• El periodista uruguayo Martín Pintos acaba de publicar un libro revelador, desde la óptica oriental. Da cuenta de supuestas coimas que habrían pedido a Botnia en Entre Ríos; muestra cómo el ex presidente Jorge Batlle apuró los acuerdos con la pastera cuando Tabaré Vázquez ya había sido electo; presenta el papel que jugó en el conflicto el estilo de Néstor Kirchner y afirma que el rey Juan Carlos ayudó a que ENCE se fuera de Fray Bentos.

Por Martín Pintos.
El teléfono sonó en el despacho del entonces vicepresidente Luis Hierro. Empresarios finlandeses le solicitaban una reunión para presentarle a Timo Piilonen, vicepresidente sénior de Botnia, que tenía interés en instalar un emprendimiento importante en la zona.
Piilonen le hizo a Hierro un repaso de las razones por las que veían con buenos ojos comenzar a explorar la posibilidad de avanzar en algún emprendimiento en suelo uruguayo. “Uruguay es un país estable, seguro, ofrece certezas porque tiene una ley forestal, y no nos radicamos en la Argentina... porque las comisiones que hay que pagar allí son muy altas”, le dijo.
Luis Hierro confirmó para esta investigación, en todos sus términos, que Piilonen le expresó públicamente que en la vecina orilla les habían pedido “comisiones”, léase coimas, para instalar allí el proyecto. Hierro quedó perplejo ante tal afirmación y cuando el visitante dejó el despacho vicepresidencial tomó el teléfono y llamó al presidente Batlle.

—Jorge, me vinieron a ver empresarios finlandeses, tienen interés en venir al país, después te cuento en detalle. Estuvieron en la Argentina, ¿vos sabés qué me dijeron?
—Sí, no me cabe la menor duda. Que ahí les pidieron coimas. Ya estuvieron conmigo y me dijeron lo mismo –lo interrumpió Batlle.
El fantasma del pedido de coima había sobrevolado todo el proceso de instalación de Botnia, frustrado en la vecina orilla, pero no había sido confirmado oficialmente por ningún miembro del gobierno uruguayo, hasta ahora.
Jorge Batlle no quiso hablar de esto y prefirió relatar que a los empresarios los conoció a través de un amigo.
El ex asesor de la empresa, Carlos Faroppa, que comenzó a prestar servicios para la firma en el año 2003, aseguró que durante el tiempo que él estuvo a cargo del proyecto no se habló nunca de “coimas” pedidas por la Argentina para instalarse allí. Sin embargo, Faroppa bien podía no saberlo, ya que la reunión entre Piilonen y las autoridades uruguayas se produjo en el año 2001 y el hombre que armó el proyecto Botnia recién se conectó con ellos en 2003.

El lugar de la discordia
Cuando Faroppa le comunicó al entonces presidente Jorge Batlle que la inversión finlandesa tenía intenciones de radicarse en Uruguay, el mandatario se alegró. El ingeniero regresó de Finlandia, no sólo con la inversión confirmada, sino contratado para trabajar en las dos áreas, estrategia forestal y estrategia de proyecto. No bien colgó con Faroppa, Batlle llamó a la Fuerza Aérea y dispuso que un avión del Estado llevara a los empresarios a recorrer el país. Faroppa los acompañó al aeropuerto y permaneció en tierra, mientras los empresarios finlandeses recorrían Uruguay para definir dónde querían instalarse.
El ingeniero forestal recuerda que viajaron sólo ellos, ya que querían mantener el lugar que iban a elegir en reserva: “Voló todo el staff y me pidieron que yo no volara con ellos para guardar su confidencialidad. No viajó ningún uruguayo en ese vuelo”.
“Yo siempre supe que el lugar que habían elegido para instalarse iba a ser un problema”, confesó el ex presidente Jorge Batlle cuando lo consulté sobre el sitio elegido para la construcción de Botnia.
El ex mandatario afirma que les precisó a los empresarios el lugar exacto donde deseaba que instalaran su emprendimiento: “Les pedí que se instalaran en Paso de los Toros. Incluso llamé a la gente de Weyerhaeuser para que ayudaran a formar parte de un proyecto de reconstrucción del ferrocarril a efectos de transportar la madera. Pero me dijeron que no, porque en países ricos el ferrocarril también daba pérdidas”.
Batlle, a la luz de los hechos, reconoce que fue ingenuo: “Los finlandeses terminaron instalándose donde están hoy. Yo fui un tonto... ¡Cómo no me di cuenta de que querían esa zona para tener la masa forestal argentina y la masa forestal uruguaya!”.
Kirchner tomó diversas medidas para ganarse la confianza de la ciudadanía que tanto necesitaba, para poder permanecer. En esa construcción de poder, que hizo y muy bien, Kirchner tejió alianzas con gobernadores provinciales, entre ellos, Jorge Busti, otrora hombre fuerte en Entre Ríos, cuna del conflicto que se comenzaba a gestar.
Para el ex presidente Jorge Batlle, en esto último radica el comienzo del diferendo binacional.

