Lo que cinco o diez lúmpenes -condenables, entiéndase muy bien- hagan de mal en Haití, luego de que hubieran desfilado en las misiones de paz decenas de miles de compatriotas en diez años, ofrendando 40 vidas y otros tantos mutilados, sin considerar a los cientos que cargan alguna enfermedad, fisica o psíquica, malaria, viruela, cólera, trasmisión sexual y otras, parece que es una nueva causa nacional de flagelación y masoquismo.
Solamente nos falta que salga Irma Leites y sus reventex a tirar molotovs; el PVP a proponer un plebiscito para fijarles cadena perpetua, y el 26 de Marzo a preguntarle al embajador iraní qué opina al respecto.
Por las dudas, Daniel Viglietti (¿o Billeti, debería decir?) ya hizo su programa radial, auspiciado por alguna empresa pública, para iniciar la retirada, que no es precisamente la de los asaltantes con patente.
A esta altura, hay que ser más que desconfiado y suponer muchas cosas, a cual más fea, en el entendido secular que sentencia: piensa mal y acertarás. Primero, que los narcotraficantes, tratantes de personas, contrabandistas y todas las malas yerbas de América, quieren Haití en sus garras, como una especie de hub del crimen. El año pasado, con algo de verdad, porque habían llevado el cólera, la bronca fue con los nepalíes, y se fueron...
Ahora, ¡oh casualidad!, la Armada uruguaya es prácticamente la única guardia costera en esas latitudes, y vendría muy bien sacarla del medio para que campeen las pandillas.
Molestan tanto las lanchas allá, como acá la hoy injuriada Aviacion Naval, que cada vez que patrulla descubre pesqueros piratas, mientras graciosamente el Uruguay pierde 58 millones de dólares anuales en faena clandestina...
"Casualmente", una pandilla de la ETA, entre los cuales, el inventor del uso de las garrafas de gas como misiles, e instructor de las FARC, que generó aquel atentado contra una iglesia colombiana con decenas de muertos, dijo -cosa muy rara de creer- que se fue de Cuba por disidencias supuestas, con destino a Sudamérica. El trío de veteranos terroristas recaló en Haití, donde consiguió un práctico artesanal para su lancha. Nadie los vio, ni salir de Cuba ni entrar en Haití.
Dentro de las casualidades, la lancha, que debía continuar hacia el Sur, -según dicen para juntarse con otros etarras en Brasil-, encalla en Venezuela, que los devuelve a Cuba sin comentarios.
Evidentemente, a muchos les sirve un Haití desguarnecido. No en balde, se dice, que la mayoría de las ONGs "humanitarias" en Haití son bancadas por la mafia.
Ahora, el escándalo es porque alguna haitiana quedó embarazada de algún criollo, haciendo el papel del bobo, del mismo modo que las jineteras de Cuba se alquilan al por mayor por un jabón o pasta de dientes.
Obviamente, que esas haitianas querían ganarse la grande, porque para el 85% de esas mujeres el destino es el contrabando, la prostitución, la emigración ilegal, el servicio doméstico para extranjeros, o un quilombo en Miami, en París o en Mexico.
Y esto no es dicho con ironía ni con racismo, ni con negligencia. Es lo que un mapa social de la nación infeliz evidencia. Bajo este paraguas, un uruguayo embarazando supuestamente a una ciudadana local, aún en el acierto de la probada fecundación, no es el fin del mundo.
Igualmente, si se escarba, talvez alguien descubra que algunas damas han ingresado en muchas fuerzas armadas sudamericanas, con singulares expectativas. ¿Es para espantarse? Pasa en las mejores familias. Por cierto que las chinas cuarteleras de las guerras de la independencia, las mismas que despenaban al enemigo, fueron precursoras.
Podemos perder el bosque por algunos árboles torcidos, o bien contabilizar las vidas salvadas, las aldeas defendidas, el hambre mitigada, y la paz preservada por nuestras tropas desde Cachemira hasta la fecha, por más de 60 años, casi siempre con honor, solvencia, sacrificio, valentía y ecuanimidad.
Hemos enviado a estos militares a la guerra con medio escarbadiente, masiva aspiración de una soldadesca muerta de hambre, sin adecuada ni mediana preparación, con vacunas mal dadas, quemas de preservativos, test psicofísicos deficientes y escaso prestigio social.
Hasta sirvieron las tropas de las Naciones Unidas para descomprimir las internas de las fuerzas.
En el colmo del desparpajo, se ha especulado hasta con el dinero de las misiones -más allá de los retrasos de la ONU- para tapar agujeros varios.
Preguntémonos si no miramos para otro lado, (¡ay, Bayardi...!!!), cuando se compraron insumos defectuosos (como los 10 blindados OT-64 ruinosos, adquiridos contra la recomendación del fabricante por el Ejército, o las lanchas Boston Whaler, solo hablando de Haití.
¡Y preguntémonos también si alguna vez pensamos qué íbamos a hacer con todos esos uruguayos cuando volvieran del exterior, que un día las misiones han de terminar, y el kilo de uruguayo no se va a cotizar tan caro!
Y ahora, les pregunto a los señores uniformados. A los de antes y a los de ahora, que es lo mismo para el objetivo de aniquilamiento emprendido por el gobierno: ¿hasta cuándo seguirán chiflando y haciendo la plancha? ¿Hasta cuándo van a esperar que se acabe el temporal? ¿Hasta cuándo van a seguir con el complejo de culpa de la dictadura?
