Edición Nro. 1981 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 26 de agosto de 2016
 
 
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HOY ESCRIBEN f
Julio María Sanguinetti
Petróleo sí, petróleo no

Las primeras noticias fehacientes sobre la prospección de petróleo en el mar, han sido negativas. Para variar, se han desatado los debates consiguientes, reprochándosele —con razón— a algunas figuras del oficialismo, como el Vicepresidente, haber anunciado triunfalmente que se le encontraría con seguridad y que él, solitariamente, había defendido siempre esa perspectiva. Pretendía por esa vía mejorar su difícil posición en el “affaire” Ancap, pero una vez más le ha salido el tiro por la culata.
La verdad es que la empresa Total fue muy cauta siempre y no alimentó ningún triunfalismo. En la reunión en que el Presidente invitó a los ex Presidentes, sus representantes dijeron claramente que lo único cierto es que había en ese lugar un reservorio, pero que podía haber gas, petróleo, agua o nada. No cabía, entonces, ningún optimismo publicitario, pero no faltaron quienes, esfumadas ya sus promesas electorales, encontraron en el “descubrimiento” la renovación de las generosas ofertas.
Caída esa expectativa, el gobierno anuncia que seguirá el intento de la búsqueda de hidrocarburos como si dependiera de su voluntad. La realidad dice que son las empresas las que tendrán que decidir si siguen haciendo perforaciones por su cuenta y riesgo, con avatares como el presente. Decir que “seguimos” no es novedad alguna, porque en nuestro país desde hace cincuenta años se ha procurado, una y otra vez, acercarse a la riqueza escondida del oro negro. Es más, siendo Ministro de Industrias me correspondió llamar y adjudicar la licitación del primer relevamiento geofísico de la plataforma continental, el cual llevó a cabo la empresa francesa Compagnie Générale de Géophysique. Mediaron luego varios intentos y este último comenzó en el gobierno del Dr. Batlle, de modo que ha existido, en esa búsqueda, una saludable continuidad del Estado.
Seguimos pensando hoy lo que dijimos en las reuniones de la residencia presidencial de la Avenida Suárez: que es necesario que el país legisle para la eventualidad de la aparición de hidrocarburos a fin de impedir los excesos que tantas veces han ocurrido en el mundo. La idea predominante en esas reuniones con el Presidente fue la que hasta hoy sigue siendo la mejor: establecer un manejo independiente, con un sistema de tipo noruego, en que la renta petrolera se conserva y solo se invierte, en destinos específicamente establecidos, el producido de ese capital. En una palabra, impedir un despilfarro como el que hizo el gobierno frentista en la década de los grandes precios agrícolas internacionales, en que expandió el gasto para ganar la elección y sacrificó la inversión que hoy se nos demanda. Esa bonanza, que difícilmente vuelva a repetirse, fue la oportunidad perdida de reducir drásticamente la deuda externa, invertir en infraestructura de comunicaciones y en innovación tecnológica. Poco o nada se hizo y las facturas hay que pagarlas ahora.
Todo esto requiere sobriedad, seriedad y paciencia. Si hubieran aparecido petróleo o gas, se hubieran precisado entre cinco y diez años para que se produjeran beneficios. Nada debía alimentar esos triunfalismos demagógicos que nos envolvieron. Del mismo modo que hoy no se puede minimizar el fracaso de esta profundísima prospección. Las compañías internacionales son las que dirán hasta dónde llega su interés y capacidad de riesgo, algo que siempre estuvo claro desde el principio.
Por nuestra parte, como país, deberíamos completar la legislación propuesta y aguardar a que aparezcan interesados. Sin alharacas ni demagogia.
(Artículo de opinión compartido con la publicación Correo de losw Viernes)

