro 3231 esq. Berro) y por la web, www.lifecinemas.com.uy

·                 Martes 9 de Agosto, 16hs : Il Trovatore (Verdi) – Opéra National de Paris 

·                 Jueves 18 de Agosto, 19hs : Il Trovatore (Verdi) – Opéra National de Paris

·                 Martes 6 de Setiembre, 16hs : Iolanta / El Cascanueces (Tchaikovsky)– Opéra National de Paris

·                 Jueves 15 de Setiembre, 19hs: Iolanta / El Cascanueces (Tchaikovsky)– Opéra National de Paris

·                 Martes 18 de Octubre, 16hs: Rigoletto (Verdi) – Opéra National de Paris

·                 Jueves 27 de Octubre, 19hs: Rigoletto (Verdi) – Opéra National de Paris

·                 Martes 15 de Noviembre, 16hs: Los Capuleto y los Montesco (Bellini) -  Gran Teatre del Liceu, Barcelona

·                 Jueves 24 de Noviembre, 19hs: Los Capuleto y los Montesco (Bellini) -  Gran Teatre del Liceu, Barcelona  

 


 

 
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