Nadie se enorgullece de los desaparecidos (la mayoría en el exterior, en cuyos casos no rige mucho la ley de caducidad), ni de los torturados, ni de los muertos, ni, mucho menos, la estupidez de haber convertido, por burros, en mártires a una manga de mediocres, la mayoría, de frondosos antecedentes que más valía exhibir con toda publicidad.
Ahora, señores, nadie se enorgullece de los uniformados que levantaron Afe, Pluna, Ancap o ANP cuando estaban al borde del cierre. Nadie se enorgullece de los puentes, represas, carreteras y otros logros, obtenidos con "infinitésimamente" menor corrupción que 20 años después. Resulta que los comunistas del mundo entero siempre se han ufanado de sus logros y han ninguneado el tema de los Derechos Humanos sin que ningún intelectualoide los cuestionara, sino todo lo contrario.
¿Es que tan asustados están que prefieren, los marinos, hacer caja 2; la Fuerza Aérea declarar voladas horas no voladas, y el Ejército aceptar licitaciones inadecuadas, antes de plantarse firmes y decirle al espectro político: "esto es lo que precisamos para funcionar y punto", sin remiendos, no porque se esté a espaldas de la sociedad, sino para defenderla mejor, sea de los robos por pesca clandestina, los vuelos de los narcos, o la depredación ambiental?
¡Si ni siquiera saben defender a colegas acusados de delitos no comprobados, o enviados a la cárcel porque fueron identificados por sus ojos azules, y a otros enviados sin mérito alguno como son los casos del octogenario Tranquilino Machado, Juan Carlos Gómez y Dalmao...!
En camino de la disolución nacional, no me equivoco cuando sostengo que el Uruguay entero se muere con las botas puestas.

Cuando fracasó el proyecto que pretendía anular la ley de caducidad, el gobierno con el Presidente a la cabeza entendió que de alguna manera tenía que desviar la atención de la opinión pública porque el papelón era mayúsculo. Y porque de alguna manera había que sacar del centro del escenario al Diputado Semproni que se quedó con todas las cámaras, no precisamente para dejar bien parada a su fuerza política.
Nació entonces la idea del impuesto al sector agropecuario. De esa manera mataban dos pájaros de un tiro; sacaban el tema caducidad del tapete, colocando en su lugar uno bien polémico, y alimentaban a los sectores más radicalizados con una propuesta hecha a su paladar. Hay que reconocer que lograron sus objetivos porque aquel tema ha quedado disimulado, se encuentra al menos en estado latente, y este otro es noticia de todos los días.
Tenemos la impresión que el final de la película va a ser que todo el Frente Amplio se va a poner de acuerdo en un nuevo impuesto, cuyo contenido hoy desconocemos porque es imprevisible adivinar por donde va a terminar saliendo el humo blanco. Pero mientras tanto ya han aparecido por lo menos dos Semproni. En efecto, el vicepresidente de la República por un lado, y el Senador Michelini por otro, seguramente por diferentes motivos, están cuestionando el proyecto. Uno agregando un impuesto más, el otro buscando cambiar el original.
Nos preguntan a los integrantes del Partido Nacional que posición vamos a tomar al respecto. Contestamos, primero tenemos que saber qué es lo que impulsa el gobierno, todo el gobierno y no solamente algunos de sus sectores. Primero tenemos que saber si una vez más va a haber un Semproni, si va a haber dos Semproni, o si no va a haber ningún Semproni y en consecuencia tienen todos los votos para aprobar sus proyectos.
Contestada que sea esa pregunta, viene de inmediato otra que es en realidad el fondo del asunto: ¿El país necesita más impuestos? ¿Vamos a aceptar pacíficamente que en media de la bonanza económica de la que el propio gobierno se jacta constantemente, se hable de la posibilidad de seguir estableciendo nuevos gravámenes? ¿Un gobierno que tiene mayorías propias, que nos ha ahogado en tributos empezando por el IRPF, merece que la oposición le vote más impuestos?
Si en algo podemos coincidir es en que la presión tributaria que tiene el Uruguay es alta, que no solamente la gente no se merece más impuestos sino que además se merece, eso sí, algún alivio, alguna aflojada que se corresponda con la bonanza, que se corresponda con el crecimiento de la economía de los últimos años.
Por allí debería haber venido la propuesta del gobierno. Por el lado de sustituir impuestos de manera de intentar acercarse a la justicia tributaria que es un valor, un objetivo loable, siempre compartido. Nosotros no tendríamos ningún problema en gravar a un sector rentable, mucho menos en ponerle un impuesto a las grandes extensiones. Pero la contrapartida tiene que ser inevitablemente la reducción de impuestos a los sectores más débiles, a los más vulnerables porque como dijimos, algún día a la gente le tienen que tocar las buenas.
Ahora tenemos que tener paciencia y bancar, por un buen tiempo más aún, las idas y venidas dentro del gobierno, escucharlos decir una cosa hoy y otra mañana, pelearse y amigarse, cambiar figuritas y esperar el final que, desde ya lo vemos venir, no va a ser bueno. No va a ser bueno porque se vienen más impuestos, y porque no van a eliminar otros.