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Rafael Rubio |
“Bolches eran los de antes” |
- “Las ideologías, esos densos velos que hacen que miremos sin llegar a ver”. Zygmunt Bauman
La implosión del “socialismo real” (la Unión Soviética y sus satélites), tuvo un origen multi causal y sistémico. La baja productividad económica brindó bajos niveles de calidad de vida, la falta de libertad fue un costo de oportunidad insostenible para su población.
Hubo liderazgos políticos que fueron determinantes, M. Gorbachov en su propio bando, y R. Reagan y M. Thatcher en el bando opuesto.
También el Papa polaco Juan Pablo II, conocía las ignominias del régimen comunista. Su apoyo a Walesa, líder del sindicato obrero “Solidaridad”, hizo crujir la burocracia comunista dónde decían eran sus defensores.
Lo que se llamó el socialismo real sobrevive en diferentes expresiones:
Las teocracias de los seguidores de los Castro en Cuba y Kim Il-sung, en Corea del Norte, arreglos sociales que agreden el intelecto.
La República Popular China, expresión posmoderna del neoliberalismo de Pinochet (dictadura política, libertad económica).
Las experiencias “progresistas” en Latinoamérica.
Es difícil definir “el progresismo”. Fenómeno ideológico difuso, una suerte de revolución cultural destinada a disolver lo que resta de la tradición de Occidente. El matrimonio entre homosexuales vuelve la familia una parodia. Igual sucede con la despenalización del aborto respecto a la libertad individual.
El epítome revolucionario de los bolches locales fue promover al Senado a quién se presentaba como una señora honorable. La Justicia demostró que no era honorable…
El progresismo es hijo del pensamiento izquierdista. Nacido en la Revolución Francesa, su preocupación central de lo social era el combate contra la desigualdad, la miseria, la injusta distribución de la riqueza. Los debates más álgidos versaban sobre las tácticas a emplear: violentas (revolución) o pacíficas (reforma). A partir de la Revolución Rusa, esa cuestión mantuvo duramente separados al comunismo y la socialdemocracia. Pero el objetivo fundamental era el mismo.
Todo cambió después del oprobioso hundimiento del "socialismo real". El grueso de los ayer partidarios de la revolución violenta y de los defensores de las reformas pacíficas, se juntan en el progresismo. Sólo que tanto unos y otros han olvidado la cuestión social, la transformación de la economía y la política en beneficio de los menos favorecidos.
El abandono de la cuestión social trajo consigo el interés por las minorías "transgresoras" de orden cultural. La igualdad se desplaza hacia un abstracto jurídico. El hombre teórico en lugar del hombre real de carne y hueso. Todo sucede como si las izquierdas -consciente o inconscientemente- llegaron a la conclusión, en definitiva sensata, que en el plano económico, el capitalismo es, por ahora, imbatible. Entonces, el único teatro de operaciones disponible es la cultura, siguiendo la línea de Antonio Gramsci.
Desacreditar los valores establecidos, bastardeándolos, para ver si es posible volver a cuestionar alguna vez la integridad del sistema. Y de no serlo, descargar el odio y el resentimiento producto de su derrota.
¡¡Cómo se extrañan a los “bolches austeros” de alpargatas peludas que pregonaban la lucha de clases!!
Hoy son revolucionarios mediáticos, parecen telepredicadores o pibes con camisetas colorinches, similares a las compradas en la feria de Villa Biarritz.
¡¡Ganarás el pan con el sudor de tu frente!!
En plena crisis sanitaria gritan por la “renta básica”. Corroboran lo que hicieron durante quince años: “planes sociales”, herramienta repugnante de proselitismo político que impidió sacar por lo menos a una persona de la pobreza dependiente de la máquina estatal. Desde el inicio de los planes, hace ya muchos años, todos las han seguido cobrando.
Proponen “renta básica” como una reivindicación progresista. ¿Es una medida intrínsecamente izquierdista o progresista?
El primero que puso la renta básica en la agenda mundial fue Milton Friedman, uno de los fundadores de la Escuela de Economía de Chicago...
