Edición Nro. 2257 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 29 de abril de 2022
 
 
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Enrique Guillermo Avogadro
Cunde el pánico
  • “Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo”
    Albert Camus

Lamento, seriamente, haber acertado en mi pronóstico acerca de la presunta opción que tenía Alberto Fernández entre independizarse de Cristina Fernández o someterse en forma definitiva a su voluntad, que enuncié la semana pasada. El MemePresidente confirmó que es un cobarde pusilánime al negarse a despedir a los miembros de La Cámpora que manejan las principales cajas del Estado y, sobre todo, al encabezar el acto de lanzamiento (¡otra vez!) del futuro gasoducto “Néstor Kirchner” (¡otra vez!) rodeado por el Secretario y el Subsecretario de Energía, a quienes Martín Guzmán, el Ministro de Economía del que teóricamente ambos dependen, intentó en vano echar varias veces del Gobierno.
Si no fuera tan trágico, resultaría sólo ridículo que la ocasión sirviera para conmemorar un nuevo aniversario de la creación de YPF, también presidida por un camporista, la compañía utilizada por el kirchnerismo para saquear al país, sacrificando en el camino el autoabastecimiento energético, que tanto dinero costó con la expropiación de su 51% y que, ahora, permitirá a Cristina hacerse con varios miles de millones de dólares más cuando la Juez Loretta Preska, de Nueva York, falle contra la Argentina en el pleito que sus testaferros instauraron por los buscados defectos de ese proceso. Todo lo conté hace casi cuatro años, en la nota “Cristinita, ¿otros US$ 5000 millones?” (https://tinyurl.com/bdej2bs2).
La viuda de Kirchner, que podría haber sido musa de Camus, patéticamente sacó otro conejo de la galera pero se lo ve viejo y desdentado. La sorpresiva división del bloque del Frente de Todos en el Senado, que ejecutó para robarle a Juntos por el Cambio una silla en el Consejo de la Magistratura, dejó expuesto cuánto pánico siente la PresidenteVice. No es para menos, ya que cuanto intentó para lograr la impunidad para sus múltiples crímenes (“democratización” de la Justicia, reforma de la ley que regula la Procuración General, cobertura de juzgados claves con jueces militantes, etc.) y la absolución de la historia, terminaron en sonoros fracasos. Su propuesta de ampliar la Corte a nueve miembros tendrá igual final ya que, si bien puede imponerla en la Cámara alta, no obtendrá allí la mayoría especial necesaria para designar a quienes deban ocupar las nuevas sillas.
La política se ha inmiscuido en el Poder Judicial, socavando así uno de los tres pilares sobre los que está asentada la República. Ese pecado lo cometieron todos los gobiernos y partidos desde que el Consejo de la Magistratura fue creado en la reforma constitucional de 1994; basta recordar las recientes elecciones de consejeros de los cuatro estamentos (legisladores, jueces, abogados y académicos), en las cuales se expuso, como atracción e incentivo para los electores, la filiación de cada candidato. Las nefastas consecuencias que esto produce se ven, por ejemplo, en la permanencia del Juez Federal Walter Bento, de Mendoza, procesado por infinidad de delitos pero protegido por el kirchnerismo en el organismo.
Atribulada por el terrible deterioro de su situación personal y por la falta de futuro que ve en sus hijos, la sociedad no sabe qué es y qué función cumple ese Consejo, que, además de administrar al Poder Judicial, designa y remueve a los jueces; sin embargo ése es el campo donde se está librando la actual y crucial batalla entre la República y la dictadura, entendida ésta como la concentración del poder en manos del oficialismo, que la busca tanto para garantizar la impunidad de la emperatriz hotelera cuanto para imponer un modelo socio-económico similar al que padece Venezuela. Para comprobarlo basta con observar cómo se comporta el Gobierno en todos los foros internacionales en los cuales ampara, con su voto o su abstención, a los émulos regionales de Nicolás Maduro, como Daniel Ortega, en Nicaragua, y Miguel Díaz-Canel, en Cuba, o con el asesino Vladimir Putin; es más, ni siquiera ha tenido la elemental decencia de condenar la salvaje invasión de Rusia a Ucrania, donde éste comete terribles crímenes de lesa humanidad.
Por lo demás, las probabilidades del kirchnerismo de ganar las próximas elecciones disminuyen diariamente, al ritmo del crecimiento de la pobreza causado por la desatada inflación, originada en el descomunal gasto público, que se financia con la emisión descontrolada de papelitos de colores. Es una gran herramienta del Gobierno para reducir sus obligaciones, en especial las derivadas del sistema previsional, quebrado por la populista e irracional decisión de jubilar a millones de personas que no aportaron, pero la deuda de la Argentina (US$ 416,000 millones), especialmente en Leliq y en bonos atados a la inflación o al dólar, alcanza ya niveles estratosféricos.
Esta tarde de sábado, a las 1500 horas, llegará a la Plaza de Mayo la protesta de todo el universo agropecuario contra la inicua persecución que sufre, encarnada en la expoliación masiva de sus ingresos, que será acompañada –no lo dudo- por una enorme manifestación cívica; la ciudadanía concurrirá para gritar que está harta de la proliferación de impuestos confiscatorios, la dilapidación de los recursos públicos, la rampante corrupción en todos los niveles del Estado, la inseguridad, la falta de educación, la inicua pretensión de controlar a la Justicia y la impunidad que pretende Cristina Fernández. Es decir, hoy se vivirá en la capital de la República algo similar a lo que ocurrió cuando se intentó imponer la famosa Resolución 125, en plena guerra contra el campo.




