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UN ARGENTINO ORIENTAL OPINA - ENFOQUES COMPARTIDOS
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Enrique Guillermo Avogadro |
Gente honrada |
- “Sus virtudes sólo a ella aprovechan, y sus vicios contaminan el mundo”. José Maria Eça de Queiroz
Todos hemos visto cuánto creció, exponencialmente, la fortuna de los Kirchner desde sus lejanos días en la Intendencia de Río Gallegos, a medida que ocuparon la Gobernación de la Provincia de Santa Cruz y, más tarde, la Presidencia de la República por cuatro períodos. Pero Cristina Fernández explicó en Harvard que el origen de ese enorme patrimonio era el exitoso ejercicio de la profesión de abogados, y Cristina es una mujer honrada.
Un día, nos sorprendimos cuando, en una diligencia judicial, fue abierta la caja de seguridad de Florencia Kirchner y en ella encontraron cinco millones de dólares en efectivo. Pero su madre nos explicó que correspondían a la herencia que el laborioso Néstor (q.e.p.d.) había dejado a sus hijos, y Cristina es una mujer honrada.
El miércoles, luego de transitar por las manos de quince jueces (de instrucción, de la Cámara Federal de Apelaciones, del Tribunal Oral y de la Cámara de Federal Casación Penal), la causa “Vialidad” tuvo su desenlace con una sentencia que la condenó por defraudación al Estado (curiosamente, obvió la asociación ilícita y el peculado) a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Pero Cristina, simultáneamente, publicó una carta abierta a la que tituló “Copitos en Comodoro Py”, en la que nos contó que, ya que el intento de asesinato había fracasado, ahora la ejecución estaba a cargo de la Casación, y Cristina es una mujer honrada. Juan Grabois, Juan Martín Mena, Oscar Parrilli, Axel Kiciloff, Wado de Pedro, y muchos otros dijeron que se trataba de un fallo que, pese a las pruebas incontrastables, tenía como única razón de ser excluirla de una futura competencia electoral, y todos ellos son personas honradas.
Cristina tiene pendientes otras graves causas (pacto con Irán, los “Cuadernos” de Oscar Centeno, “la ruta del dinero K II” y “Hotesur/Los Sauces”); aunque la Justicia divide las investigaciones y, remolona, no fija fechas para los juicios orales que corresponden, ella dijo que todas derivan del pérfido “lawfare”, instalado por los dueños de los diarios Clarín y La Nación para perjudicarla, y Cristina es una mujer honrada.
Decenas de empresarios confesaron, ante la Justicia, el pago de sobornos en efectivo a funcionarios y secretarios de Cristina Fernández por la adjudicación de contratos a sus empresas, y hemos visto a José López revolear bolsos con 9 millones de dólares en un convento. Sin embargo, Carlos Mahiques, Diego Barroetaveña y Daniel Petrone dijeron, en una extraña resolución, que en realidad se trataba sólo de aportes para la campaña electoral y, consecuentemente, no delitos sino meras infracciones, y los tres son jueces honrados.
Como Cristina tiene 70 años, ya es vox populi que no irá a la cárcel sino, tal vez, a prisión domiciliaria en alguno de sus múltiples domicilios; ese beneficio se concede a quienes, a criterio de los magistrados, no pueden alterar las pruebas del proceso ni pueden fugarse, lo cual claramente es su caso. Pero decenas de jueces, apoyados por fiscales militantes, mantienen en prisión preventiva a centenares de ancianos enfermos por períodos que exceden largamente (algunos, más de 16 años y, en promedio, 7) el máximo previsto en la ley, porque, seguramente, están de verdad convencidos que aún pueden influir sobre las pruebas de hechos ocurridos hace más de cuatro décadas o escapar del país a desconocidos paraísos, ya que todos esos impolutos magistrados son hombres honrados.
El Congreso sancionó, durante la Presidencia de Raúl Alfonsín, las leyes de “obediencia debida” y “punto final”; más tarde, hizo lo mismo con la ley de “2x1”. Más tarde, ya con el finado Néstor en la Casa Rosada, ese mismo H° Aguantadero no sólo declaró nulas las primeras sino que “reinterpretó” la tercera para que no pudiera aplicarse a los militares, y la Corte Suprema, presidida por Ricardo Lorenzetti, convalidó todo. Pero debían tener razón, puesto que todos esos legisladores y jueces son hombres honrados.
