Estamos en Frankfurt, una de las capitales del mundo, mirando el Uruguay. Leyendo los diarios que se desparraman en las mesas de los cafés y restaurantes en todos los idiomas. En el reino multitudinario de los Audi, Mercedes Benz y BMW que manejan sin complejos centenares de miles de habitantes. En donde las falsas vergüenzas dejan paso al progreso sostenido de los pobladores de Europa, no solamente de Alemania.

La edición dominical de Le Monde se ocupa del recientemente fallecido ex mandatario argentino y del misterio que envuelve lo que denomina “botín de Santa Cruz”, jamás esclarecido. El diario francés no tiene reparos en aludir con cifras concretas al enriquecimiento ilícito, y menciona cifras siderales desde que asumió en 1991 la gobernación de Santa Cruz hasta nuestros días. Declaración patrimonial mediante, los Kirchner, difunde Le Monde, “han amasado una fortuna de 11 millones de euros”, un salto superior al 700%, acumulado a posteriori de la elección presidencial de 2003.

Las calles y avenidas de Frankfurt exhiben una limpieza desconocida en las arterias montevideanas. Los tranvías de tres cuerpos y la multitud de bicicletas de trabajadores y empresarios son una constante del paisaje. Hay mucho que descubrir en la ciudad más internacional de Alemania, el mayor centro financiero del continente, en donde se yergue majestuoso el Banco Central de Europa; histórica urbe de la coronación, metrópoli de Goethe, -el hijo más famoso-,  y de la Escuela de Frankfurt...

Con muy buenas razones Alfonso Lessa sostuvo hace un par de días que Kirchner, con Uruguay, mantuvo relaciones extremadamente agresivas y tensas.  No sólo rechazó a Botnia, sino que fogoneó el corte del puente violando todas las normas y principios; paralizó temas pendientes, hostigó al sistema financiero, chocó con Batlle, y acosó al gobierno de Vázquez por un tema que en lo central era apoyado por todo el sistema político. Enemigo declarado del Uruguay, nos llevó por delante con manifiesta prepotencia y mordacidad, creyéndose Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

El nombre Frankfurt viene desde los tiempos lejanos de las tribus germánicas. Significa el «Vado (Furt) de los francos (Franken)», una tribu germánica occidental.
En nuestros días es la quinta ciudad más grande de Alemania, y su área urbana cuenta con una población superior a los dos millones trescientos mil habitantes.

Decíamos el 15 de octubre  que desde mucho antes de su asunción a la presidencia de la república, primero como candidato y como presidente después, Mujica subordinó paulatinamente los intereses del país al espíritu centralista del gobierno argentino, y le facilitó de hecho la paternidad que ejerce sobre nuestros sucesos al matrimonio que "reina" en la presidencia del vecino país. Kirchner, nefasto e infausto para nosotros, ya no ejercerá influencia sobre su cónyuge, actual presidenta.

En uno de los rascacielos de Frankfurt, en la cola ordenada para servirse el buffet, hablaba por teléfono con el periodista Javier Bonilla, corresponsal en el Uruguay de un portal especializado de España, sobre la desobediencia magna que pergeña avieso el gobierno de Mujica para treparse por encima de la voluntad popular. Estos sabandijas, calificaba a voz en cuello para tapar la música y ruidos exteriores, no vacilan en llevarse por delante las instituciones, y las Fuerzas Armadas, garantía última en la defensa de la Constitución, han desaparecido. ¡Qué desastre! Y lo peor, le decía a Bonilla, es que se ha desgraciado hasta el mismísimo Comandante en Jefe del Ejército, un vergonzoso apretado como no se conoce en la historia del país. Abrió el paraguas antes de que lloviera al pedirle perdón a Rosadilla por haber emitido una opinión sobre la vigencia de la ley de caducidad, bastante antes de ser observado por el Consejo de Ministros, sanción que configura todo un mamarracho político, jurídico y castrense que no tiene antecedentes en la historia de nuestros sucesos. Y terminaba señalando la irresponsabilidad manifiesta de Michelini, un senador reiteradamente electo por el pueblo desde el resurgimiento de la democracia, sin que se le conozca otro mérito que haber basado su gestión, únicamente, a la sombra tutelar de los detenidos-desaparecidos.

No vaciló Mujica en identificarse mental y afectivamente con el estado de ánimo del jefe de estado argentino, al punto que lo sentó en la secretaría de la Unasur, sin dejar de destacar públicamente "que no le pedía nada a cambio". ¡Pobre iluso! ¡Creyó que habría reciprocidad con el mal entendido caballero! El mismo que se llevó por delante al presidente Batlle en Anchorena ante la desesperación de Duhalde que trataba por todos los medios de frenar a su sarcástico y desorbitado presidente. Tan mordaz, tan irónico, que se jactaba delante de sus inmediatos en el campo político: "lo que sí sé hacer bien, es el mal..."

Carlomagno habitó en Frankfurt durante buena parte de su vida. Durante el Sacro Imperio Romano Germánico la ciudad fue regularmente la sede de las elecciones imperiales, y entre 1562 y 1792 fue la ciudad de la coronación del Emperador. Luego fue la capital de la Confederación del Rin, y más adelante la de la Confederación Germánica. Frankfurt fue destruida por los bombardeos de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial.

Apasionado, autoritario y colérico, se lee en Le Monde, “Néstor Kirchner enfrentó a los principales sectores de la sociedad: las fuerzas armadas, los agricultores, la Iglesia Católica, los industriales y la mayoría de los medios de comunicación”.
Abrió todos los frentes que pudo y no transó con nadie. Su objetivo, no perder el mando. Tener fueros de por vida, porque a nadie se le oculta ni se le ocultó, que si bajaba de la presidencia la penitenciaría habría de constituir su última morada. Quizás la muerte, tan temprana,  fue inmerecida recompensa.