La visión de Batlle
Acusado de ser el hombre del “pecado original”, el ex presidente Jorge Batlle asegura que el conflicto no surgió porque Néstor Kirchner se propuso tener enfrentamientos con Uruguay, ni siquiera porque la inversión se hacía en nuestro país y no en la vecina orilla. Para el ex mandatario, la génesis del conflicto está dada en la interna política del entonces gobierno K: “Kirchner entendió que tenía que transformarse en la mayoría y no en aquel del 22% que lo había llevado a la Casa Rosada. Necesitaba gobernadores para afianzarse y uno de los primeros a los que se acercó fue Jorge Busti”. “La razón no fue porque se construyera acá una planta y no allá. La razón era una razón política. El necesitaba del apoyo de Entre Ríos como de otras provincias. A cada una llegó de manera diferente. En este caso, lo hizo apoyando a Busti en su intención de escuchar e impulsar a los movimientos de Gualeguaychú.
”Kirchner se vio en la necesidad de obtener el favor político y pasar a Busti de Menem para él, en un momento en que protestaban en Gualeguaychú por este tema. Admitamos que en la cabeza de Busti pudo haber existido un aliento a este movimiento, pero no en la de Kirchner. El ex presidente estaba buscando otro objetivo. El tenía que decirse a sí mismo que no era presidente por el 22% porque la gente no quiso votar a Menem porque era peor que él, sino que era presidente porque era exitoso, y le venía bien el tema. La plata que le interesaba a él para manejar las provincias venía de la agricultura, no venía de un proyecto para construir una planta de celulosa.
”¿Qué invento es ese de que la cosa no funcionó porque estaban disgustados por la planta? No, no, era todo un objetivo político.
”La acción tradicional de Kirchner, si se puede hablar de tradición porque es un hombre con muy poca gestión pública, es moverse por objetivos políticos. En todos los casos, lo de Papel Prensa, los líos con el campo y todo lo demás. Simplemente, lo hace para instalar caminos que cree son los más útiles para alcanzar sus objetivos políticos. El tiene un lío de la Madonna con el campo, pero finalmente, le produce el campo millones de toneladas de soja. Mientras tuvo poderes extraordinarios, se quedaba con la plata y con eso manejaba a los gobernadores de provincia.
”Kirchner no se movió por sentimientos de envidia ni por la plata, sino por una situación política interna para consolidar poder, y tenía que conquistar equis cantidad de provincias.”

