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Constantino Klaric F. - Opinión - Bolivia |
Hicieron historia |
Quizás pocos deben saber que los hermanos Germán y José Efromovich bolivianos de nacimiento y de corazón hicieron historia al ser los primeros bolivianos en comprar empresas en el exterior y trabajarlas y llevarlas al éxito como ocurrió con Avianca, Aerogal, y al grupo Taca. De ser empresas deficitarias, hoy son unas de las pocas que tienen utilidad en el mundo y lo que es mejor, cambiaron la atención a bordo y el servicio en general que por ahora es declarada la mejor empresa de servicio en América Latina y creo que la segunda a nivel mundial. También fueron los primeros en comprar las aeronaves de mayor tecnología como el Boeing 787 y los Airbus 330.
Por otro lado, la empresa aérea, la más antigua de nuestro país, Amaszonas, empresa que opera con las aeronaves más adelantadas en tecnología y cuyos principales ejecutivos hicieron conocer a los medios de comunicación que su empresa adquirió a la empresa aeronáutica de Uruguay BQB, que en pocos días ya estará bajo control de Amaszonas y ya operará desde Montevideo al aeroparque en Argentina y a otros países.
La convierte en la primera empresa aerocomercial de Bolivia que adquiere por primera vez una empresa en funcionamiento y continúa con sus operaciones lo que también hizo historia en el nivel aeronáutico.
Como hicieron conocer a los medios de comunicación, no fue fácil la negociación, ya que la empresa uruguaya tenía sus preocupaciones en varios campos, pero cuando se mostró cómo funciona Amaszonas y cómo creció en estos tres últimos años, a los ejecutivos de BQB no les quedó ninguna duda y cerraron la operación satisfechos que su empresa seguirá por buen camino con Amaszonas.
Debemos indicar que el ejecutivo de BQB el Lic. Juan Carlos López Mena -un hombre que hizo un imperio vendiendo y costurando camisas-, hoy tiene barcos y ferrys y el aliscafo más grande del mundo bautizado en honor al papa Francisco, y que presta servicio entre Montevideo y Buenos Aires, con una velocidad mayor a los 150 kilómetros y en suspenso del agua. Estos bolivianos hicieron historia ya que en materia aeronáutica, la noticia se difundió por todos los medios de comunicación del mundo. Felicidades a estos bolivianos emprendedores y sabiendo que el negocio de la aeronáutica es riesgoso, siguen adelante.
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Javier Bonilla |
ISIS: algo más que las Malvinas musulmanas |
- A un Occidente acobardado, prácticamente antisemita, incapaz de pacificar a Rusia y Ucrania (naciones que precisa reconciliadas y alertas ante el demoledor extremismo islámico), y arrodillado frente a Irán, cuyo supuesto apaciguamiento festeja como Chamberlain a Hitler en 1938, el Califato debe preocuparle muchísimo más que un sanguinário grupo terrorista...
Pasan décadas sin que el mundo solucione temas menos complicados que el trillado asunto de los “palestinos” (cada día menos moderados y menos interesados en alguna paz...). Los Kurdos, por ejemplo...
La impotencia occidental ante la crisis ucraniana y una renovada complacencia con la dictadura iraní, regalándole tiempo para armarse, repugnan! Que Isis siga pareciendo un sarampión asesino que solamente merodea Oriente Próximo, el Mar Negro y el Egeo, también!
Que el presidente estodounidense Obambi supere las burradas de Carter (quien abandonó al Shah en Irán, pensando dialogar con fanáticos más interesados en amputar, lapidar o ahorcar que en vivir bien), tampoco debe extrañarnos...
Sin embargo, alertemos: el mundo que conocemos actualmente está absolutamente desamparado y desorientado!
Para muestra, si Clinton fue el último presidente demócrata norteamericano con aires de estadista, sus correligionarios actuales nos deparan un oscuro futuro. Hablemos claramente: si los Demócratas siguen regalando concesiones por votos, en 15 años tendrán un partido hegemónico, casi pro musulmán, centroamericanizado y populista. Estados Unidos ya no sería el escudo occidental, sino una quinta columna de todo lo indeseable (inclusive radicalismos islámicos “pasteurizados”), através del opresor, relativista y constante prisma cultural “politicamente correcto”...
En tal contexto, pacificar a Rusia y Ucrania es imprescindible geopoliticamente, para salvaguardar al mundo del radicalismo religioso. Correr tras el reaccionario clero iraní, intentando justificar (en vano) su inexplicable avidez nuclear, para festejar un supuesto acuerdo que los ayatollhas no cumplirán es ominoso!
No sugeriremos -inocentemente- que la paz le evite a Ucrania algunas antipáticas concesiones (que el mundo debería minimizar!) a una autoritaria Rusia, durante siglos liderando esa región... Ni siquiera, que los ucranianos confíen piadosamente en Occidente.
