Llega un momento en la vida de todos los hombres cuando se deben tomar decisiones trascendentes.
Pueden ser decisiones muy distintas porque las vidas de los hombres son muy distintas, sin embargo, a todos nos llega algún momento en nuestra existencia cuando debemos elegir un camino sobre otro.
En algunos casos es la elección de una compañera para la vida. En otros, la decisión de cual carrera seguir o de no hacerlo, o la compra de una vivienda o tantas otras cosas de la vida de los mortales...
El hecho que son de esas decisiones que a veces incluso sin darnos cuenta nos cambian la vida para siempre. Si están bien tomadas el cambio puede ser para bien, si no, las consecuencias de lo que pudo haber sido y no fue, nos perseguirán hasta el último día de nuestras vidas.
Hay hombres que por elección o por esas vueltas del destino se comprometen con algo, una idea, un sentimiento, una posición política que los trasciende.
Tal es el caso del Sr. Mujica Cordano. En su momento decidió jugarse por sus ideales y se integró a la subversión que pretendía atar nuestro país a un anacrónico y despótico modelo político  que  podría habernos  sumido a los uruguayos en la misma desgracia que hace ya casi 51 años  sufre el pueblo  cubano.
El Sr. Mujica pagó el precio de esa decisión. Hoy por esas vueltas tan impredecibles del destino preside el gobierno que hace que nos gobierna.
Un gobierno que pelea con su propia esencia y con las propias corporaciones que fomentó y hoy pesan. Un gobierno que si fuera un  humano debería estar en tratamiento psiquiátrico por sus múltiples personalidades. Un gobierno que hoy esconde su falta de efectividad en un entorno de crecimiento económico que proviene de hechos absolutamente ajenos a la calidad de su gestión.
Al Sr. Mujica se le acerca una nueva cruz en el camino de su vida distinta a las anteriores ya que de la decisión que tome dependerá la felicidad futura de la gran mayoría de los uruguayos.
La decisión, que inevitablemente deberá tomar el primer ciudadano de nuestro país es tan difícil de enunciar como seguramente difícil de tomar.
Inexorablemente, como la corriente imparable de algún gran río de nuestro continente, este ciudadano,  deberá elegir entre la responsabilidad, la lógica, la seriedad en la gestión de gobierno y la más profunda de las aventuras políticas.
Deberá elegir entre llevar nuestro país por un camino de realismo histórico y económico construyendo un mejor país  para todos los uruguayos o aliarse con los vendedores de quimeras de siempre, que perdidos en sus sueños irrealizables, pero tan, tan vendibles, han hundido a tantas sociedades en la desazón y la tragedia.
El señor Mujica Cordano deberá elegir si gobernar con los tontos trágicos de siempre e imprimir un derrotero harto incierto a los destinos de la patria o aliarse con los que conocen el arte de lo posible, que tienen experiencia de gobierno y que en el error y en el acierto construyeron nuestra patria.
Ningún partido político tiene el monopolio de gente lógica y efectiva. El Frente Amplio tiene sí el monopolio de los que pretenden sumir a nuestro país en el más inefectivo y aberrante de los colectivismos. Todos sabemos quienes son y donde están. Nadie mejor que Mujica Cordano.
En un futuro cercano, quizás muy cercano, nuestro presidente deberá bajarse del alambrado y definir claramente su posición política en cuanto al destino que pretende para nuestra nación.
A diferencia de oportunidades anteriores, en esta cruz de los caminos Mujica no tiene solamente un compromiso consigo mismo y con los que lo rodean. Tiene un compromiso con la historia, una historia que todos los uruguayos  escribimos todos los días y que por lo tanto nos pertenece.
Ojalá este hombre que las vueltas de la vida y la historia depositaron al  frente del gobierno actual esté a la altura de las circunstancias y opte por el sentido común, la lógica y en el último análisis, por la libertad de sus conciudadanos.
Por el contrario si elige el camino equivocado son de esperarse tiempos oscuros para la república.
Son decisiones difíciles, caminos a veces poco claros, lo cierto es que una decisión se toma en un instante, sus consecuencias nos acompañan para siempre.
Decisiones que   se deben tomar, sin embargo. No hacerlo expone a la república a  que la historia las tome por nosotros con consecuencias absolutamente imprevisibles, generalmente malas.
"La cuestión es entre la libertad y el despotismo", o, entre  libertad y comunismo, que es lo mismo.
La decisión, en las circunstancias actuales,  la tiene el Sr. Mujica,  presidente de todos los uruguayos.
Las consecuencias, buenas o malas, serán de todos.