Anchorena y el distanciamiento de Batlle
La mañana del 9 de octubre de 2003, el helicóptero presidencial argentino aterrizó con Néstor Kirchner a bordo, su canciller Rafael Bielsa, Eduardo Luis Duhalde –a cargo de la secretaría de DD.HH. creada por el nuevo gobierno– y el flamante secretario general del Mercosur, el ex presidente Eduardo Duhalde.
Del lado uruguayo, estaban presentes Jorge Batlle, el vicepresidente Luis Hierro, el entonces canciller Didier Opertti y el embajador uruguayo en la Argentina, Alberto Volonté.
Según fuentes del entonces gobierno uruguayo que participaron del encuentro, antes de celebrarse, ya había existido un cortocircuito entre Batlle y Kirchner, cuando el mandatario argentino instruyó al canciller Bielsa para que transmitiera que no veían con buenos ojos la presencia de Volonté en la reunión, dado que en ese momento, Kirchner no tenía simpatía por el entonces embajador argentino en Uruguay, Hernán Patiño Mayer. Del lado uruguayo, se le respondió lacónicamente que el problema con Patiño era un problema de la Argentina y que Volonté estaría en la reunión.
El entonces canciller Didier Opertti era un hombre muy respetado por Bielsa. Por este motivo, fue que la negativa de Uruguay a retirar a Volonté de la reunión tuvo andamiento.
El encuentro, según varios de los participantes, fue “extremadamente duro”. Kirchner aterrizó de mal humor porque tenía un esguince de tobillo Su primera afirmación no cayó bien a las autoridades Uruguayas: “Es la primera vez que piso este país”, dijo en tono despectivo, según confiaron integrantes de esa reunión.
El interés de Kirchner en ese encuentro era obtener información sobre los restos de la nuera del poeta argentino Juan Gelman, que ya lo había visitado para pedirle ayuda, y de paso, ver qué era eso de las plantas de celulosa sobre el río Uruguay.
“Fue una reunión muy dura”, recuerda Luis Hierro, y relata una anécdota: “A Batlle le interesó siempre la construcción del puente Colonia-Buenos Aires para dejar una gran obra realizada y porque entendía que era algo muy útil para ambos países. El tema ya lo había conversado cuando Eduardo Duhalde estuvo en la presidencia, pero la crisis argentina primero y uruguaya después impidieron seguir hablando del asunto.

—Presidente, para nosotros el tema del puente es vital –le dijo Batlle a Kirchner para romper el tenso clima que se había instalado no bien comenzó la reunión.

—¿Puente?, ¿de qué puente me hablás? –le respondió irónicamente Kirchner.

El ex presidente Eduardo Duhalde interrumpió:

—Pero Néstor, ¿cómo qué puente?, ya lo hemos hablado.

—Ahhh... ese puente... No, no, por ahora no lo veo conveniente –le dijo a Batlle y cambió el ángulo de la reunión, sepultando el asunto.

El tema desaparecidos se instaló entonces en la agenda y, para ello, Kirchner jugó una carta fuerte.

“Yo quiero que una comisión del Gobierno argentino inspeccione todas las unidades militares uruguayas en búsqueda de información y restos de detenidos desaparecidos”, le dijo Kirchner.

Batlle saltó de su silla y le espetó: “¡De ninguna manera!, no me pida eso, presidente”, al tiempo que golpeaba la mesa. “¡No se puede ni se lo voy a permitir tampoco!”

Kirchner puso entonces sobre la mesa la instalación de las plantas de celulosa y le propuso a Batlle la creación de una comisión que monitoreara el río y la planta.

Batlle aceptó de inmediato, pero subió la apuesta diciendo que si se monitoreaba el río, “entonces se monitorea todo, hasta el Riachuelo”.

Se produjo un gran silencio y fueron los cancilleres los encargados de encauzar la discusión. No deja de ser curioso que la propuesta de Jorge Batlle de monitorear todo el río Uruguay, y que ameritara una negativa argentina fuera la misma que hizo Tabaré.

Vázquez primero, y el actual mandatario José Mujica, después, siendo ahora aceptada por Argentina.

Luis Hierro afirma que, en ese momento, el gobierno uruguayo “notó un espíritu interventor de la Argentina”, al punto que “querían inspeccionar la construcción de ENCE, con el claro propósito de trabar la construcción por un tiempo determinado”.

Alberto Volonté y Eduardo Duhalde ayudaron en Anchorena a que el clima se distendiera hasta llegar la hora del almuerzo.

Como no prosperaban los acuerdos, los cancilleres pidieron a los mandatarios seguir ellos mismos los temas, acordando colaboración en materia de desaparecidos e información sobre los emprendimientos en el río Uruguay.

