- El comportamiento favorable que ha tenido la economía colombiana en los últimos años, pese a su actual desaceleración y a la incertidumbre que ronda en el escenario mundial, sumado al creciente aumento del tránsito aéreo, le mantienen al país su especial encanto en el mercado de la aviación, en el que durante un quinquenio, y sacando buenos dividendos, compiten las principales líneas aéreas latinoamericanas, cotizadas dentro las grandes ligas de la industria.
No hay otro lugar en la región en el que el cubrimiento de las rutas domésticas dependa de los intereses de tres de los jugadores más experimentados en el ajedrez aéreo internacional. Ello, resultado de un proceso de apertura y liberación -que abolió el viejo esquema proteccionista-, a través del cual se ha dinamizado el sector, mejorado la conectividad y beneficiado a los usuarios en servicio, calidad y precio.
El país cuenta con una estructurada cadena aérea, compuesta por siete aerolíneas regionales e internacionales que conectan las grandes capitales y la mayor parte de las ciudades intermedias con varios miles de trayectos semanales. No obstante ser un sistema de transporte limitado, año tras año captura nuevos usuarios, arañados de la oronda torta terrestre de la que anualmente se sirven alrededor de 200 millones de viajeros. En escaso tiempo la aviación en Colombia registra un crecimiento alto, que ronda por los 30 millones de pasajeros, cifra que aunque relativamente baja perfila cierta generalización del medio de transporte de más reciente desarrollo y modernidad.
Protagonistas del nuevo tablado son Avianca, Copa y LAN, tres gigantes globales que batallan cielo abierto para atraer la demanda local. Su pulso obligado contribuye a controlar el monopolio en el sector y a imponer competitivos esquemas de tarifas. Avianca lidera el mercado doméstico con 55% de participación y una treintena de destinos, mientras Copa centró su operación en trayectos troncales entre Bogotá, Medellín, Cali y San Andrés. Y como aliada de la primera en Star Alliance -con la que poco amerita competir en su natural vecindario- prioriza sus conexiones internacionales desde Colombia, vía el Hub de las América, en Panamá.
Sin embargo, sobresale el aporte para la búsqueda y fidelización de usuarios nacionales hecho por el grupo Latam Airlines, a través de su filial LAN Colombia, que ingresó al país en 2011, de la mano de la desaparecida Aires, luego de adquirirla por US$32 millones. Convertida en la sombra de Avianca, poco a poco la compañía incrementa el tamaño de su tajada en el mercado. En 2014 reportó una movilización de cinco millones de pasajeros y mostró considerables avances en el crecimiento de sus rutas hacia San Andrés -con un inusual 74%-, Barranquilla y Bucaramanga.
Latam, un apetitoso fruto de la fusión entre la chilena LAN y la brasilera TAM, es el operador líder en América Latina, donde domina el 40% del mercado. Su presencia en Colombia tiene carácter estratégico para sus planes de apertura y conquista del Caribe, una seductora región que le era impensable explotar hace un par de años. Puntas de lanza son sus rutas semanales desde Bogotá hacia Aruba y Cancún, y los coqueteos para futuros vuelos con República Dominicana.
Este grupo aéreo -que combina el buen flujo de caja de TAM con la experiencia administrativa de LAN- encuentra en el país una demanda atractiva y potencial y una plataforma de lanzamiento para ampliar sus mercados hacia el norte del hemisferio. Su papel protagónico en la competitividad local podría marcar -en la medida en que se superen limitantes en infraestructura aeronáutica- un efectivo punto de quiebre para aterrizar mucho más el precio de los pasajes domésticos.
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