Una posible alianza electoral entre blancos y colorados, está tomando cuerpo en la opinión pública. Prueba de ello, Búsqueda en su último número, le dedica una doble página muy documentada, con opinión de politólogos y divulga dos centenares de firmas de ciudadanos con un segundo manifiesto de “Concertación Opositora”, que se suma a las decenas de adhesiones al primero. Y por otra parte, se escriben en otros medios artículos de prensa y cartas a favor, en contra o de información, sobre esa idea de alianza.
Sin embargo, en los últimos tiempos, los que no se han dado por aludidos, han sido los líderes de los Partidos Tradicionales. O peor, cuando lo han hecho, ha sido para dedicarse al mahometano postulado de “humillación, sometimiento o aniquilación de los infieles”, como fue el caso de mi Partido, el Colorado, expulsando a aquellos que habían cometido el pecado de apoyar una candidatura blanca, a la que consideraban con mejores posibilidades para derrotar al Frente Amplio, lo cual debería ser la prioridad para estas próximas elecciones departamentales. Después, para el futuro, veremos.  
Porque se trata, como bien dice Sebastián da Silva que “un alumno de segundo de escuela sabe la importancia de estas elecciones para consolidar un sistema político equilibrado, donde las responsabilidades puedan compartirse entre los partidos, para no dejar solo al variopinto horizonte de izquierda, acaparar más poder”. (El País, 16/4/2010)
Entonces, de momento sería imprescindible sacrificar el número de ediles en algunos Departamentos, con tal de ganar lo más posible de Intendencias Municipales. Soy perfectamente consciente de que ello, a la altura en que estamos, es una utopía. Pero la utopía “es el principio de todo progreso y el diseño de un futuro mejor”, como sostenía Anatole France, referencia moral y literaria de su época.
Y, además, esto únicamente se logra en forma orgánica y equilibrada, con un acuerdo global de cúpulas, no cómo está pasando ahora: iniciativas individuales de colectividades departamentales, que lo hacen sin contrapartida en otro Departamento y en ese juego, el que va perdiendo por muerte es el Partido Colorado.
Finalmente, me quiero referir a uno de los artículos que se han escrito en contra de las alianzas de los PPTT, el del Dr. Ignacio de Posadas,  reconociendo que suelo coincidir con sus lúcidos y mordaces análisis de la realidad nacional, menos cuando le sale del fondo del alma y de las vísceras, un antibatllismo omnicomprensivo. Pero eso es harina de otro costal. Ahora quisiera aludir su nota “Ropaje y mensaje” (El País, 10/4/2010).  
   1) Ni ninguno de mis compañeros de ruta ni yo, hemos hablado de “mutar los dos Partidos en uno”, lo que sería una fusión que rechazo totalmente (como la que opera en el Reino Unido entre los liberales y social-demócratas, fundidos en Liberales Demócratas). Votar juntos no es perder la identidad, sino practicar lo que en buena parte del mundo se hace y no sólo en Chile, que es el ejemplo recurrente: cumplir con la meta de todo político, que es ganar elecciones, aún mediante alianzas, como, por ejemplo, Berlusconi y la Liga Norte, en Italia; o el caso de Alemania (CDU/CSU-FDP), Austria (SPÖ-ÖVP), Colombia (Partido de la “U”-Conservadores), Suecia (Alianza por Suecia, de los 4 partidos de la derecha, que ganaron la última elección), por citar sólo algunos.
   2) No es “coyuntural y de escaso contenido” que en las próximas Municipales, pudiendo haber ganado unidos 16 o 17 Departamentos, desunidos lleguemos apenas a la mitad. Y eso no es “responsabilidad de los votantes” sino de los líderes políticos de los PPTT que no han querido —o no han podido— tejer las coaliciones departamentales necesarias, para que —por ejemplo— en Maldonado triunfasen los blancos y en Salto los colorados, dos Departamentos donde volverá a ganar el Frente Amplio.
   3) Dice el Dr. De Posadas que hay dos razonamientos, a su juicio, muy negativos y hasta peligrosos: “El primero es que, al final de los finales, los partidos fundacionales carecen de contenido, son meras comparsas electorales y entonces más vale tener una sola; y el segundo es de que para ganar la elección hay que volcarse hacia la izquierda”.
A mí al menos, nunca se me ocurrió ni que los PPTT sean “comparsas electorales” ni “volcarme hacia la izquierda” para disputarle ese espacio al FA. Bastaba con aliarse, con los mismos votos actuales, sin ninguna comparsa y sin volcarse hacía ningún lado.   
   4) En cuanto a su pregunta: “¿Qué habría sido del Uruguay si el Partido Nacional, frente a una cultura batllista dominante en el país, hubiera hecho el mismo razonamiento, de mimetizarse para no seguir en la oposición?”. Es una falacia: estamos proponiendo exactamente lo contrario: seguir en la oposición (unidos) lejos, muy lejos, de mimetizarnos con el oficialismo. Y al pasar le recuerdo que los blancos ganaron después de 93 años, logrando aliar al Ruralismo que era un movimiento expartidario.
   5) Para terminar, el articulista de marras se interroga: “El país y el partido se merecen y precisan otra discusión: ¿qué necesita el Uruguay? ¿Puede eso darlo el Partido Nacional?”
Por supuesto que no, mientras no sea gobierno. . Eso mismo vale cuando insiste de nuevo en El País (25/4/2010): “Me parece criminal privar al Uruguay de la riqueza de un Partido Nacional distinguible, distinto, único e irrepetible”.
Entonces la pregunta que debe hacerse es: ¿Cómo puede llegar al gobierno el PN? O en mi caso: ¿Cómo puede llegar al gobierno el PC? Lo demás, son fuegos de artificio.

Querido Ricardo:
Discrepo, una vez más, contigo.
De la misma manera que sigo pensando que Vázquez hizo lo correcto cuando, en su momento, trancó la prepotentente candidatura de Kirchner a la UNASUR, creo que Mujica hará lo correcto si ahora saca la tranca.
Kirchner tuvo una actitud insolente con Vázquez y con el Uruguay. Fernández, el día de su asunción, peor.
Pero pasaron dos años. La Corte dictó un fallo que, bien manejado, robustece la posición uruguaya. Los fundamentalistas que piden la desaparición de la planta por su origen "viciado", han puesto al gobierno argentino, que durante ciatro años los alentó, en una posición incomoda. El gobierno uruguayo debe mostrar su más amplio espíritu de cooperación para facilitar la salida. La secretaría de UNASUR es una posición de puro boato en la frondosa e inútil burocracia internacional. El objativo es normalizar la relaciones con Argentina. Que esas relaciones sean normales, no significa que sean fáciles ni equitativas. Nunca fueron. Que el trato entre uruguayos y argentinos sea, en el día a día, bueno y afectuoso, no significa que las relaciones entre los dos Estados sean fáciles.
Pero pueden ser tan llevaderas como las circunstancias lo permitan.
Mujica tiene razón. No hay que ser necio.