Diariamente, el vocero presidencial, Manuel Adorni, nos cuenta cuántos enormes chanchullos se descubrieron en la administración del Estado; sin embargo, eso no se traduce, en general, en denuncias penales concretas. Ignoro a qué se debe tamaña inacción por parte de la gestión libertaria pero, como ha jurado combatir a la casta, seguramente está justificada, ya que, además de muy exitoso, Javier Milei es un hombre honrado.
Sigue insistiendo en la designación del impresentable Ariel Lijo como ministro de la Corte Suprema, y ha trascendido que, si el trámite no fuera aprobado por el Senado, lo haría por decreto. La sociedad civil se ha expresado masivamente en contra del candidato, mencionando las infinitas y fundadas razones que abonan su inhabilidad para ejercer el cargo. Pero Milei confía en él ciegamente, y el Presidente es un hombre honrado.
William Shakespeare nos relató, en su “Julio César” qué sucedió con los conspiradores que habían asesinado al protagonista cuando Marco Antonio concluyó su discurso funerario. Tal vez a mucha gente honrada le resultaría útil leerlo.
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Columna de Ricardo Garzón
SE DICE |
Que el monitor electoral indica qué marcan las encuestas de último momento para el balotaje entre Yamandú Orsi y Álvaro Delgado. Los datos de cuatro consultoras (Cifra, Equipos, Opción y Factum) en mediciones de intención de voto para Orsi-Cosse y Delgado-Ripoll exhiben que la primera resultará triunfante en todas las fórmulas: en Factum, Orsi-Cosse 47,1%, y 46,6% para Delgado-Ripoll. Cifra: 47% y 46,4%. Opción: 49,7% y 45,5%. Equipos: 48% y 46,2%
Que el todavía intendente de Canelones arremetió contra el compromiso formal de Álvaro Delgado de no aumentar los impuestos. “Nadie quiere subir impuestos y no hay que subirlos, porque la reforma impositiva ya la hizo el Frente Amplio en 2007.
Que o soy un adivino o soy un irresponsable, abundó Orsi; la economía tiene sus vaivenes". "Nadie quiere subir los impuestos; el tema es a quién se los subís y a quién se los bajás; ni descarto ni lo afirmo; es lo que no deseo, tiene que ser la última de las medidas". El IRPF y el IASS no existen para los futuros gobernantes.
Que un silencio sepulcral se expande en el sistema político uruguayo cuando a nivel periodístico se mencionan el IRPF y el IASS, tributos de primera línea que consagró el elenco político uruguayo, y que tuvo como efecto directo e inmediato el empobrecimiento sostenido de la población, que registra que el 63% de los trabajadores no pueden cubrir sus necesidades básicas para llegar a fin de mes.
Que estos colosales impuestos que traen a primer plano al padre de la consolidación fiscal (léase Astori) se suman a restantes gravámenes que no solamente financian servicios públicos de todos los días, sino que son derrochados en satisfacer el apetido voraz y creciente que demanda la vida política de los poderes del Estado.
Que el expresidente de la República y líder del Movimiento de Participación Popular (MPP), José Mujica, dijo este jueves que se le “fue la lengua por calentura” cuando críticó al presidente de la República, Luis Lacalle Pou, por comprarse una moto de 50 mil dólares. “Pido disculpas al pueblo uruguayo, no por el contenido, -lo que dije lo suscribo-, sino por la forma. (Nota de Dirección: las disculpas, señor Mujica, se ofrecen, no se piden. Y menos se condicionan).
Que el candidato del Partido Nacional Álvaro Delgado dijo que si gana el domingo al otro día la primera persona que convocará será a Yamandú Orsi; necesitamos hacer un gobierno de unidad nacional; "los uruguayos mandaron ese mensaje; el objetivo será acordar varios temas". "Todos los que pueda".
Que Álvaro Delgado dijo que no descarta tener ministros del Frente Amplio en un gobierno "de unidad nacional"; "evalúa invitar a la actual oposición a integrar su administración, y tampoco descarta que el Partido Colorado encabece el Ministerio del Interior.
Que el expresidente José Mujica manifestó que los políticos a los que “les gusta mucho la plata son unos miserables", y que “la política y el hacer plata hay que separarlo”.