La neuroeconomía enseña que si existe un incentivo para no trabajar, menos gente trabaja. Mala en sí misma, menoscaba el valor de la educación y esfuerzo, motores de movilidad social.
Más personas dependen de las dádivas del estado, se resienten las instituciones y la calidad de la democracia.
Se refuerzan negativamente los trabajos desagradables o poco remunerados. Aquellos que no son elegibles para el subsidio se verán forzados a hacerlos.
En tiempos de migraciones, si poseer la ciudadanía es un requisito para percibir la renta básica, se atrae a inmigrantes por conseguirla, sin que contribuyan con ninguna actividad productiva. Sin ciudadanía, los inmigrantes son obligados a realizar las tareas indeseables, independiente de su esfuerzo y competencias.
El capitalismo hizo mucho más por la gente que cualquier otro sistema económico. No se puede apostar por la intervención de un Estado que ya fracasó. Se deben reinventar los mecanismos para crear un mercado solidario.
El PBI que produce una Nación lo genera la acción humana. Financiar un ingreso básico supone aplicar impuestos a los que trabajan. Sin el esfuerzo humano no se producen los bienes y servicios que la sociedad necesita. Redistribuir los ingresos públicos sin producir es un sueño muy peligroso.
La riqueza se mide por el capital humano, la educación, la ciencia y la tecnología que son las bases del desarrollo. La educación es la industria pesada de la sociedad ya que fabrica los ciudadanos del futuro. Ahí deben destinarse los recursos para generar más y mejores empleos con nuevas inversiones.
“La renta básica”, una perla más de este camaleónico presente progresista! |
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Jorge Azar Gómez |
Puente Colonia-Buenos Aires |
- @|Cinco "puentes Colonia - Buenos Aires" se hubieran podido construir con lo que los tres gobiernos progresistas "expropiaron"
Uruguay y Argentina hace años venían programando la construcción de un puente entre Colonia y Buenos Aires. Este proyecto fue demorado hasta ahora por falta de capitales, pese a que una empresa china ofreció financiarlo y administrarlo.
Durante los 15 años de gobiernos progresistas, cada tanto, mencionaban su intención de construirlo, pero siempre caían en lo mismo... no tenían plata.
Hoy Uruguay necesitaría invertir 420 millones de dólares; igual cantidad le correspondería a la Argentina. ¡420 millones de dólares! Y decían que no los tenían.
¿Por qué no los tenían?
No hay que analizar mucho. No los tenían por la mala gestión y pérdidas de Ancap; por lo que se perdió en Pluna y Alas U; por lo que se despilfarró en el FONDES, que hoy tiene un 100% de morosidad y la Justicia no se entera; no los tenían por la mala gestión del MIDES; no los tenían porque parte se fue en lo que se denominó el “aval perfecto”; no los tenían por la compra del avión presidencial; no los tenían por la plata que se perdió en los negocios con Venezuela, etc.
En 2012, se estimaba que para la construcción de una doble vía de 42 kilómetros con una vía férrea, se requeriría una inversión de US$ 860 millones y un plazo de construcción de cuatro años.
Sin embargo, hoy aseguran que puede llegar a reducirse el tiempo por los avances de la tecnología; inclusive se había resuelto que el trazado que uniría Laguna de los Patos con Punta Lara sería el mejor por rentabilidad, disponibilidad de áreas públicas para cabeceras de obradores en ambos países y la interconexión con carreteras nacionales. El puente no sólo sería autovía para conectar a los dos países, sino que además se pensaba incluir un carril ferroviario, con una altura apropiada para permitir el paso de barcos de gran porte.
Creo que cada uno puede hacer el análisis de por qué no tenían plata para medicamentos, para alimentos, para una salud digna, para una educación para el futuro, para una seguridad que nos hubiera permitido circular libremente por nuestras calles.
No quiero seguir con mi análisis pues no quiero perder mi estilo y decir todo lo que pienso de lo que fueron los tres períodos de gobierno "progresista".

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Michael S. Castleton |
“Annus Horribilis” |
Robándole el título de este escrito a la reina Isabel II de Inglaterra no podemos los orientales más que concordar con ella. El 2020 en latín, en jeringoso o en swahili fue un año horrible.
