Edición Nro. 2262 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 3 de junio de 2022
 
 
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MÁS ALLÁ DEL RÍO DE LA PLATA - ENFOQUES COMPARTIDOS f
Enrique Guillermo Avogadro
¿Llegará?
  • "Si quieres destruir un pueblo, envilece su moneda". Vladimir Ilich Uliánov, Lenin
Una vez más, el Gobierno, plagado de ignorantes ideologizados, atado a viejas recetas fracasadas y devastado por las peleas internas entre una muy escasa racionalidad –léase, Martín Guzmán, Ministro de Economía- y el fervoroso populismo del kirchnerismo duro, está implementando el “Plan Platita II” para conservar el bastión bonaerense y atrincherarse después de la derrota -que ya juzga irreversible- del año próximo, para las cuales carece de candidatos competitivos. Cuando creyó poder evitar la monumental paliza que, de todos modos, recibió en las elecciones legislativas de 2021 (perdió cinco millones de votos), con el “I” desató la inflación que hoy, anualizada, llega al 100%. Si la tendencia que han mostrado los primeros cuatro meses del año se mantiene, o sea, si la pérdida del poder adquisitivo del peso continúa en torno al 5% mensual, y nada indica que pueda cambiar, estaremos demasiado cerca de una nuevo incendio hiperinflacionario.
Si a ese cuadro dramático le agregamos la infernal bola de nieve de la deuda en pesos del Tesoro, casi totalmente atada a la inflación y a la cotización del dólar, la preocupación se traslada a los bancos, cuyos depósitos se retacean al sector privado pero se hunden en incobrables bonos gubernamentales, de lo cual da cuenta el altísimo “riesgo país” de la Argentina, que ronda los 2000 puntos. La más que magra acumulación de reservas, precisamente durante el período en que se producen las mayores liquidaciones de divisas, confirma que el autopercibido Presidente-a-Ratos y sus inefables “funcionarios que no funcionan” no tienen demasiadas herramientas para corregir el rumbo de colisión o apagar el fuego.
Como dijo Miguel Angel Broda, “estamos ante la mayor mala praxis económica de la historia nacional”. Los renovados castigos que así sufrirá el dañado tejido social pondrán a la tan empobrecida y aterrada ciudadanía en estado de histeria y, aún siendo naturalmente pasiva, tal vez entonces estalle, con consecuencias inimaginables.
Lo descripto lleva a pensar si Alberto Fernández podrá llegar, aunque sea con muletas, al final de su mandato. Pese al fuego graneado que recibe diariamente desde La Cámpora, no creo que los aullantes militantes de esa banda aspiren a su renuncia sino sólo a que rinda sus desflecadas e imaginarias banderas pero, en algún momento, la visible patología que lo afecta puede llevarlo a tirar todo por la borda. Yo preferiría que terminara su período constitucional, demostrara finalmente cuán inútil y perverso es el kirchnerismo y lo convierta así en un objeto más del penoso inventario histórico nacional.
El segundo problemón que angustia a la sociedad es la inseguridad cotidiana, derivada en la mayoría de los casos violentos del consumo de drogas, es decir, del narcotráfico. El huracán que asola a Rosario es el más notorio, pero no es menor, aunque menos visible, en el resto de los conurbanos del país. Todo se agravará porque las autoridades federales, cómplices y socias de los grandes cárteles, se niegan a implementar una política seria para combatir ese duro flagelo, la Justicia es cobarde o corrupta, la policía está comprada o asociada al narcomenudeo y las pocas penas que se dictan se cumplen en cárceles transformadas en hoteles con televisión, teléfonos fijos y celulares y otros lujos, que permiten a los criminales continuar su infame comercio desde adentro.
Es un tema sumamente complicado, porque las grandes bandas disponen de enorme cantidad de dinero en efectivo, lo cual les permite no sólo adquirir un armamento que supera al que el Estado provee a las fuerzas de seguridad sino, literalmente, comprar a legisladores, jueces, fiscales, policías y penitenciarios, casi todos ellos muy mal pagos. Una derivación de esa situación se vincula a la escasez y superpoblación en las cárceles federales, muchas inseguras, lo cual obliga a que muchos delincuentes peligrosos transiten sus detenciones en comisarías locales.
Ese último aspecto, al menos, podría ser resuelto rápidamente aún en una situación presupuestaria tan grave como la que vivimos. La solución es construir, en medio de la Patagonia y a suficiente distancia de cualquier lugar poblado, grandes y seguros establecimientos carcelarios, que serían edificados y administrados por inversores privados, a los cuales se les pagaría por esa “hotelería”, reservando la custodia y la seguridad al Servicio Penitenciario, rotando mensualmente al personal para evitar “contagios”. Por supuesto, podrían dedicarse a ese fin los diez mil millones de pesos anuales que gasta el inútil Ministerio de Igualdad, Género y Diversidad, que sólo se ocupa, según el reciente censo, del 0,12% de los habitantes. Una vez habilitados, se alojaría en ellos a los jefes narcos y a los condenados por corrupción, por trata de personas y otros graves delitos federales; tal vez, lo gravoso del aislamiento al que se expondrían permita disuadir a los delincuentes.
Y la miscelánea en que se ha transformado esta pretenciosa nota llega así a la percepción social de la impunidad que ampara a la corrupción por la “matusalénica” duración de los procesos. En primer término, corresponde señalar que las convenciones internacionales que Argentina ha suscripto sólo exigen el doble conforme en las condenas; traducido: si un Tribunal Oral Federal considera culpable a alguien y establece la pena que debe cumplir, esa sentencia debe ser revisada por una instancia superior, en este caso la Cámara Federal de Casación Penal y, si ésta la confirma, el condenado debería ingresar de inmediato a la cárcel. Sin embargo, se ha desnaturalizado tanto la función de la Corte Suprema que, en la práctica, se ha transformado en una tercera instancia para quejarse y, mientras decide si acepta o no el recurso o no, el sancionado continúa en libertad; la verdadera función del alto Tribunal es, eventualmente, sólo revisar la legalidad de las sentencias, no las pruebas del proceso.
Para concluir, una breve referencia a la nefasta conducción de la Cancillería que, entre los muchos males que acarrea su errática conducta por la manía por “hablarse encima” del Presidente, permite que un condenado a ocho años de prisión por robar dinero público, el ex Gobernador de Entre Ríos, Sergio Uribarri, continúe usufructuando el cargo de Embajador ante Israel, al cual renunciara tras el fallo que derivó en la fulminante destitución de la Fiscal Cecilia Goyeneche por obtenerlo, y que haya encabezado la celebración del 25 de Mayo patrio en Tel Aviv.



ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.



Crónica de estos tiempos
¿Escalada generalizada?
(Por Julio María Sanguinetti) El Frente Amplio y su aún más "amplia" red de repetidores, procuran instalar la idea de que el gobierno de coalición está fracasando en materia de seguridad pública y estamos ante una escalada generalizada.
Han sido tradicionalmente eficaces en esos montajes publicitarios, la generación de microclimas psicológicos y la construcción, a partir de algunos hechos ciertos, de panoramas artificiales, que no se corresponden con la realidad.
Para empezar digamos que quien no posee la menor autoridad para hablar del tema es, justamente, el Frente Amplio.
Llegaron en 2004 con 7 mil rapiñas y terminaron con 30.636. El 2021 terminó con 24.862. O sea un 18.8% menos.
En hurtos, comenzaron con 98 mil y terminaron con 139.991. El fin de año pasado terminó con 112.097, un 20% menos.
En homicidios, empezaron con 200 y terminaron con 393 en 2019. El 2021 fueron 300, 23,7% menos.
Queda claro que los críticos fueron los titulares de un estrepitoso fracaso y es notorio que en los dos últimos años bajó el conjunto de los delitos.
En los últimos meses, se están experimentando crímenes muy horrendos, algunos de inexplicable violencia familiar, y otros que por sus características y crueldad claramente se identifican con el narcotráfico, este flagelo que está en el mundo y que nuestro país ha visto crecer exponencialmente en la última década.
Si vamos a los números, en el primer trimestre de este año, comparado con el de 2019, en hurtos pasaron de 36.508 a 30.444; y en rapiñas de 8.527 a 6.463. En homicidios es verdad que aumentaron de 83 a 96. En este mes de mayo hubo 37, lo mismo que en 2019
Naturalmente, un trimestre no es una medida muy relevante, pero en todo caso es indicativa de que no estamos ante el "infierno tan temido", para usar el célebre título de la novela de Onetti.
Lo que es incuestionable es que el crimen organizado está golpeado y, como consecuencia, las batallas por el territorio se han hecho cruentas. Los homicidios están concentrados en solo 6 de las 25 seccionales policiales, lo que focaliza el tema. Se han cerrado 2.500 bocas y se seguirá en su persecución. Por lo menos hay un plan de combate al narco, que ya ha dado resultados, porque aumentaron las incautaciones y los cierres de bocas. En 2019 el propio Fiscal Díaz afirmó que desde 2009 no lo había.
Bien se sabe que el narcotráfico es un flagelo que el mundo no ha podido erradicar y que en nuestro país creció exponencialmente. Su origen está en la deriva generalizada de la sociedad contemporánea hacia el consumo de drogas. Cuando hay una demanda insatisfecha, alguien la atiende. Desgraciadamente, se corre de atrás y todo el tiempo escuchamos el reclamo dramático de familias angustiadas por un joven que ha caído en la adicción.
En nuestro país hay que sincerar esa situación. Hacer el balance de las normas sobre marihuana y cuáles han sido sus resultados. Aun sin entrar al debate sobre prohibición o regulación, está claro que la demanda no se ha reducido y que se ha desvanecido la percepción del riesgo sobre la propia marihuana -cuyos dañinos efectos son incuestionables- y en general sobre las drogas. Los males del tabaco o de los excesos de alcohol, están publicitados y no hay uruguayo que no los tenga claro. Pero así como todo médico en sus primeras preguntas indaga sobre si el paciente fuma, no lo hace refiriendo a la marihuana o a otras drogas. Los adictos llegan al médico en esa condición cuando ya está superada la etapa de la prevención. Con lo que es evidente que se está reclamando a gritos un enfoque global del tema, que alcance a toda la sociedad, en su conjunto, en vertical y en horizontal.
Volviendo al primer asunto, está objetivamente demostrado que no hemos caído en una escalada del delito, aunque estos días hayan sido malos. Malos sí, pero no peores que algunos de los últimos años.
La baja general de los delitos en estos dos años de gobierno es un hecho. La violencia de un narcotráfico crecido en la última década es otro hecho. Que la policía está dando una gran batalla, nadie puede dudarlo. Es la hora, entonces, de no dejarse arrastrar por el bullicio de un Frente Amplio que quiere exorcizar su fracaso e ir por la revancha. Y persistir en el camino que abrió el inolvidable Guapo Larrañaga. (Nota que se comparte con Correo de los Viernes)



 



 

 
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