Recordemos que, después del genocídio stalinista en los 30 (encabezado por el “simpático” Kruschev), tras la invasión alemana a Ucrania durante la Segunda Guerra, inicialmente recibida – erróneamente- como libertadora , los nazis acabaron redoblando, en su habitual miopía, la represión y brutalidades soviéticas....
Lecciones históricas aparte, el mundo debería luchar irreductiblemente para lograr o imponer rápidamente esa compleja pacificación.
Rusia y Ucrania son piezas fundamentales para frenar a los extremistas musulmanes, quienes festejan su debilitamiento, conscientes que los militares de ambos países, a la hora de combatirlos no son abuelitas interesadas en chismes “humanitarios” ,y que las teocracias islámicas por allí no florecen...
Precisamos entonces a rusos y ucranianos pacificados y alertas!
Un simple mapa nos diría porqué... La progresiva islamización de muchas republiquetas ex soviéticas, el conflicto checheno, o el ventanal marítimo ucraniano hacia una Turquía cuyo mandatario adoraría re islamizarla traicionando el laicismo de Atatürk, nos explicarían el resto...
Rusos y ucranianios, ciertamente entienden mucho más que los intelectuales del Departamento de Estado estadounidense o la neutralizada diplomacia europea, que no se combate al Isis como a simples grupos terroristas. Ni siquiera como a Al Kaeda, pensando que muerto Osama se acabó la rabia....!
Probablemente, saben más que nosotros que las alianzas con otros sociópatas del área (o con los salvajes nigerianos del Boko Haram) no son circunstanciales. Y también, que tras 75 años de comunismo, el fanatismo religioso dentro y cerca de algunas viejas fronteras soviéticas, persiste. Ciertamente, Occidente hoy acepta que la presencia rusa en Afganistán –aún siendo insuficiente para cambiar mentalidades medievales- era civilizatoria. Ni siquiera hubiera alargado mucho la dictadura comunista.
En fin... rusos y ucranianos intuyen perfectamente que los crímenes del Isis no son episodios ocasionales, sino un llamado imperioso al inconsciente colectivo de enormes masas musulmanas, aturdidas durante siglos con las glorias de los califatos de Córdoba, de Bagdad o del Imperio Otomano.
Algo infinita y exponencialmente peor que reclamos territoriales! No se trata de Malvinas ni de Arica!
El Isis (desde una óptica semiótico-comunicacional radical, presentado eficazmente a su target) ofrece algo que anhelan las masas enceguecidas: un reino terrestre, donde, con los “infieles” islamizados, muertos o esclavizados, ellos serán felices, respetados y prósperos, en un intolerable califato que promete permanecer .
El mundo civilizado, perdido en diversos conflictos (oportunísimos para el enemigo...) , permite su expansión.
Pocos países, quizá Canadá o Australia, entienden la situación. Otros, divagan!
Israel, cual muro de contención, lleva 67 años peleando, sufriendo incomprensión creciente, la semi hostilidad de tradicionales amigos e ingratitud, como la Esparta de Leónidas, aunque enfrentada a enemigos peores que la Persia de Jerjes, mucho menos peligrosa que el Isis e incluso que los ayatolhas a los que Obambi y Hollande coquetean, creyéndolos tan diferentes entre sí...
Los radicales islámicos, pueden, claro, combatirse dura y mutuamente, como lo hacían maoístas y soviéticos, o en menor grado, tupamaros y comunistas, hoy juntitos... Cosmética cruel! No obstante, su teocrático y explícito objetivo final es horrendo en cualquier versión.
Combatirlo será una lucha terrible, cruel y larga. Si Occidente demostrase inmediatamente una voluntad inquebrantable de combatir, abandonado posiciones inconducentes, duraría menos...
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Alberto Medina Méndez |
La etapa de los eufemismos |
Si bien la política funciona de acuerdo a su propia matriz, cuando se acerca la campaña todo se exacerba y, entonces, la necesidad de utilizar ciertos términos con mayor cuidado se vuelve vital para sus propios intereses.
En el territorio de lo electoral parece que la sinceridad no genera gigantescos dividendos y el embuste es mucho más apreciado. Eso se deriva de las evidencias cotidianas y explica por qué los dirigentes prefieren utilizar frases ambiguas, vocablos que no dicen casi nada y hasta inventan un nuevo vocabulario con tal de no llamar a las cosas por su nombre.
Existe, en esto, una enorme responsabilidad de una ciudadanía pusilánime que prefiere un lenguaje oscuro a la franqueza como virtud. Tal vez sea saludable que la sociedad revise su demasiado habitual doble estándar.