Que con la hilacha a la vista, el líder del Espacio 609 también criticó al presidente Luis Lacalle Pou por comprar una moto de 50.000 dólares: “tiene dos camionetas al pedo. ¿Te das cuenta? Estos son los padres de la patria”.
Que, no conforme, para el expresidente Mujica a “los que les gusta mucho la plata hay que correrlos”; “entreveran una cosa con otra y eso nos termina conduciendo al colapso, a la corrupción y todo lo demás”. Añadió que “la izquierda debería discutir este tema”.
Que ante la impertinencia y desubicación de Mujica, el diputado Diego Echeverría posteó: "Mujica, una vez más, dando cátedra de cómo deben vivir los demás según su escala de valores y visión, lo hace insultando y descalificando. Aburre y evidencia desesperación. Una lástima que en esta etapa elija el resentimiento como bandera".
Que el presidente de la República firmó un decreto que suspende la obligación de las inmobiliarias de ser agentes de retención del Impuesto a las Rentas de las Personas Físicas (IRPF), y del Impuesto a la Renta de los No Residentes (IRNR), cuando haya contratos de arrendamiento temporario de inmuebles con fines turísticos, y cuyo plazo no supere los 31 días.
Que un nuevo relevamiento inmobiliario de América Latina publicado por el Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, continúa ubicando a Montevideo como la ciudad con los apartamentos más caros de la región.
Que Manini Ríos llamó a la población a “no saltar al vacío” en materia de seguridad, y consideró que, a juzgar por las cifras de las encuestas, “hay mucha gente que está dispuesta a pegarse un tiro en el pie”.
Que el líder cabildante defendió que para su partido “Álvaro Delgado es la opción mejor que tenemos el próximo domingo; es la opción por la cual el país tiene más certezas hacia adelante, y por la cual se podrán encontrar soluciones a muchos de los problemas que hoy tienen los uruguayos”.
Que según la Usina de Percepción Ciudadana 42% piensa que el debate lo ganó Orsi y 37% opina que el ganador fue Delgado, y entre quienes no votaron en octubre ni al Frente Amplio ni a alguno de los partidos de la coalición, 27% dijo que la victoria se la llevó el candidato nacionalista y el mismo porcentaje expresó que se impuso el candidato de la oposición.
Que la última encuesta de El Observador y académicos de la Universidad de la República muestra un escenario “competitivo y de suma paridad” hacia el balotaje del próximo domingo, con una “leve ventaja” del frenteamplista Yamandú Orsi.
Que Martín Litwak experto en estructuración y conservación de patrimonios entiende que Uruguay todavía tiene posibilidades de bajar impuestos antes que las tendencias internacionales sean más propensas a subirlos en los próximos años.
Que sin perjuicio sostiene que el país es una plaza segura para proteger activos por la seguridad jurídica que tiene: “Uruguay ha pasado por situaciones extremas y sin embargo nunca terminó tocando los patrimonios de las personas para confiscarlos”.
Que el economista Javier de Haedo, director del Observatorio Coyuntura Económica de la Universidad Católica enfatizó que el punto de partida del próximo gobierno será complicado, con una situación fiscal que ronda el 4,4% de déficit; agregó que “le cuesta creer” que la tasa de crecimiento de largo plazo del país sea de 2,5% con el nivel de atraso cambiario que exhibe el país.
Que por otra parte el economista destacó que reducir la jornada laboral sin aumentar la productividad o sin bajar el salario proporcionalmente es un disparate. A su vez, dijo que el problema de la pobreza infantil no requiere aumentar impuestos sino “poner a dieta al Estado un 1,6%”.
Que Sebastián da Silva, senador suplente del Partido Nacional y titular electo en las elecciones del 27 de octubre, habló este miércoles en la radio fernandina FM Gente sobre la situación de seguridad del país y apuntó que a los “malandras” hay que “cagarlos a balazos si es necesario”.
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Perspectiva Personal |
Por Julio María Sanguinetti. - Don José Serrato, que tuvo larga vida, hablando de Don Pepe invocaba el “nostálgico privilegio de la edad”. Honestamente, en lo personal, vivo el privilegio de llegar en pocos días a los 89 años en plena actividad, escribiendo y hablando, acompañando al Partido Colorado que llevo en la sangre y viajado la semana que viene a México para reunir el Círculo de Montevideo que hace 28 años animamos junto a Felipe González y un grupo de políticos y pensadores. Lo que pueda haber de nostalgia -que lo hay- refiere a los tantos amigos que la vida se ha llevado, con los que he compartido aficiones, convicciones y sentimientos de fraternidad. En todo caso, siendo ambivalente, la nostalgia no sólo nos deja el pesar de lo perdido sino también la carga generosa de los recuerdos.
