Preocupados porque el ministro tal o cual no cumple el requisito constitucional para ejercer el cargo, o por retirar del puesto de gobierno a quien resolvió abandonar el sector aunque se quede en el lema, transcurre penosamente el pretendido rol opositor del Partido Nacional y del Partido Colorado.
Apoyados por la dispensa de primera plana de la prensa vernácula, sumergen en la vergüenza ajena las declaraciones engoladas de quienes aspiran a ser candidatos a la presidencia de la república, en tanto avanza sin adversarios a la vista, desde su casa nomás, el candidato natural del Frente Amplio para ocupar por segunda vez la primera magistratura.
No precisa, el Dr. Tabaré Vázquez, salir al ruedo ni a la prensa.
¡Alcanza y sobra con ver cómo ha encarado la mal llamada oposición su trabajo político y parlamentario, convertida en una máquina de impedir que todos los días, al voleo y porque sí, pone palos en la rueda al desempeño de quien fue elegido para ser el presidente de los orientales!
Y tiene razón Mujica cuando sostiene que no le perdonan que viva con austeridad.
Tiene todo el derecho del mundo, y no le faltan razones, cuando precisa: "…pobres no son los que tienen poco. Pobres son los que quieren mucho. Yo no vivo con pobreza, vivo con austeridad, con renunciamiento. Preciso poco para vivir".
En definitiva, y tal como él también lo dice, “no le perdonan que viva en un rancho…”
El universo político, pobre y limitado, que exhiben a la ciudadanía los mal llamados partidos de oposición, tanto a nivel de conducción partidaria como de participación parlamentaria, no permite avizorar grandes cambios en el espectro político del país.
Peor, aún, la imagen de los hombres de la exclusiva y rica élite oficialista, caso Vázquez, Astori, Rossi, Calloia, Pintado y Lorenzo, la que ha quedado expuesta y comprometida en reiteración, no solo por la falta de transparencia sino también por la mediocridad e incompetencia exhibidas en todos y cada uno de los asuntos de Estado que les tocó y toca transitar.
Seríamos injustos si dejásemos de mencionar, a título de excepción general, la labor parlamentaria del senador Moreira, orientada a la denuncia republicana de los desaguisados cometidos en Pluna.
Harina de otro costal, cierto, pero de indudable gravitación en el acontecer político y ciudadano.
Responsables directos del crecimiento vertiginoso del Frente Amplio como fuerza política, estos tunantes adalides, colorados y blancos, fueron perdiendo a través de los años el apoyo popular, con fecha precisa de agotamiento republicano; concretamente, cuando el Presidente Bordaberry convocó al pueblo a que lo acompañase ante la insubordinación militar de febrero del 73.
Las mismas figuritas aparecieron luego de la dictadura, y el desgaste y desastre se acentuó.
La coalición blanquicolorada tuvo apoyo inmediato y unánime, solamente, cuando de la mañana para la tarde, un día que no importa precisar, se alcanzaron los votos parlamentarios para gravar para siempre los sueldos y jubilaciones.
Esto es historia antigua, pero vale para sostener el editorial de la fecha.
Hicieron todo lo posible para derrumbarse con el voto y lo lograron. Por eso, ciertamente, está el Frente Amplio en el timón de la frágil y tambaleante barca republicana.
Ricardo Garzón