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Pluna
Cartas marcadas
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- Todo ello ya es pasado, y ahora deberán enfrentar los responsables el brazo largo de la justicia. Mucho queda por investigar, y la duda que surge ahora, luego de lo ocurrido, es si no fue toda la venta de Pluna al grupo Campiani una gran puesta en escena para hacer creer que se vendía la sociedad a un grupo calificado, luego de una seria puja entre oferentes de diversos orígenes, cuando en realidad se jugaba con cartas marcadas.
Ante los últimos acontecimientos del caso Pluna es lógico pensar que ello no pasará desapercibido para la opinión pública, y más en un año electoral. Los recientes procesamientos por abuso de funciones del ex Ministro de Economía y del hoy ex Presidente del Banco Republica, son más que dos simples procesamientos, y de la lectura del auto de procesamiento se puede apreciar que esto no fue solamente darle indebidamente un aval (“el aval perfecto”) a una sociedad casi inexistente en el mundo. Se trató sin lugar a dudas del armado de una puesta en escena de una parodia de remate, de un simulacro de remate. En este simulacro se hizo creer a la opinión pública que las aeronaves efectivamente se vendían y que no se iba a tener que desembolsar el dinero que hoy se está desembolsando para pagar las mismas. Una parodia para hacer creer que esto es un país de primera donde las cosas ahora se hacen bien, en serio y con transparencia, no como antes.
En las miles de fojas que integran el expediente judicial, parece ser que no quedaron dudas para el magistrado que la responsabilidad de dichos actores de gobierno fue decisiva. De nada valieron las declaraciones, alegando meros errores administrativos, ni las marchas hasta Marindia.
Todo ello ya es pasado, y ahora deberán enfrentar los responsables el brazo largo de la justicia. Mucho queda por investigar, y la duda que surge ahora, luego de lo ocurrido, es si no fue toda la venta de Pluna al grupo Campiani una gran puesta en escena para hacer creer que se vendía la sociedad a un grupo calificado luego de una seria puja entre oferentes de diversos orígenes, cuando en realidad se jugaba con cartas marcadas.
Se expresó en aquellas alambicadas exposiciones del Cr. Astori, que se era garantía por el todo con ese 25% pues así correspondía. Lo que se disimuló, claro está, que si llegaba a haber ganancia el 75% de la misma se la llevaba Leadgate.
Deberán explicar, además, porqué si existían serias dificultades para obtener información, no lo hicieron saber al órgano de control, y no hicieron la denuncia correspondiente. ¿Por qué el Estado no impuso todo su peso y frenó esta gran estafa? Parece ser que en la soberbia que los adorna nunca creyeron que esto les pasaría. Pero pasó y hoy ya tienen 3 procesados por una cuestión que en definitiva era de la órbita del derecho privado.
El Estado era un socio más como cualquier otro y dentro de ese margen debió moverse y no armar esta teatralización que llevó a esto que hoy nos avergüenza a todos los uruguayos. Porque en definitiva, esto ha pasado acá, en Uruguay, no en el otro lado del mundo, y nos afecta a todos. Se ha mancillado la respetabilidad del país, el buen nombre que el mismo tenía. Parece ser que es el estilo que se ha dado a poner de moda en estos gobiernos de izquierda populista. Grandes puestas en escena de algo que no existe, haciendo de grandes ilusionistas, a lo David Copperfield o a lo Houdini. No es nuevo de los populismos. En Argentina es moneda corriente, en Venezuela, ni que hablar. Pero para nuestro país realmente es algo novedoso y habrá que estudiar seriamente este nuevo estilo de hacer política y de administrar un país. Nos han querido hacer creer que estábamos encaminándonos hacia la construcción de un país de primera. Lamentablemente no fue así. Hoy, abril de 2014, solo se ve un país con un sistema de salud colapsado, donde abundan las campañas para recaudar dinero para intervenciones en el exterior, y pululan las demandas civiles contra el Estado para que proporcione a través del fondo nacional de recursos medicamentos necesarios para curar o para prolongar la vida de las personas.
Un esquema de seguridad ciudadana también con similar fracaso. Donde “los ajustes de cuenta” son cosa de todos los días. Donde caminar por la calle se ha tornado peligroso. Educación al nivel de los países más atrasados del globo, donde lo único que interesa es cómo se reparten los espacios de poder dentro de ella y no como se educa. El resultado final, total, un país sin valores y sin esperanza. Esta es la gran fantasía del país de primera.
Gustavo Rodríguez Tabó |
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