Esta reflexión se nos asoma cuando el lunes 25 se cumplirán los 40 años de nuestra primera elección presidencial. La de 1984, sin duda un momento fundamental en el proceso de la recuperación democrática. Volvíamos a votar después de 13 años y se abría un período de transición, con todas las incertidumbres del caso. Los tupamaros, que habían sido condenados en el período democrático, todavía estaban presos; en el Ejército, operaba un sector que se había resignado al camino de salida muy a regañadientes y estaba convencido de que recaeríamos en la inestabilidad del desborde sindical…. Lo peor, por su amenaza, era una crisis bancaria ya incubada que podía arrastrar todo si no lográbamos soslayarla, como felizmente se pudo. Fue el primer gran desafío y debo un tributo de reconocimiento a Ricardo Pascale y a Ricardo Zerbino, que manejaron la situación magistralmente, tanto como de gratitud a Wilson Ferreira Aldunate y al General Seregni. Entre ellos no había entonces una relación cordial, pero ambos, a su modo, ayudaron a capear el temporal.
Los dos estaban proscriptos todavía cuando la elección. Seregni lo había asumido como un hecho inevitable, dada su condición de militar, y desde el primer día de la salida de la cárcel afirmó que esa situación no era obstáculo para el diálogo que se abría. La situación de Wilson era distinta. Su estrategia era otra, convencido de que, golpeándola, la dictadura caería sola, cosa que nosotros controvertíamos. En mayo de 1983, nos reunimos con él en Santa Cruz de la Sierra y le expusimos claramente que tanto nosotros colorados, como el Frente y los cívicos veíamos una posibilidad cierta de una salida digna, exhortándolo a sumarse. Desgraciadamente no fue así y quedó marginado. Injustamente, pero como consecuencia de un camino que él había elegido. Personalmente, debo reconocer que Wilson siempre recordó esta gestión nuestra y que si bien no quiso, en 1985, que el Partido Nacional integrara el gabinete, su “gobernabilidad” ayudó a transitar ese tramo tan difícil. Es más, la discutida ley de “caducidad” fue su iniciativa, cuando, más tarde, irrumpieron las denuncias contra los militares que nos arrastraban a las turbulencias que estaba viviendo Argentina bajo el gobierno de Alfonsín.
La elección de 1984 hoy la podemos considerar fundacional. Esa condición se la da la perspectiva histórica, porque abrió el período más largo de estabilidad institucional de nuestra historia. En aquel momento tuvo el valor de una ratificación al Pacto del Club Naval y el camino emprendido, porque los grupos políticos que le apoyaron recibieron el 70 % de los votos. Hoy adquiere esa otra significación mayor al registrarse cuatro décadas en paz y libertad en que han gobernado los tres partidos políticos principales. De no ser así, otra sería su ubicación en la historia.
Todavía se siguen haciendo preguntas sobre el contenido del Pacto. Que fue el conocido y no hubo ninguna otra cosa por más vueltas que se quieran seguir dando. Hemos sido unánimes todos los participantes. Que el tema de las eventuales responsabilidades militares “sobrevolaba” sin duda, pero como estaba claro que plantearlo era liquidar el acuerdo, nadie lo hizo. Lo mismo que la amnistía a los tupamaros, que tampoco se planteó y nada se pactó. Este último tema estaba mucho más en la conversación pública y sin embargo, todos nos callamos. Lo dejamos librado a lo que vendría, que en el caso fue que a las dos semanas de instalado el gobierno ya estaban afuera de la cárcel todos los llamados “presos políticos”.
Cuando se compara lo que vivimos nosotros con lo que pasó alrededor, nuestro camino luce. Argentina no tuvo un día de paz y si Alfonsín propició el juicio a la Junta Militar, luego hubo de resignarse a una ley de “obediencia debida” y otra de “punto final”, en un clima que le envenenó toda su gestión de gobierno con una inestabilidad de penosas consecuencias, aun en lo económico. Chile y Paraguay tuvieron que esperar cinco años más, y la dictadura de Pinochet impuso condiciones que durante años mantuvieron en el período democrático sobrevivencias militares que aquí no se dieron. En Brasil, todo ocurrió adentro del Parlamento y nadie habló de juzgamientos a los militares, protegidos por una amnistía votada bajo la dictadura. Algún tímido intento de cambio, fue cortado de cuajo por pronunciamientos militares.