Agustín Tajes  
Está bueno… pero llueve

Hace muchos años, en la Base Aérea II de Durazno, un joven oficial recién recibido se encontraba de Oficial de Aeródromo –un servicio de Operaciones de vuelo– cuando siente por el “interfone” (aquellos viejos, grandes, de caja de madera tipo cerejeira y teclas negras), “operaciones del uno”. Era la inconfundible y muy aguda voz del Jefe de Base.
El alférez contestó de inmediato y el Jefe le preguntó sobre las condiciones meteorológicas en Carrasco. La respuesta fue inmediata: “está bueno, mi Coronel”. Alguien le dijo apresuradamente: “che, hay 8 octavos de Cúmulos Nimbus”, y entonces él reaccionó al toque, repitiendo: “está bueno… pero llueve”
Esta anécdota quedó incorporada al acervo cultural de la FAU y, sobre todo los viejos, solemos usar la frase en muchas ocasiones.
Pero, tal parece que también fue incorporada por el gobierno progre populista para explicar a la ciudadanía, que todo lo que va mal, en realidad es una falsa percepción, en muchos casos producto de la distorsionada información de la prensa o de las críticas de la oposición.
Entre los desastres de gestión, que son presentados como algo positivo, encontramos ejemplos en casi todas las áreas y hoy queremos comentar alguno de esos hechos.
Uno de los más repetidos, es el del endeudamiento sistemático, que de 14.000 millones de dólares en 2005, lo han llevado a más de 50.000 millones (más o menos el PBI) en 10 años. Para ello, uno de los procedimientos más utilizados ha sido la colocación de bonos del tesoro por cientos y miles de millones. Eso sí, siempre nos han comunicado lo bueno que es para el país, ya que significa que nos tienen mucha confianza.
Cuando se descubrió el desastre financiero de ANCAP, que luego de investigado resultó en pérdidas por unos 900 millones, nos dijeron que lo bueno era que ahí no había habido corrupción, sino algunas desprolijidades o errores de gestión.
Todos los uruguayos hemos sufrido, de una manera u otra, de la inseguridad, pero Bonomi nos dice que es una sensación térmica y que lo bueno es que estamos mejor que otros países.
El citado endeudamiento y un déficit fiscal de casi el 4%, ha puesto en duda aquello de que “vamos bien”, sobre todo porque nos están castigando con un duro ajuste fiscal, con fuerte suba de impuestos (sí, los que juraron en campaña que no subirían). Suerte que Astori nos hizo ver que el lado bueno es que vamos a “consolidar los logros”.
La salud nunca ha estado mejor según el gobierno, a pesar que todo es un desastre y el FONASA ha ido incrementando el centenario (en millones de dólares) déficit, año tras año. Pero no sé de qué nos quejamos, lo bueno es que ahora estamos todos incluidos.
Hace unos días nuestro Canciller acusó a Brasil de querer “comprar el voto” de Uruguay en el tema de Venezuela. Los hermanos del norte se le vinieron a las barbas y tuvo que pegar tremenda reculada, en otra muestra del amateurismo en política exterior y pedir perdón. Lo bueno fue que demostramos tener gran flexibilidad para corregir esos errores.  
Lo de Pluna fue increíble, luego del desastre (con el cierre incluido), nos explicaron que si lo mirábamos bien, teníamos que estar contentos porque se terminaba la sangría (claro, que después de bancar la garantía de los 178 millones por los aviones, no quedaba mucha sangre que derramar).
Podríamos seguir con muchos más ejemplos de este tipo, pero con los que hemos compartido alcanzan para entender que además de ineptos, ideológicamente obsoletos, corruptos y algunas otras virtudes, son de una deshonestidad intelectual increíble, que es, además, una falta de respeto a la inteligencia de la ciudadanía, que ha demorado, pero finalmente ha abierto los ojos y eso se refleja en las encuestas, que los muestran en la más baja intención de votos de las últimas décadas.   
No obstante queremos agregar una perlita más y es sin duda, el tema de la prospección petrolífera en la plataforma marina.
Nos han mantenido engañados con las altísimas posibilidades de que hubiera petróleo o gas en nuestro mar territorial y que era casi un hecho que con las perforaciones de la empresa Total, muy pronto pasaríamos a integrar la OPEP.      
La verdad es que en esas perforaciones no se encontraron trazas de hidrocarburos y la empresa está evaluando si continúa o no con el emprendimiento.       
La Ministra Cosse se encargó de hacernos ver el lado bueno cuando dijo: "habla muy bien de Uruguay" que la empresa francesa haya hecho una inversión de más de 100 millones para explorar la posibilidad de que hubiera petróleo en el país".
Invirtiendo lo que dijo el personaje de nuestra historia inicial, tenemos 8 octavos de Cúmulos Nimbus, vientos fuertes arrachados, granizo y lluvia torrencial, pero está bueno.