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Crónica de estos tiempos
Propuestas y más propuestas
  • Es muy sencillo pontificar acerca de qué se debería hacer sin acompañarlo del cómo. Ello da cuenta de la falta de seriedad y el tenor demagógico de las propuestas que se formulan
(Por Julio María Sanguinetti) Quienes integran la coalición, naturalmente, pueden hacer propuestas. Sería mejor discutirlas internamente para estar por lo menos en una línea general que las haga viables, pero está en la lógica de los hechos políticos. Cuando la pandemia golpeó los indicadores sociales, nuestro Partido -como partido- hizo una seria de postulaciones, en buena parte acogidas por el gobierno. Lo que resulta inconducente y demagógico es que el Frente Amplio lance una andanada de rebajas impositivas y aumentos de remuneraciones, sin decir de dónde saldrá el dinero.
Simplemente se proclama una aspiración, tratando de hacerle creer a la gente que estamos ante un proyecto a considerar y no lo que realmente es: un discurso para la tribuna.
Un partido que acaba de hacer una oposición frontal al gobierno, llevando a referéndum popular su ley programática, ¿con qué lógica propone medidas, como si lo inspirara un espíritu constructivo? Solo podría tener algún viso de seriedad política si se acompañara con un estudio económico que permitiera visualizar su viabilidad. Sobre todo cuando el gobierno acaba de disponer, para el segundo semestre del año, un aumento en sueldos públicos y pasividades, de 3% y 2% respectivamente. Lo hizo porque la recuperación económica y la mejoría de la recaudación permitirían manejar el inevitable déficit público dentro de términos viables, o sea que no condenen al país a perder el "grado inversor" de las calificadoras de riesgo, con sus negativas consecuencias sobre el crédito.
No estamos entonces ante una propuesta sino una fantasía de Alicia en el País de las Maravillas. Ella se basa, por otra parte, en la constatación, feliz constatación, de que la economía del país ha crecido un 1,5% más si se comparan el segundo semestre de 2019 y el de 2021. Afirman entonces que los trabajadores no han participado de esa expansión. Lo que es falso, porque es evidente la recuperación del empleo, prioridad excluyente hasta el año pasado. Notoriamente se crearon, en el 2021, 50 mil puestos de trabajo y el desempleo, que el Frente Amplio lo entregó en el 10% de la población activa y hoy ha bajado al 7%. Esto se tuvo particularmente en cuenta en los acuerdos que se hicieron en la actividad privada y todas las partes, Estado, trabajadores y empleadores, coincidieron en que lo primero era, justamente, recuperar actividad y empleo. Se reconoció entonces, y nadie lo niega, que hay aún un retraso de salario real, no muy grande pero reconocible. Ese era y es el objetivo del gobierno, pero la situación ha postergado avances.
Nadie puede negar que pensándose en que este sería un año normal, que permitía ser optimista, hoy nos encontramos inmersos en una guerra europea de repercusiones universales En el mundo entero la suba de alimentos y combustibles fogonea una inflación que ha llegado a valores impensables en las economías desarrolladas. ¿Cómo se pude hablar tan alegremente cuando estamos sumergidos en una situación cuyos efectos están a la vista, rodeados de incertidumbres hacia el futuro?
El gobierno, con sensibilidad de respuesta, propuso un adelanto del aumento de sueldos y jubilaciones que tendría que venir en enero, o sea que en el segundo semestre habrá una carga fiscal adicional de aproximadamente 170 milones de dólares, solo posible de pagar justamente porque la economía creció. Y creció por una política económica seria, bien distinta a la de Argentina que tanto enamoraba al Frente. Por otra parte, ya el gobierno anunció que se añadirían algunas ayudas focalizadas hacia los sectores más desvalidos.
No se puede hablar, entonces, de ortodoxia fiscal o neoliberalismo. Pero peor que la ortodoxia es la demagogia.
No soy economista, pero una simple mirada casera nos dice que la baja del IVA que se propone difícilmente tenga un costo menor a 50 millones de dólares y si congelamos el combustible hasta fin de año, a los valores de hoy, seguramente no bajemos de 200 millones y si duplicamos alegremente los beneficios del MIDES no sé a dónde nos vamos. Entonces, como dijo nuestro Presidente, hay que tener responsabilidad. Y el Frente Amplio la debería tener, porque ha gobernado 15 años, terminó con el país estancado y si aspira a retornar, tendría que entender también que mantener los equilibrios y rescatar la seguridad social es en beneficio de todos y mal de nadie (ni aun de los que se enojan por no entender que nada es mejor que un sistema sólido).
Es un tiempo de tormenta. El país lo capea bien parado. Se está enfrentando la inflación. Como en la tormenta sanitaria de la que ya salimos, calma y buen rumbo. El escenario está dominado por la incertidumbre. Razón de más para ir paso a paso. (Nota que se comparte con Correo de los Viernes)

 

 



 

 
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