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| Muerte anunciada |
Aún con el cuerpo caliente de PLUNA S.A. en la sala velatoria, nos permitimos expresar una serie de conceptos que en la vorágine informativa, aún de medios especializados siempre atentos y vigilantes, han quedado relegados a segundo plano, oscureciendo cualquier tipo de análisis o manifestación.
En el caso que nos ocupa, las empresas de bandera ya no existen en el universo aerocomercial. Murieron hace años. PLUNA no fue la excepción, ayudada en su desaparición por un sindicato que se suicidó, tal cual anticipamos que sucedería en recientes ediciones, sin importarle un comino la existencia de 900 empleados sostenidos por alfileres. PLUNA venía volando bajo, casi a ras del suelo, debido a la crisis que se abate sobre la aviación comercial de la región y del mundo; por la formidable competencia de aerolíneas que están subsidiadas íntegramente por los gobiernos, y porque en el Uruguay los intereses personales de funcionarios de jerarquía de los ministerios se impusieron por encima de los colectivos de la ciudadanía. Ejemplos sobran.
Lo estratégico para el país, es el modo aeronáutico. No PLUNA. PLUNA es la herramienta elegida, pero no constituye un fin en si misma.
El sindicato de PLUNA, por muchísimos años, se opuso a cualquier desarrollo de empresas nacionales. Recordemos la vileza con que fue sepultada Uair, apenas nacida. Cuando el sindicato logró eliminar a Uair -gracias a los buenos oficios del Ministro Rossi-, “inventaron” una administración a cargo de la Sra. Elina Rodríguez, que tuvo a bien perder más de setenta millones de dólares en apenas dos años.
Los aviones de PLUNA quedaron postrados en tierra por falta de repuestos, y como frutilla del postre vale recordar que la empresa voló meses con los seguros vencidos, sin que la DINACIA le hubiere cancelado, como correspondía, el certificado de explotador aéreo. Para apagar comentarios periodísticos la “sancionó” con una multa de cien mil pesos, cuando la cobertura tipo por avión rondaba entonces en los dos mil quinientos millones de dólares. El Estado estuvo expuesto al riesgo de que algún avión de PLUNA tuviese un accidente y tuviera que salir a cubrirlo el país entero.
Como premio a tan “exitosa” gestión la antedicha Elina Rodríguez fue nombrada Directora de Transporte Aerocomercial en el Ministerio de Transporte y Obras Públicas.
Pero entiéndase bien y para siempre: la aviación en el Uruguay no se acabó porque PLUNA vaya a su liquidación. Muy por el contrario, el escollo para su desarrollo era precisamente la misma PLUNA.
En el negocio de la aviación, como tantos otros, cuando sale una empresa entra otra.
De tal modo no será de extrañar que en una primera instancia aviones de BQB atiendan de inmediato el puente aéreo Montevideo-Buenos Aires.
Los derechos de tráfico son del Estado, no de las compañías. Se solicitan.
Sea pues con BQB u otras aerolíneas nacionales, es un hecho que se va a restablecer la malla de vuelos que hoy se ha visto paralizada, normalizándose las comunicaciones en el país en el más breve lapso.
Y entiéndase bien, también, que los pasajeros, los proveedores de servicios, la mayoría de los funcionarios, los uruguayos todos, hemos sido víctimas de la impericia del Presidente Vázquez; de la fatuidad y soberbia de Danilo Astori, y del inefable Víctor Rossi. Pero también del sindicato de la compañía, y de la habilidad de Leadgate, que supo retirarse cuando las papas quemaban.
El sindicato de PLUNA S.A., precipitó con un más que inoportuno paro salvaje, a las puertas de las vacaciones de Julio, el fulminante cese de actividades dispuesto por el gobierno.
Para finalizar, no nos duelen prendas en reconocer que el gobierno de José Mujica tuvo la valentía de cerrar la empresa, ya sea porque se sabe que existen juicios multimillonarios en ciernes, sin perjuicio de otras fuertes razones, liquidación reclamada aún por quiénes, en alguna oportunidad, desempeñaron la Presidencia de la República.
Ricardo Garzón |
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