Alberto Medina Méndez
Ineludible costo social

El debate contemporáneo ha instalado una falacia tan clásica como burda. Propios y extraños defienden la idea de que los cambios no pueden ni deben hacerse porque no están dadas las condiciones mínimas para llevarlos adelante dado el elevado costo social que provocaría hacerlo.
Es esa visión la que detiene a muchos en el camino hacia lo correcto y, bajo esa perspectiva, empiezan a pergeñar retorcidos atajos, senderos alternativos y discursos siempre funcionales para finalmente sortear las imprescindibles determinaciones que se necesitan.
Obviamente, los más interesados en no dar pasos firmes en el trayecto apropiado son justamente los que gobiernan, que no están dispuestos en realidad a hacer lo necesario, sino que prefieren dejarle esa incomoda labor a otros, a los que puedan venir después, que por otra parte jamás llegan.
Desde cualquier posición política, transmiten a viva voz esta idea de que no se pueden concretar ciertas acciones porque eso implicaría que una parte importante de la sociedad pagaría los platos rotos, como si postergar la decisión  resolviera el problema de fondo y no lo agravara aun más.
Quienes inspiran esta mirada no lo dicen, ya no porque no lo identifican, sino porque se suman al engaño institucionalizado que la política instrumenta sistemáticamente desde hace décadas, escondiendo la realidad.
La verdad es que no están dispuestos a hacerlo por el costo político que eso conlleva y no por el costo social que se deriva de las eventuales decisiones adecuadas. Claramente esos dos conceptos no son idénticos.
El supuesto costo social, al que ellos se refieren, se ampara en la hipotética imposibilidad práctica de los sectores más vulnerables para adecuarse, en esa transición, pasando de su situación actual a otra con reglas de juego diferentes, que demandan significativos esfuerzos adicionales.
La otra cara de la moneda, esa que les preocupa, es la del costo político, vinculado al apoyo electoral que precisa cualquier gobierno para llevar adelante su gestión y tener sustentabilidad durante ese proceso.
La política le tiene miedo a sus propios costos y no a los de la gente. No les asusta como se adaptará la sociedad a esa nueva dinámica más sensata y racional, más equitativa y justa. Les preocupa solo la próxima elección y su supervivencia frente a los embates de su circunstancial opositor de turno.
Por esos motivos implementan un discurso mentiroso, donde el embuste está en el centro de la escena. Falsifican la realidad no solo a la sociedad en su conjunto haciéndoles creer que muchas medidas son absolutamente irrealizables, sino que manipulan a sus propios partidarios, instigándolos a recitar sin pensar, ideas que no resisten demasiado análisis pero que han conseguido instalarse en la agenda política general.
Lo que no cuentan, lo que no dicen, lo que ocultan deliberadamente, es que el supuesto costo social que intentan evitar, protegiendo a los más débiles y que la comunidad no parece dispuesta a tolerar, se paga igualmente todos los días y sin ningún tipo de contemplaciones.
La astucia del sistema ha consistido en inyectar veneno de un modo imperceptible, disimuladamente, sabiendo que lo hace, lo que convierte su ejecución en una perversidad gigante de los implementadores y de quienes asumen cotidianamente la responsabilidad de continuarlas hasta el infinito.
No solo los creadores de este engendro tienen la culpa. Claro que son ellos los que han fabricado este monstruo, pero eso no exime de responsabilidades a quienes, pudiendo encaminarse en la dirección opuesta sostienen este nefasto régimen sin ningún tipo de atenuantes.
Mantener la vigencia de infinitos planes sociales y la endemoniada estructura de subsidios con la transferencia de recursos que eso implica, en la mayoría de los casos desde los sectores que menos tienen hacia los de mayor poder adquisitivo, es una actitud ruin e imperdonable.
La pérfida dinámica impositiva de este tiempo le hace creer a demasiada gente que recibe cuantiosas ayudas, que ciertos servicios son gratuitos, que los paga alguien que no son ellos mismos, cuando en realidad lo que ocurre es exactamente lo contrario.
Los ciudadanos, sin registrarlo, pagan por esto todos los días. Los supuestos beneficiarios de esos privilegios financian esta fiesta con exagerados impuestos e inflación, con corrupción y despilfarro, sosteniendo una estructura parasitaria, ineficiente e incapaz de gestionar con calidad.
La sociedad paga desproporcionados tributos para sostener un aparato político cuya ingeniería letal ha sido construida durante años. Más de la mitad de los ingresos que los individuos crean con su propio esfuerzo quedan en manos de los diferentes estamentos del Estado que a cambio ofrece, invariablemente, servicios de dudosa calidad.
No es cierto que los cambios no se puedan concretar. Lo que no quieren reconocer es que hacerlo implicaría desmantelar la maquinaria política que han edificado y es ese costo, y no otro, el que no están dispuestos a pagar.
La clase política ha logrado instalar la inmoral idea de que la sociedad debe hacerse cargo de sostener un Estado caro, ineficaz e injusto. Lo debe hacer sin chistar y además debe soportar hasta el infinito que los problemas que nacen de esa dinámica jamás encuentren soluciones definitivas.
Aunque no se logre percibir con suficiente claridad, la mayoría de la gente no ha logrado evitar eso a lo que tanto parece temerle, gracias a sus cuestionables creencias. No deberían asustar los cambios, sino la eterna continuidad de un esquema que genera cada vez más inconvenientes y que jamás ha conseguido esquivar el ineludible costo social.




ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.
























 



   



AGOSTO de 2016

BEN-HUR


EL NOMBRE DEL HIJO


MIGAS DE PAN


NO RENUNCIO


12 HORAS PARA SOBREVIVIR


AMIGOS DE ARMAS


OLÍMPICOS


MIEDO PROFUNDO


MIKE Y DAVE
LOS BUSCANOVIAS


NO SE METAN CON MI VACA


PERMITIDOS


JASON BOURNE


ENCANTO AL ALMA


EL BUEN AMIGO GIGANTE


LA ILUSIÓN DE ESTAR CONTIGO


LAS TONINAS


LEJOS DE ELLA


ESCUADRÓN SUICIDA


EN UN LUGAR DE FRANCIA


LA VIDA SECRETA DE TUS MASCOTAS


JULIETA


LA ERA DEL HIELO CHOQUE DE MUNDOS


IL TROVATORE, DE VERDI,
OPÉRA NATIONAL DE PARIS


IOLANTA - EL CASCANUECES, DE TCHAIKOVSKY,
OPÉRA NATIONAL DE PARIS


RIGOLETTO, DE VERDI,
OPÉRA NATIONAL DE PARIS




  I CAPULETI E I MONTECCHI, BELLINI - LICEU


La temporada 2016 incluirá siete títulos de Opera y tres de Ballet.  También se agregan nuevos escenarios:  además de la Opéra National de Paris,  este año recibimos importantes producciones desde la Scala de Milan, el Gran Teatre del Liceu de Barcelona y el Festival de Salzburgo.  Y por último, anunciamos que, a pedido del público, ampliamos los horarios de manera que cada pieza será exhibida dos veces: un martes de cada mes a las 16hs y un jueves a las 19hs.
Para quienes aún no han tenido la experiencia de asistir a una Ópera o Ballet en cine, los invitamos a comprobar que dado que las salas están dotadas con tecnología de alta definición y con sonido íntegramente digital, el espectador podrá sentirse parte del evento, tal como si estuviera sentado en el mejor lugar de la platea y apreciar las excelentes puestas en escena y la distinguida calidad artística que ofrecen estos destacados teatros.  
 

Las entradas tienen un costo de $390 y podrán ser adquiridas de forma anticipada en la boletería de Life Cinemas Alfabeta (Barreiro 3231 esq. Berro) y por la web, www.lifecinemas.com.uy

·                 Jueves 18 de Agosto, 19hs : Il Trovatore (Verdi) – Opéra National de Paris

·                 Martes 6 de Setiembre, 16hs : Iolanta / El Cascanueces (Tchaikovsky)– Opéra National de Paris

·                 Jueves 15 de Setiembre, 19hs: Iolanta / El Cascanueces (Tchaikovsky)– Opéra National de Paris

·                 Martes 18 de Octubre, 16hs: Rigoletto (Verdi) – Opéra National de Paris

·                 Jueves 27 de Octubre, 19hs: Rigoletto (Verdi) – Opéra National de Paris

·                 Martes 15 de Noviembre, 16hs: Los Capuleto y los Montesco (Bellini) -  Gran Teatre del Liceu, Barcelona

·                 Jueves 24 de Noviembre, 19hs: Los Capuleto y los Montesco (Bellini) -  Gran Teatre del Liceu, Barcelona  

 


 

 
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