- "A todo chancho le llega su San Martín"
El ex presidente francés Nicolas Sarkozy fue presentado ante la justicia, sospechado de tráfico de influencias, corrupción activa, y violación del secreto de la instrucción en varios casos judiciales que le conciernen.
Es la primera vez en la historia de la Francia moderna que un ex jefe del Estado es sometido a ese régimen coercitivo que puede concluir en una acusación formal y comprometer su futuro político.
Desde hace varios meses se investigaba si hubo un financiamiento ilícito durante la campaña electoral de 2007, que llevó al exmandatario hasta el Palacio del Elíseo postulado por la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP).
En septiembre de 2013 se tomó la decisión inédita de someter a escucha sus conversaciones telefónicas, incluidas las comunicaciones con su abogado, Thierry Herzog, por medio de un teléfono portátil adquirido con un nombre supuesto.
Las informaciones obtenidas por esta vía llevaron a la sospecha de que Sarkozy ofreció un importante cargo a un alto magistrado de la Corte de Casación, a cambio de recibir informaciones sobre el curso del expediente.
Esta conducta está calificada como tráfico de influencias y corrupción activa en el Código Penal y puede ser sancionada con penas de hasta 10 años de prisión.
Por la misma causa también fueron acusados Herzog y los magistrados Gilbert Azibert y Patrick Sassoust, quienes habrían formado parte de la trama.
Convocado por los magistrados de la Oficina Central de Lucha contra la Corrupción y las Infracciones Financieras y Fiscales (Oclciff) de la dirección central de la policía judicial, Sarkozy quedó detenido en esa sede ayer a la mañana.
Tras casi 14 horas de interrogatorio, fue trasladado a la sede del Tribunal de Gran Instancia (TGI) de París para ser presentado a las juezas de instrucción.
Con relación a nuestro país, este sucio mandatario galo, toda una porquería, se prestó a la manipulación de la presidenta argentina, Cristina Fernández, y tuvo la liviandad y osadía de incluir al Uruguay, el 4 de junio de 2011, en la Reunión del G20, en la nómina de países que deben ser considerados paraísos fiscales y por tanto apartados de la comunidad internacional.
Dilma Rousseff presente, no dijo esta boca es mía.
Según el Canciller argentino Timerman, que recogió la volada, para la presidenta de la República Argentina, "Uruguay es una guarida fiscal".
La afirmación del presidente francés fue asumida como una agresión inexplicable por todo el elenco político uruguayo, dado que situó como paraíso fiscal a Uruguay, en un paquete junto a Antigua y Barbuda, Barbados, Botsuana, Brunei, Panamá, Seychelles, Trinidad y Tobago y Vanuatu.
"A todo chancho le llega su San Martín", así que ahora pague y vaya preso.
RG
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