En su retórica cotidiana, la que utiliza en su vida privada, en familia, con amigos o en el trabajo, repite hasta el cansancio que su prioridad es la verdad ante cualquier circunstancia, por dolorosa que ella sea.
Lo cierto es que frente a la mala noticia, se ofende con facilidad por la falta de valentía de su interlocutor de turno, que no le anuncio oportunamente los hechos, como corresponde, sin rodeos. Pero lo que más lo incomoda es que la novedad le impone una acción que no quiere emprender. Aceptarla, implica atravesar una situación difícil que detesta, y es allí cuando convierte la verdad en una lista interminable de sentimientos negativos.
Cuando esas verdades fluyen de un modo claro e inequívoco, con energía, y hasta con la crueldad con la que resulta imprescindible que sean explicitadas, entonces opta, enfurecido, por no premiar las correctas actitudes, estimulando, sin pudor, a los eternos mercaderes de la mentira.
Los políticos engañan, ya no por convicción, sino por conveniencia. Ellos entienden que eso se traduce indudablemente en resultados. El dirigente que explica lo que está pasando, que muestra lo que sucede y que plantea los niveles de responsabilidad que tiene la sociedad frente a la realidad, no será debidamente reconocido y será expulsado del juego electoral.
Las adversidades nunca son bienvenidas. Jamás se desea escuchar sobre la responsabilidad de la gente sobre ellas. Eso obligaría a asumir cierta culpa sobre lo que ocurre. Es la misma razón por la que muchos ciudadanos ni siquiera pueden reconocer que en el pasado votaron al gobernante actual, o al anterior. Eso implicaría hacerse cargo del presente. En realidad, la sociedad no está dispuesta a aceptarlo de un modo tan contundente.
Pronto comenzará esa dinámica en la que los políticos hablarán de lo que viene y de lo que piensan hacer. Otra vez recurrirán, con mucha sutileza, a las evasivas, a la terminología difusa, apelando a la confusión y, a veces también, a la ignorancia sobre el significado de cada palabra.
Es el momento del proselitismo, y por lo tanto, una renovada ocasión de mentir descaradamente. Ellos saben que tendrán que tomar decisiones importantes, pero no lo admitirán ahora. Esperarán que la gente exprese su voluntad y después recién definirán lo que pueden realmente hacer.
No desconocen lo que resulta preciso hacer. Suponerlo sería demasiado ingenuo. Lo saben, pero también tienen conciencia de que importa más no pagar elevados costos políticos, ni perder poder de un modo efímero.
Su talento no tiene que ver con saber resolver problemas, mucho menos aun con ser los adalides de la defensa de la gente. En todo caso, su mayor atributo pasa por comprender como funciona el poder, como se lo obtiene y, fundamentalmente, como se lo retiene en forma indefinida.
En estos últimos años ese trágico esquema de mentiras encubiertas, de planteos borrosos, se ha perfeccionado en muchos ámbitos. No solo la política cayó en esa trampa sino también una ciudadanía cómplice.
La sociedad llama robustos a los gordos, privados de la libertad a los presos y se refiere al aborto como interrupción del embarazo. La política también hace lo suyo creando su propio léxico. Así fue que el reacomodamiento de precios reemplazó a la inflación, la inseguridad al exceso de criminales y la expansión monetaria a la emisión descontrolada e irresponsable de billetes.
En este contexto de elecciones, todos los dirigentes saben que la coyuntura no será fácil. Oficialistas y opositores entienden que heredarán una "bomba de tiempo", pero como consideran que es políticamente incorrecto decirlo, han decidido transitar el sinuoso y cínico camino de reconocer los aciertos del gobierno y solo hablar de asignaturas pendientes o de la necesidad de seguir en el camino de la profundización de los logros, según sea el caso.
El que triunfe en los comicios tendrá la dura tarea de conducir la transición. Deberán adoptar determinaciones drásticas haciendo importantes ajustes a la economía. Tendrán que reducir abruptamente el gasto estatal, bajar la emisión monetaria hasta neutralizarla, adecuar las tarifas de los servicios públicos a niveles de mercado, recomponer rápidamente las reservas monetarias, atraer inversiones, recortar los impuestos, disminuir aranceles, desregular el comercio exterior, integrarse al mundo, entre otras cosas.
Nada de eso será fácil, ni gratis. Claro que se deberán pagar los "platos rotos", como siempre que se intenta superar un problema en el que se tiene plena responsabilidad en su gestación. El "médico" tiene claro lo que debe hacer, pero también sabe que tendrá que mentirle a su "paciente". Es que las reglas políticas que ha impuesto esta sociedad cobarde, alientan a la mentira, invitan a la trampa, aplauden la creación de una jerga que suavice las verdades y hasta logre ocultarlas. Es importante saber que se inicia un recorrido sin retorno hacia esa patética etapa de los eufemismos.
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