Tampoco sinceramente, creo que produzca ningún punto de inflexión en la historia de nuestra especie.
Sí posiblemente nos haya enseñado a los humanos un poco de humildad. Un poco de humildad ante nuestro entorno natural en el que vivimos y nos desarrollamos.
2020 nos ha enseñado con qué facilidad la madre natura puede reaccionar ante nuestros permanentes abusos y cambiarnos la vida para mal.
Los humanos deberemos de una vez aprender que la naturaleza, es como una madre que nos ha perdonado enormes tropelías, demasiadas para nombrar. Pero todo tiene un límite. Este año hemos visto ese límite. La madre naturaleza no ha dado un sosegate. Vaya sosegate.
Los humanos, nuestra especie en su conjunto debe aprender que sí podemos manejar nuestro entorno dentro de ciertos límites. Pero que las riquezas naturales que se nos han dado si bien formidables son parte de una complejísima cadena de evolución, de pesos y contrapesos y que como toda cadena se puede tirar de él, pero, si se tira demasiado y por demasiado tiempo, se rompe.
A mi juicio visceral, no académico, lo que hemos visto en el 2020 es solamente un pequeño ejemplo de lo que puede acontecer si los humanos le seguimos tirando de la cola al dragón.
Quizás y solamente quizás esta dura lección pandémica nos empuje hacia aprovechar la abundancia de nuestro planeta como es lógico, sin depredarlo que es ilógico, pero que es lo que hemos venido haciendo desde la primera revolución industrial o antes. Pero éramos menos.
No soy muy optimista por aquello de los hombres, los tropiezos y las piedras, pero, veremos.
Lamentablemente tampoco creo que la pandemia cuando pase, que pasará, deje un nuevo hombre como sueñan algunos.
No ha pasado luego de otras plagas tan cataclísmicas o más que ésta. No ha pasado luego de guerras igualmente cataclísmicas, ni ha pasado ante hechos naturales que bien debieron hacer reflexionar a nuestra especie sobre su futuro y su destino en este bello planeta.
Los humanos somos depredadores. En tiempo y espacio cósmico somos una plaga nada más, tomada nuestra especie en conjunto.
Lo cual no quita que en dimensión humana exclusivamente hay de todo: excepcionalmente buenos y excepcionalmente malos, y en el medio todos los demás, algunas veces buenos y algunas veces malos.
Los humanos debemos entender que en el conjunto del universo somos nada más que punto verde y azul poblado de gente que las más de las veces está tratando de destruir a sus semejantes y el entorno en que vive.
La verdad que la vida es un glorioso accidente pero tal como se nos da se nos puede quitar. Eso nos ha enseñado el 2020, nuestra pequeñez ante el misterio de nuestra existencia y condición. Pero dicho todo esto, muchos, la enorme mayoría de la especie sobrevivirá a esta pandemia y por eso debemos festejar.
Debemos llorar a lo que quedaron por el camino, padres hijos y hermanos. Los que sobrevivimos este año horrible deberemos festejar la vida que disfrutamos.
Seguramente en 2021, si esta pandemia no toma características bíblicas, cosa no imposible, deberemos agradecer a lo que sea en lo que uno crea por haber llegado al año que corre.
Después veremos qué es lo que hacemos. Después veremos qué acontece con nuestras vidas, después veremos lo que Dios o el destino nos tiene marcado.
Pero agradezcamos que los pronósticos de un mundo distópico no se dieron. Agradezcamos que más o menos nuestra civilización absorbió el golpe exitosamente y roguemos que salga fortalecida del año horrible que pasó.
Tenemos mucho que agradecer. No voy a decir feliz 2021 porque dependerá exclusivamente de nosotros como sociedad y civilización qué nos depara el año entrante.
Sí, en cambio, puedo desearles a todos mis eventuales lectores un mejor año que el 2020 y que ojalá hayamos aprendido algo.
Siempre la vida puede más. La pregunta es cuál vida. Ojalá sea vida humana, más sabia y más benigna con nuestro pedacito del universo.
Dios nos bendiga. |
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