Vergüenza ajena

El Presidente de la República vio la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Sintió "enorme vergüenza ajena" por el conventillo público armado por dos dirigentes políticos frenteamplistas de Maldonado, pero dejó a buen recaudo la vergüenza propia que debió sentir de cara a los desaguisados que constituyen un estilo de gobierno impreso en su gestión.
Desde el Vicepresidente de la República para abajo, solamente se oye un coro desafinado que lleva el país a los tumbos, en rigor toda una vergüenza nacional. No me tiznes. No se escapa ni se puede escapar el Dr. Tabaré Vázquez.
Vergüenza de títulos académicos internacionales esgrimidos e inexistentes, y vergüenza, también, por las declaraciones sin fundamento de varios integrantes del elenco ministerial. Entre ellos, y muy específicamente, el Ministro de Transporte y Obras Públicas, hábil declarante que se sirve de cualquier entrevista con gobernantes o inversores de países amigos, para inventar que su cartera profundizará estudios tendientes a realizar o mejorar tal o cual obra de infraestructura. Entre tanto, y ante tanto desparpajo, las dobles avenidas, las carreteras principales y secundarias, y los caminos vecinales en todo el país están destrozados, y enlentecidas hasta la exasperación las obras en aquellas rutas que supuestamente están siendo reparadas.
Vergüenza por Pluna, vergüenza por Alas Uruguay, y vergüenza enorme, incalculable, por el sostenido deterioro del Ferrocarril en un país sin vías, ni durmientes, ni vagones, ni locomotoras.
Para Rossi, en su ambigüedad, y en su frecuente contacto con los ciudadanos en las cruzadas gubernamentales de cercanías, en las cuales se promete de todo, y también como resultado directo e inmediato de la visita del Presidente a Alemania, ya tiene en carpetas, en su despacho, un proyecto germano para recuperar el Ferrocarril que no tiene financiación posible.
A propósito, le faltó coraje, y bastón de mando al Presidente para arreglar el desquicio ferroviario. "Vergüenza debiera darle".
Vergüenza, también, por los insolentes y repudiables niveles de los sueldos y pasividades que cobran centenares de miles de ciudadanos, los más, a los cuales su gobierno, sin explicaciones fundamentadas, les roba la plata desfigurando los aumentos de estipendios y jubilaciones legalmente establecidos con impuestos que, sugeridos por su "hijo el doctor", sacan de la galera. Consolidación fiscal, que le llaman, un gravamen inaceptable sobre los incrementos anuales que reciben trabajadores y pasivos.
En su caso, y aunque quiera deslindarse, la vergüenza no va por barrios. La vergüenza ajena la ha sentido el ciudadano, cuando ve por televisión que su Presidente va de visita a molestar a los gobiernos de Finlandia y Alemania, por ejemplo, visitas huecas e intrascendentes que nada aportan al país, más que el autobombo por haber sido recibido por Angela Merkel...
Finalmente constituye vergüenza, Presidente, propia o ajena como prefiera, y permítame la insistencia, palpitar con los contribuyentes el despojo al que son sometidos por su gobierno. A través del IRPF, del IASS, del IVA, y de las tarifas desbordadas e inaceptables de los servicios públicos, se cubre el enorme déficit de Ancap; las pérdidas del Fondes, y el despilfarro en que han incurrido sus administradores, quienes han dilapidado alegremente los recursos públicos volcados en proyectos faraónicos e ineficientes.
Ricardo Garzón