Aun con imperfecciones, la elección uruguaya de 1984 fue fundamental. En la campaña hubo total libertad de movimientos y de expresión de pensamiento. No obstante su legítima protesta, que proclamó todo el tiempo, el Partido Nacional participó y con una fórmula (Zumarán-Aguirre) de gran respetabilidad, que se arropaba además en el sentimiento de solidaridad generado por la injusticia de la prisión de Wilson. No fue fácil para nosotros hacer esa campaña. Legítimamente puede pensarse que la presencia personal de Wilson podía haber cambiado las cosas, como a la inversa estimarse que la emoción que provocaba la injusticia de su prisión poseía un valor mayor en el sentimiento ciudadano. Todo es especulación hoy. En lo personal puedo decir que tuvimos entonces, y tenemos hoy, la tranquilidad de conciencia de haberle advertido personalmente lo que ocurriría, de no cambiar él su actitud. Y de que Wilson -repetimos- lo reconoció siempre.
En este contexto, es importante observar también el comienzo de cambio de los movimientos de izquierda. La locura guerrillera de los años 70, que está en la base de varios golpes de Estado, había pasado. Entre nosotros, la legitimación del Frente la comenzamos en el Acto del Obelisco, en que los partidos tradicionales, al incorporarlo, arriesgamos sin duda, pero convencidos de que si en ese momento el régimen no nos detenía, todo se haría imparable. Como fue.
Estos días, la mentada “academia” soslaya la responsabilidad guerrillera en golpes de Estado como el nuestro. Es un razonamiento ideológico sin sustento histórico. De buena fe, es insostenible que la guerrilla tuviera el menor sentido en el Uruguay democrático de 1963, como también lo es que el golpe se justificaba en 1973 para combatir una guerrilla derrotada. Pero el hecho es que nadie puede explicar la irrupción militar sin un período previo de violencia que le regaló protagonismo a las Fuerzas Armadas. Que hubo concausas, por supuesto, pero el factor excluyente en el derrumbe fue esa irrupción de la violencia que se desconocía desde 1904. Sin ella, el relato es ininteligible.
Poco después, en 1989, caería el Muro de Berlín y en ese ámbito, nuestra democracia pudo encontrar un clima nuevo, de apertura comercial y diálogo político, tanto en Europa como en los EE.UU. Atmósfera que, digámoslo también, hoy se ha enrarecido a un punto en que ya la libertad comercial está en cuestión por la regionalización geopolítica, las democracias asediadas por los populismos y la paz en vilo por dos guerras en curso, con capacidad de expansión.
Fue aquel un momento apasionante en América Latina. Con Alfonsín en Argentina y Sarney en Brasil, pudimos acompañar la salida paraguaya y ser testigos de cargo de algo muy relevante: el fin de los recelos entre Argentina y Brasil, exteriorizados incluso con la visita del mandatario argentino al programa de desarrollo de energía nuclear de Brasil, al que se quitaba toda connotación militar. Con ellos, además, pudimos mostrar al mundo una América Latina madura y respetable, en que se consolidaba el valor de la democracia. Colombia y Venezuela tenían gobiernos prestigiosos y la potencia norteña, México, con Miguel de la Madrid estrenaba un PRI abierto y tolerante.
Este soliloquio podría continuarse largo rato. Dejémoslo aquí, como un testimonio de gratitud a todos quienes de un modo u otro participaron en aquel momento de reencuentro en las urnas hace cuarenta años. Con un lugar especial para nuestros compañeros de partido, Enrique Tarigo, Jorge Batlle, Jorge Pacheco Areco, Amílcar Vasconcellos, Manuel Flores Silva, Juan Adolfo Singer y Raumar Jude, que hicieron posible la victoria del Partido Colorado. Y protagonizar una gesta histórica en su largo trayecto, iniciado por Fructuoso Rivera cuando abrió nuestra República a la vida de las instituciones democráticas. (Nota que se comparte con Correo de los Viernes) |
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