La reunión concluyó con una conferencia de prensa breve, por parte de los presidentes, y luego ampliatoria, por parte de los cancilleres.

“Your Majesty” y la operación sobre ENCE
Néstor Kirchner y Alberto Fernández razonaron que si había un pueblo entero, como Gualeguaychú, literalmente dado vuelta por la instalación de una fábrica de producción de pasta de celulosa, mejor ni imaginar qué pasaría si hubiera dos. Eso habría sido “una barbaridad” impulsada por Uruguay.
Fue en ese momento que, dado que la Corte Internacional de La Haya no había hecho lugar a las medidas cautelares que podrían haber detenido la construcción durante el tiempo que durara el litigio, comenzaron a investigar de dónde venía la inversión de la española ENCE. Notoriamente, había quedado relegada por el avance a paso redoblado de Botnia. Fue así que llegaron a la pista de que el nuevo presidente del grupo, Juan Luis Arregui, era un hombre vinculado al rey Juan Carlos de Borbón.
El empresario vasco asumió el cargo el 12 de abril de 2006, con 64 años y en sustitución de José Luis Méndez, primer ejecutivo de Caixa Galicia, que presentó su renuncia al puesto que desempeñaba desde la privatización de la sociedad. Arregui ocupaba el cargo de vicepresidente.
Un viaje que Kirchner hizo con Alberto Fernández a España fue la oportunidad para plantear el tema al rey. El presidente argentino le pidió una “facilitación”, pero pocos conocían, hasta ahora, que el rey ya había estado en el tema cuando recibió a mediados de 2006 al propio Kirchner, en España.
El mandatario argentino le pidió en ese momento al rey Juan Carlos que le diera una mano para solucionar el tema de ENCE; en buen romance, para que ayudara a que la fábrica saliera del lugar original de inversión.
Alberto Fernández confirma este dato en su totalidad para este libro, agregando que comenzó a tejer en silencio una relación con ENCE, es decir, con una de las millonarias inversiones que venían para Uruguay, a espaldas del otrora gobierno “amigo”.
“Había un problema explícito que era Botnia y otro implícito que era ENCE. Lo que queríamos era que el tema ENCE no se terminara montando al problema de Botnia”, asegura el ex jerarca.
El planteo de Fernández a Arregui fue: “No queremos que te vayas de Uruguay, queremos que lo hagas en Uruguay, ¿pero podemos corregir el lugar?, porque dos papeleras frente a Fray Bentos es como mucho...”.
Según pude saber y confirmar también con Fernández, el rey habló con Arregui. El empresario es un hombre que se dedica a la energía eólica. Haciendo una inversión compró la papelera. Arregui tiene hijos viviendo en la Argentina y, además, campos en la provincia de Entre Ríos. Si bien sabía que algún ruido había provocado la instalación de Botnia en Uruguay, no tenía demasiados detalles de la problemática en torno a la empresa que presidía.
Cuando Fernández habló con él, luego de que el rey lo llamara, Arregui reaccionó: “Me van a odiar en Argentina si esto continúa y no quiero eso”, le dijo al entonces jefe de Gabinete, según la versión de éste. El ex jerarca recordó que encontró “muy buena disposición” del entonces número uno de ENCE para solucionar rápidamente el problema. Hubo docenas de llamadas y varias reuniones entre Fernández y Arregui, hasta que el empresario lo llamó un día para informarle que había encontrado una posible solución. “Me dijo que había detectado una posibilidad para instalarse en Colonia. El lugar estaba fuera del río Uruguay, en el Río de la Plata, y las posibilidades de reclamo por parte de la Argentina allí eran mínimas; no te olvides de que a través del Riachuelo contaminamos”, afirma Fernández, y agrega que el rey Juan Carlos “ayudó muchísimo a cerrar el traslado final de la fábrica”
Fue así que Arregui viajó a Buenos Aires, en diciembre de 2006, para realizar el anuncio. (Fuente: analisisdigital.com.ar)